martes, 6 de noviembre de 2012
Patético 'funeral juvenil'
Que una chica menor de edad muera aplastada por una avalancha humana en una macro-fiesta de Halloween, no es una alegría. Tampoco es una muerte ejemplar. No es ejemplar que una chica acuda a sitios así, ni parece ejemplar la familia que consiente ese tipo de diversiones a sus hijos. Si no se sabía, si se ignoraba dónde estaba y cómo se divertía la joven, tampoco es ejemplar la ignorancia de su familia al respecto. Así fue la fiesta, como cuenta este youtube. (véanlo todo, hasta el final, para hacerse idea)
Pero parece bastar que se sumen una serie de circunstancias (la juventud de la difunta, la fatalidad del accidente, la noticia de portada en los medios, la concurrencia de todo esto en un largo puente-fin de semana proclive a usar la página de sucesos como portada cuando no hay noticias más impactantes) para envolver en papel de espectáculo con lazo de acontecimiento social y ribetes de prensa rosa una triste tragedia con un terrible final...con funeral en la Catedral de Alcalá.
Además surge el tema familiar por la índole particular de una familia particular. Mientras los otros tres funerales de las otras tres víctimas han transcurrido más discretamente, el de la cuarta chica se ha magnificado en determinado medios, por razón familiar, por ser de determinada familia adscrita o afín a un concreto grupo católico. Si los amigos, allegados y afectos, movidos por cierta y muy equivocada espiritualidad de la heroicidad malentendida han versionado esa muerte triste, trágica, lamentable, patética, como un guión triunfal, se equivocan e inducen al equívoco: Una adolescente que muere a consecuencia de un tumulto en una fiesta rock de Halloween, es lo que es. Antes, cuando imperaba la sensatez, este tipo de cosas se tapaban con pena, y se vivían con resignación, hacia dentro, pero ahora se exteriorizan, en formato casi de espectáculo, con una movilización en torno al suceso en el que confluyen fenómenos socio-religiosos sorprendentes.
Que el obispo, Mons. Reig Pla, el del escabroso sermón televisado del pasado Viernes Santo, celebre el funeral de la joven difunta, es otra sorpresa. Él sabrá por qué, que yo no le encuentro motivo. Cuando un obispo celebra el funeral de alguien debe entenderse que es por alguna razón de peso, que en este caso no encuentro; más bien entiendo que un obispo, dadas las circunstancias, no debería estar. ¿O es que también considera ejemplar, admirable, honrosa y valerosa una muerte accidental como la de la joven víctima?
Si la juventud lee todo este epitafio escénico a propósito de esa muerte infeliz y desgraciada, la conclusión que extraigan los jóvenes será muy errónea.
Si los católicos movilizados/afectados por la muerte de esa chica son sinceros y hacen un juicio moral sensato y rectamente cristiano, deberán reconocer que una muerte como esa no debe magnificarse ni adquirir carácter de celebración porque no ha sido una muerte deseable, ni para una joven ni, mucho menos, para una cristiana. No sé si tendrán el valor de concluirlo.
Tal y como cuentan el suceso en algunos medios, da la impresión de que ha faltado poco para que hubiera surgido un grupo de entusiasmados 'santosúbitáneos' postulando una beatificación. Lean:
"Tenemos un ángel en el cielo" Carta de las amigas de Belén
y también esta otra entusista entrada:
¡Ya tenemos a Belen en el Cielo!
o esta noticia en la prensa:
El funeral de la joven Belen marcado por el dolor y la esperanza
Sorprendentes y extraños juicios; más todavía si se considera que proceden de ciertos ambientes que se presumen bien formados, católicamente instruídos. Pero así son nuestros tiempos, y así sienten los católicos del tercer milenio.
¿Nadie ha aconsejado, recomendado, contención, templanza, resignación? Y sufragios por la finada, que los necesitará, como todos, no diré si más o si menos.
Por los que han muerto, luto y sufragios. Los aplausos y parabienes no cuadran, no corresponden.
+T.