viernes, 14 de septiembre de 2012

Cruz gloriosa


En Sevilla, ver andar a la Cruz no es una imaginación. La Cruz que precede a las procesiones de las Cofradías de Semana Santa se llama 'Cruz de Guía'. Es una insignia de la Hermandad, que recibe en algunas de estas corporaciones culto como Titular. Abre el paso de la Cofradía, yendo flanqueada por faroles y el primer tramo de nazarenos, y suele ser llevada por algún hermano a quien se le reserva el privilegio de ser portador de la Cruz de Guía.

Así la Cruz camina con paso humano, con las mismas cadencias del andar de su portador, dotada de un grácil y a la vez grave movimiento, variable según el peso y dimensiones de la insignia, dependiendo también de la estatura y capacidad del que la lleva. Las más antiguas de estas cruces que han llegado hasta nuestros días son del siglo XVII, talladas, doradas y policromadas, con representaciones de los atributos de la Pasión. De comienzos del siglo XIX, ca. 1800-1825, es un modelo con ejemplares en algunas de las Cofradías más clásicas y señeras de Sevilla (Silencio, Amor, Valle), de caoba lisa barnizada con cantoneras y pequeñas cruces angulares en plata. Siendo casi todas clasificables según una parecida tipología de forma y medidas, las hay de plata repujada, algunas de carey, unas imitan el leño arbóreo, otras reproducen antiguas cruces devocionales.

Si se las ve venir entre el gentío, parece que avanzan con paso y movimiento propios. Si aparecen procesionando según el orden de la Cofradía, imponen su presencia abriéndose paso por las calles, encabezando las filas de hermanos nazarenos y penitentes.

Remotamente, de forma ideal, se está escenificando el llamamiento de Cristo 'El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y venga en pos de Mí', como una representación alegorizada, de valor devocional y figuración iconográfica lograda según cierta estética al gusto de la piedad popular católica.

Para los cofrades sevillanos (y andaluces), más allá del significado penitencial, la Cruz de Guía nos causa alegría, nos inicia la expectación del Misterio, nos suscita el gozo de la Fe, es un aperitivo de lo sobrenatural incoado entre nosotros, el aviso de la Gloria que esperamos, la comunicación cierta de que estamos en procesión, en tránsito, yendo tras los pasos de Cristo, al ritmo cadencioso de la Cruz que camina con nosotros, entre nosotros, delante de nosotros.

Predicarnos la gloria de la Cruz es hablarnos de algo que entendemos, porque hemos sentido muchas veces la gloria inefable de caminar tras ella y bajo sus brazos: Nos autem gloriari oportet in Cruce Domini nostri Iesu Christi !







Crux mihi certa salus

Crux est quam semper adoro

Crux Dómini mecum

Crux mihi refugium



Orémus
Deus, qui nos hodierna die exaltationis Sanctae Crucis annua solemnitate laetificas: praesta, quaesumus; ut cuius mysterium in terra cognovimus, eius redemptionis praemia in coelo mereamur.
Per eúmdem Christum Dominum nostrum...Amen








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