Primero fueron los controvertidos textos del Vaticano IIº (NAe y DH); el segundo jalón-hito-estación fue lo de Asís, y ahora, en fase post-Asís-3º, suceden sin más escándalo cosas como esta:
Mensaje de Benedicto XVI al sacerdote supremo del templo budista del monte Hiei por el 25º aniv. del encuentro interreligioso de oración por la paz
Aquí un resumen en español: El Papa anima a los líderes religiosos en su causa en favor de la paz
El texto dice cosas que podríamos pasar por alto, por repetidas y oídas mil veces en estos últimos tiempos. No obstante, son afirmaciones inquietantes:
"...nello spirito dello storico incontro del 1986 ad Assisi, promosso dal mio predecessore il Beato Giovanni Paolo II. L’impegno per la causa della pace da parte dei leader religiosi è della più grande importanza (...) di primaria importanza che contribuisce in modo efficace al dialogo tra le genti di diversi credi // en el espíritu del histórico encuentro de 1986 en Asís, promovido por mi predecesor el Beato JP2º. El empeño por la causa de la paz por parte de los líderes religiosos es de la mayor imortancia (...) de primaria importancia, que contribuye de modo eficaz al diálogo entre la gente de credos diversos"
Además de testimoniar el surgimiento de 'otro espíritu', el de Asís (que parece formar tándem espectral con el 'otro espíritu', el del vaticanosegundo), el texto parece situarse en un estadio post-evangelizador, supuesta una superación del mandato misionero de Cristo y del "¡ay de mí si no evangelizare!" (IªCo 9,16) apostólico, puesto que la Jerarquía ya no siente la urgencia de anunciar el Evangelio y expandir la Iglesia, sino que entiende que su primera/primaria y más importante misión es la de promover la paz internacional. Por lo menos eso es lo que se desprende del texto (inquietante) del mensaje (preocupante).
Pero hay más. Por ejemplo esta otra frase:
"Secondo la prospettiva cristiana, l’amore dato a coloro che soffrono è un riflesso della carità divina di Dio, che ha tanto amato il mondo da mandare il suo unico Figlio Gesù Cristo. // Según la perspectiva cristiana, el amor entregado a quienes sufren es un reflejo de la caridad divina de Dios, que tanto ha amado al mundo que envió a su Hijo Único Jesucristo"
¿Qué significa "según la perspectiva cristiana"? ¿Es que acaso se situa la Revelación, el Misterio de la Redención, el Credo Cristiano, como una doctrina religiosa más entre las otras versiones mitológicas, fantásticas, ancestrales, de las sectas y grupos religiosos que se reúnen en el Monte Hiei? ¿Así se entiende la Fe Católica cuando comparece en un foro interreligioso, esa opinión/consciencia tiene de sí misma? ¿De esa forma predica nuestra Jerarquía la Fe Católica en una convención de paganos no-cristianos, como un mensaje en el mismo plano y del mismo nivel que el de las cosmovisiones mitológicas del paganismo?
He evitado decir 'el Papa' y he puesto 'Jerarquía'; después de todo es un saludo, una carta de formato bastante diplomático que presenta en nombre del Papa un tal Mons. Pier Luigi Celata, Secretario emérito del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.
Claro que, precisamente, ese el problema: Que el Papa escriba cartas como esa y que las lleve en su nombre un monseñor de la Curia, que pertenece a un dicasterio que se dedica propiamente a eso.
Por curiosidad, eché un vistazo a la página del susodicho Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, miren ustedes y vean también:
Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso
Un catálogo bien surtido de cartas y mensajes pontificios a todo quisque (pagano), hindúes, budistas, mahometanos, paganos de toda especie, raza, pueblo y nación. No se les predica el Evangelio y la conversión en nombre de Cristo, sino que se les felicita por ser lo que son, creer lo que creen y celebrar lo que celebran. El Papa y sus delegados se congratulan y les mandan parabienes y bendiciones.
Lo de la bendición es lo de menos. Si se bendicen borricos por San Antón y mascotas dométicas el día de San Francisco, que se bendigan paganos en fiesta es un detalle muy bonito. Si es con la esperanza de que la bendición obre como un excitante de gracia con el fin de la conversión, estupendo. Pero parece que no, que las bendiciones pontificias por carta en mano de monseñores no buscan eso; por lo menos no es lo que se deduce del texto epistolar:
"...le persone di diversi credi religiosi possano cooperare l’una con l’altra per il bene della persona umana (...) Con tali sentimenti, e come segno di buona volontà e di amicizia, invoco su di voi l’abbondanza della benedizione divina // ...que las personas de diferente credo religioso puedan cooperar unas con otras por el bien de la persona humana...Con tales sentimientos invoco sobre vosotros, como signo de buena voluntad y amistad, la abundancia de la bendición divina"
Dudo que la paz por la paz sea un bien supremo. Cuando el Señor dijo "...la paz os dejo, Mi paz os doy" dijo seguidamente "...no la doy Yo como la da el mundo" (Jn 14, 27). Hay una paz que es del mundo, que el mundo da, que no se identifica con la paz de Cristo. Y si no se busca la paz de Cristo ¿qué clase de paz es la que se pide en esas oraciones que rezan quienes no creen en Cristo? ¿La presencia de cristianos en esas reuniones interreligiosas hace que la paz por la que se ruega se defina según la paz de Cristo? Si no ¿qué hace un cristiano en un sitio donde no se busca la paz de Cristo? ¿Puede un cristiano desear y aspirar a esa paz?
Al final, todos estos actos parecen el triunfo de un humanitarismo panfilista estilo Albert Schweitzer, una filantropía remotamente cristiana que no evangeliza pero se suma a iniciativas de un confuso y desleído irenismo globalizante, mixtificado y de bajo perfil conceptual moral, asumible por todos lo credos e ideologías, también las a-religiosas, incluso las ateas y las anti-cristianas también. Y el Papa lo bendice, con una carta que lleva un monseñor de un dicasterio instituído ad casum.
He pensado, como en un flash, en Francisco Javier, misionero en el Japón, y en los Mártires de Nagasaki:
"...Al Padre Pablo Miki le parecía que aquella cruz era el púlpito o sitio para predicar más honroso que le habían conseguido, y empezó a decir a todos los presentes (cristianos y curiosos) que él era japonés, que pertenecía a la compañía de Jesús, o sociedad de los Padres jesuitas, que moría por haber predicado el evangelio y que le daba gracias a Dios por haberle concedido el honor tan enorme de poder morir por propagar la verdadera religión de Dios. A continuación añadió las siguientes palabras:
-"Llegado a este momento final de mi existencia en la tierra, seguramente que ninguno de ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo que no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para conseguir la salvación es pertenecer a la religión cristiana, ser católico. Y como mi Señor Jesucristo me enseñó con sus palabras y sus buenos ejemplos a perdonar a los que nos han ofendido, yo declaro que perdono al jefe de la nación que dio la orden de crucificarnos, y a todos los que han contribuido a nuestro martirio, y les recomiendo que ojalá se hagan instruir en nuestra santa religión y se hagan bautizar".
Luego, vueltos los ojos hacia sus compañeros, empezó a darles ánimos en aquella lucha decisiva; en el rostro de todos se veía una alegría muy grande, especialmente en el del niño Luis; éste, al gritarle otro cristiano que pronto estaría en el Paraíso, atrajo hacia sí las miradas de todos por el gesto lleno de gozo que hizo. El niño Antonio, que estaba al lado de Luis, con los ojos fijos en el cielo, después de haber invocado los santísimos nombres de Jesús, José y María, se pudo a cantar los salmos que había aprendido en la clase de catecismo. A otros se les oía decir continuamente: "Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía". Varios de los crucificados aconsejaban a las gentes allí presentes que permanecieran fieles a nuestra santa religión por siempre.
Luego los verdugos sacaron sus lanzas y asestaron a cada uno de los crucificados dos lanzazos, con lo que en unos momentos pusieron fin a sus vidas.
El pueblo cristiano horrorizado gritaba: ¡Jesús, José y María!"
Supongo que con parecido horror hubieran gritado si les hubieran contado que cinco siglos después el Papa mandaría bendiciones al Kojun Handa 256° Tendai Zasu Sacerdote supremo del Tendai, en el Monte Hiei.
¡¡¡Jesús, José y María!!!
+T.