El año de la fe en el marco del 50 aniversario de la apertura del Vaticano 2º servirá para justificar un 'año pastoral' más, según el recurso juanpablista, nullus annus sine festa. De paso, también excitará los ánimos vaticanosecundistas y espabilará, previsiblemente, el espectro del concilio, eso que otros llaman 'espíritu'.
La generación conciliar protagonista está en peligro de extinción, por eso, en algunos sitios, es una especie protegida que asoma la cresta todavía para revalidar lo hecho y clamar que se quedaron cortos. Lean (con paciencia) el exabrupto del bochornoso Dom Franzoni, un espectral del concilio que todavía se atreven a sacar de la galería de los monstruos conciliares: El Vaticano 2º se malogró
El escandaloso que fue abad benedictino y joven padre conciliar, el filo-comunista, el que colgó los hábitos y se juntó con una japonesa, se permite dictar lecciones de actualidad eclesiológica como (así lo presentan) líder de comunidades de base. Viniendo de semejante testigo, es honroso escuchar que los obispos españoles fueron una parte importante de la Jerarquía Católica que frenó el frenesí conciliar:
"...Los que más obstaculizaron la acción reformadora fueron los episcopados italiano, español y brasileño (...) En Madrid recibí duras críticas de parte de muchos teólogos por la gestión del Vaticano II de Pablo VI, pero yo defendí su extenuante defensa de la laicidad del estado en relación con la religión."
Sin embargo, cuando escucho afirmaciones o comentarios como ese, me pregunto ¿qué se frenó? Porque la letra del Concilio está disponible para quien quiera reavivar toda su virtualidad, esa peligrosa duplicidad de sentido (también de intención??) sobre la que advertía el magistral Romano Amerio. Por ejemplo, en este otro artículo se expone la frustración de lo no logrado (aun) y las perspectivas de progreso contenidas, a la espera de una oportuna y necesaria asunción por parte de las conferencias episcopales: Es posible otro magisterio
El autor del artículo dice que la intención conciliar fue dotar a las conferencias episcopales de un entidad de naturaleza semejante a lo que fueron en la antigüedad los antiguos patriarcados, capaces de emitir un magisterio propio que garantizara "una legítima y feliz pluriformidad en la comunión (Lumen Gentium nº 23)".
Item más: Apoyándose en el nº 12 de Lumen Gentium, reclama una participación de los laicos, de los seglares, en ese magisterio jerárquico. Se muestra a la conferencia episcopal de los Estados Unidos-USA como un ejemplo frustrado de lo que pudo haber sido y no fue. Se utilizan expresiones como 'magisterio participativo', 'participación y transparencia de la autoridad'.
El articulete sigue con una crónica sumaria de las tensiones/correcciones entre la C.E. Americana y la Curia Romana, presentando al Cardenal Gantín como malo de la peli, con el siguiente sumario-conclusión final:
"...se asiste la recuperación de una forma de gobierno eclesial poco o nada colegial. Como consecuencia de ello, se abre un tiempo de complicadas relaciones con las conferencias episcopales de EEUU., Brasil, Holanda, Alemania, Suiza y con algunas de Oriente y se empieza a promover al episcopado personas más dispuestas a escuchar las demandas que brotan de la curia vaticana que las que surgen de las iglesias locales que presiden o que han de presidir."
Conjuguen Uds. el cuadro de lo que llevo escrito hasta ahora con las noticias y comentarios de esta semana a propósito de la FSSPX y las conversaciones con Roma. Entenderán, si no tienen anteojeras, que tanto la carta de Mons. Fellay animando a estar dentro para curar y sanar como la otra carta de los otros tres prelados resistiéndose a entrar para no contaminarse, tienen su razón de ser, su lógica, desde los supuestos con los que se originó y se ha mantenido la FSSPX.
¿A qué Iglesia van, en qué Iglesia entrarían? Podría darse la paradoja de estar todos juntos, los católicos que sostienen la tradición y los nuevos modelos eclesiales como el que sostiene Schönborn, con gays en los consejos pastorales parroquiales (por el momento!!) interviniendo con voz y voto en la gestión pastoral, desde la catequesis a la liturgia, decidiendo qué se predica, cómo se celebra, a quién se elige...etc. etc. etc.
Otra muestra, sin ir más lejos y para conectar, en cierto sentido, con lo anterior, sería la resultante de confrontar dos modelos pastorales, dos formas de afrontar un problema/una realidad: La Iglesia, nuestra Iglesia, ¿es la Iglesia de Schönborn, abierta y sensible al tema gay, defensora efectiva de la integración pastoral de gay-militantes-practicantes, o, por el contrario, se trata de la Iglesia de Alcalá, cuyo obispo se permite alusiones indecentes acerca de las prácticas homosex en un sermón de Viernes Santo retransmitido por la televisión nacional?
¿Con cual de los dos nos quedamos, a cual elegimos, a Schönborn o a Reig? ¿Es posible esta elección, esta opción? De hecho los dos son obispos titulares, el más 'progresista' incluso arzobispo y cardenal.
Pues esta es nuestra Iglesia, displicente y reticente con los católicos tradicionales, capaz de declarar quasi-insufrible la división de opiniones dentro de la FSSPX, pero abierta al amplio espectro polarizado en casos como las diferencias Viena-Alcalá sobre el omnipresente caso homosex.
A esto, suponemos, se refería el del artículo susodicho cuando hablaba de "...garantizar una legítima y feliz pluriformidad en la comunión (LG 23)".
Por eso decía que comprendía las divisiones de opiniones de los prelados de la FSSPX.
Por eso sigo sin explicarme satisfactoriamente por qué hay que celebrar con fastos, un año entero, los L annos illos.
+T.