domingo, 26 de agosto de 2012
Desechos jmjotistas
Los súper confesonarios de híper diseño imaginados por el delirante des-arquitecto jmjotero se regalan a quien tenga el mal gusto de quererlos. Entérense, por si les interesa a Uds. procurarse uno para sus más traumáticas confesiones:
Los confesionarios de la JMJ Madrid 2011 se ceden de gratis a los interesados, «a los que solo se les pide un donativo»
Los confesonarios eran un horror peregrino, una extravagancia parida por una mente confusamente creativa, enredada en no se sabe qué vericuetos espiritualóides. Al ideísta se le ocurrió un confesonario-tabla-de-windsurf como se le podría haber ocurrido un modelo inspirado en un globo aerostático, o un modelo tiovivo/noria de feria, o uno estilo cono de tuttifruti merengado. Pero pensó en lo de la vela de surf y coló. Así es ese mundo donde el que se ha colocado en su escabel y tiene apoyaturas y aplausos se rie del respetable público e impone su delirio, venga o no venga a cuento. Así se hacen los genios modernos.
Hablando de apoyaturas, los confesonarios las tenían mínimas, exiguas: Una media tablilla de asiento en la que cabía 1/4 de culo de cura confesor, y un reclinatorio milimétrico que prestaba mortificante apoyatura a 1/3 de las rodillas del penitente. Penitente (o penitenta) que se daba de bruces con la plancha donde se abría la rejilla de comunicación inter-penitencial sobre la que, forzosamente, debía aplicar el hocico/morro y/o pabellón auricular al confesar sus pecados al confesor. Deduzco que, como se trataba de un mueble penitencial, el diseñador de marras ingenió un artefacto propiamente dotado con todas sus incomodidades, para ambientar el acto en sí.
Si, además, la confesión transcurría en horas de sol (sol canicular agosteño carpetovetónico) el lomo/espalda del penitente se turraba como un pollo a la brasa, desgravando (supongo) llamas de Purgatorio. El Confesor, por su parte, sufría la insolación con paciencia de Job en el muladar, con gafas de sol, gorra de visera o sombrerito de palma y botellita de agua cabe la estola morada, para rehidratarse entre absolución y absolución.
Por todo ello, fue grande el número de penitentes (y penitentas) que optaron por el tête à tête, sentados en practicas sillitas plegables (más cómodas que el poyo minimalista del cura) o devotamente arrodillados (algunos también acuclillados) ante el preste.
Dice la noticia que ya se han dado nosecuántos de los doscientos torturadores muebles litúrgicos, que han quedado estupendamente instalados en las parroquias receptoras de los mismos. No sé - confiésolo - en qué tipo de parroquia puede quedar bien un artefacto de esos, o qué penitente se puede sentir atraído por confesarse en semejante engendro, o qué temerario párroco tiene el gusto de descalabrarse el culo y las cervicales usando un potro de tormento como ese. Pero parece que sí, que existen esos heróicos practicantes, activos y pasivos, de la tortura confesonarial.
Sin admirar tales excéntricas valentías ni recomendarlas como medio ascético-disciplinante, no dejo, empero, de asombrarme de los extremos entusiastas del juanpablismo militante y sus aficiones/fijaciones de quasi dulía.
En el gusto (nunca mejor dicho) llevan la penitencia.
He pensado que mejor hubiera sido que los hubieran empaquetado y mandado a Rio, para la la JMJ-2013 adveniente. Allí podrían servir plenamente, desplegando todas sus posibilidades y prestaciones: Confesonarios para los arrepentidos y tablas de windsurf para los bañistas de Copacabana.
+T.
Todo es desechable o de reciclado en el juanpablismo conciliar, a tono con el mundo moderno. Desde el pañal, hasta el ataúd se hacen de materiales artificiales. El aggiornamento en el extremo.
ResponderEliminarEl erotismo sicalíptico, el minimalismo en el vestir se dió cita en las jmjs, para verguenza de los organizadores, y escarnio de los prelados. Un encuentro supuestamente espiritual se convirtió en oportunidad para el ligue y para recrear la pupila , ya que el código de vestido de la jumentud católica brilló por su ausencia.
No hay problema, los que regaron la sopa en España, van a aconsejar a Brasil como llevarlas mejor a cabo. Se me ocurre una especie de escuela de samba, desfilando en el Sambódromo de Río, con ritmo de la macarena.
Caramba, D. Terzio, la novena le ha sentado de maravilla. Lo de "Deduzco que, como se trataba de un mueble penitencial, el diseñador de marras ingenió un artefacto propiamente dotado con todas sus incomodidades, para ambientar el acto en sí." etc. es simplemente de antología.
ResponderEliminar¿Cuanto se pagó por estos confesionarios? ¿cuanto pretende recuperar ahora? ¿A quien se vende "por un donativo" un objeto del culto sacramental y qué garantías se tienen de que no van a aparecer en el antro blasfemo gay de Ibiza o en una película pornográfica, por poner un ejemplo?
ResponderEliminarEso nos daría una idea de la racionalidad del asunto.
Cuestión baladí, de poca monta, la de los dineros y costos. Ya se sabe que nuestra CEE y el mega-Rouco ajustan cuentas según el infalible e incontestable procedimiento GranCapitán, muy hispánico.
ResponderEliminarObjeto, por otra parte, lo de la eventual compra homo-que-te-como: Los marigays, no obstante su depravación antinatural, suelen tener buen gusto (estético).
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Y después andan pidiendo la donación de la paga extra...
ResponderEliminarPEDRO HISPANO: Coincido con las críticas aquí aparecidas aunque la verdad es que hay que reconocer humildemente -la humildad es la verdad- que los confesonarios "de antes" en cuanto muebles dejan con frecuencia poca autoridad moral para criticar nada.
ResponderEliminar¿Vd. ve estéticas las "marchas del orgullo gay", D. Terzio? pues estas y otras mariconadas son de muy mal gusto, que lo sepa Vd.
ResponderEliminarYo no veo las marchas del orgullo gay; esas cosas sólo las ven los propios aficionados/interesados como (según parece) usted.
ResponderEliminarMe alegro, pues, de no tener el disgusto conocerle a usted, D.Voyeur Gay Anónimo.
Contenga pues su curiosidad visual gay-pecaminosa y vaya, de camino, a confesarse en uno de esos cómodos confesonarios playeros.
p.s. Ah, y no entre más, please, en este blog, que tiene comentadores decentes (e inteligentes).
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Hay parroquias ejecutadas de veinte años en adelante donde quizás "la tabla de güindsirfú confesora" pueda constituir el elemento artístico más destacado. Ojo, y no son kiko-templos.
ResponderEliminarSanti.
Mismamente la monstruo-parroquia de Vaciamadrid, del mismo arquituerto perpetrador, que es (¡quién lo diría!) socio conspícuo del Opus Dei.
ResponderEliminarY se echa uno a temblar considerando el estado creativo de estas élites católicas: ¿Así traducen formalmente/estéticamente lo que creen?
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El delegado de jóvenes de mi arciprestazgo tiene deseos (oscuros) de adquirir uno. El problema es que no le cabe, ni en la parroquia que administra -templo tardogótico, de una nave estrecha- ni en la que hace de vicario -un templo magnífico (que no es catedral porque le faltan dos torres) que ya tiene sus cuatro confesionarios, todos de buen gusto y uso-.
ResponderEliminarSi llegara a cometer tal tropelía, en la próxima ronda de confesiones cuaresmales pienso aniquilar el engendro. Y con fotos.