sábado, 14 de abril de 2012
Resentimientos, remordimientos, cargos de conciencia con retraso y falsa inculpada
Lo que podría haber sido (¡debería haber sido!) el testimonio agradecido por una vida salvada , se ha vuelto la vengativa persecución contra la parte más debil de una trama con suficiente argumento para un serial de telenovela.
La parte más débil, la parte rota, por donde han herido, ha sido una monja octogenaria, presentada por la prensa y los medios como la autora responsable de un caso de tráfico infantil, sustractora intimidante de un bebé recién nacido y dadora de este en ilegítima y sórdida adopción. Semejante presentación hace imaginarse un monstruoso perfil criminal cercano, en fisonomía y carácter, a una especie de Cruela de Vil. Pero la anciana de 84 años que compareció el otro día ante el tribunal y los implacables flashes de los fotógrafos era una monja desgastada, enferma, vestida con un pobre hábito azul, como tantas otras hermanas suyas que se pasan la vida en hospitales, orfanos, residencias de ancianos y colegios: El mismo tipo, la misma figura, el mismo estilo que el de una de esas monjas que sirven comidas en los comedores de cáritas. Todas saben mucho, y guardan un discreto silencio sobre muchas cosas que han sabido, que les han contado, que han vivido como co-protagonistas o que han acompañado como co-sufrientes. Ahora todo eso se les puede volver en su contra, como este caso demuestra.
¿Es que se pueden dar, pueden surgir, existen entre nosotros monstruosidades monjiles de abyecta condición, obscuras criminales de thriller de terror? Yo, entre los cuatro y los siete años, pensaba que sí.
Cuando entré en el colegio de RR. MM. Teatinas, con cuatro tiernos e impresionables años, yo era un primogénito híper-mimado, con llamativa cabezota rubia, unas gafas descomunales y botas ortopédicas. Entonces, una parte notable de todas mis frustarciones, tráumas, néuras, aversiones y terrores infantiles se focalizaron en las RR. MM. Teatinas, especialmente en un par de ellas, brujas con toca y rosario a las que empecé a odiar intensamente, con una manía que todavía perdura como un eco de mi remota (pero activa) conciencia infatil. ¡Maditas Sor Nuria y Sor Estefanía! (a quienes mis hermanas, que tenían tres años, adoraban, por cierto).
Con el tiempo, aquello pasó. No digo 'superé', digo que pasó, como pasa una tormenta o se pasa la varicela; pasó y durante muchos años me molestaba recordar aquellas clases de parvulario, aquellas mañanas de lectura, aquellas tardes de dictado y catecismo. Aquellas dos monstruosas reverendas se fueron alejando, difuminándose lentamente, como dos puntos terribles en el espacio-tiempo. Hoy puedo contra aquello, lo puedo recordar y escribir; entonces no podía ni verbalizarlo.
Digo todo esto por comparar para aclarar el odio que han volcado sobre la monja de 84 años, todo un auto-resentimiento personal, toda una auto-inculpación personal, todo un tráuma personal, una vida de remordimientos, de conciencia cargada, que ahora, acumulada y compactada en una pesada e insoportable losa, se deja caer sobre la monja anciana, pretendiendo sepultar con ella todo el mal que gravó un pasado culpable que ahora se intenta imputar a otro, a la monja, precisamente.
Una monja de colegio y una monja de hospital maternal pueden trasmutarse en los laberínticos circuitos de la psiquis de un niño y las complicadas conexiones causales de la razón de una madre traumatizada-frustrada, en una siniestra figura merecedora de castigo, sobre la que recaerán todos los palos, todas las recriminaciones del pasado y del presente que todavía duele como una vieja herida que nunca sanó.
Alguno pensará que desvio el tema. Yo pienso que no, que por donde digo corre el hilo de esa y otras tramas.
Por lo pronto parece que se ha dado la voz de alarma y el '¡sálvese quien pueda!'. El ministro de Justicia Gallardón, flanqueado por otros dos ministros pperos, declarando ante lo medios la inexorable persecución de los hechos era una imagen suficientemente elocuente. Casi tanto como la de la pobre monja acosada por las cámaras saliendo del juzgado.
Me pregunto si algún día habrá madres abortadoras que denuncien, acosen, persigan y criminalicen a los médicos, enfermeras, hospitales e instituciones sociales y políticas que intervinieron en el aborto de sus hijos.
Me pregunto si alguna vez el estado tomará cartas en esos asuntos tan decididamente como las ha tomado en el caso este de la monja acusada por la madre de la niña, por los padres que la adoptaron, por la niña traspasada y adoptada, por el estado y por la sociedad: Todos contra una que (en definitiva) salvó una vida.
¿O no fue eso?
+T.
Algo parecido hemos comentado en casa. ¡cuánto bien habrá hecho esa monja! y ¡cómo será la trama que hay detrás de todo esto!. De momento sor María ha sido condenada por el telediario. Y sólo ella, curiosamente porque en ese hospital donde trabajaba también había unos médicos y unas enfermeras y unos gerentes ¿dónde están? Nadie pregunta por ellos...
ResponderEliminarAhora se descabeza a los niños antes de nacer, antes estaban esas monjas de hospitales, que deben haber salvado muchas vidas.
En fin, son muchos los interrogantes, muchas las reflexiones posibles y mucho también, sin duda el dolor que hay detrás. Pero ahora también habrá mucho dinero en indemnizaciones y demás. Qué peligro.
Pues creo que no no es eso. Porque ni el salvar una vida ni todas las del mundo justifica el quitar un niño a su madre sobre posibles de futuro y encima con dolo, por lo que parece ser.
ResponderEliminarY cuidado con la analogía de los abortistas no vayamos a encontrarnos que algunos de los que imputen por aconsejar y hacer asesinar sean también clérigos y consagrados.
En estos casos la sensibilidad mueve a la apología, no sin cierta parte de razón la suya padre a la que hay que unir el fuerte sentimiento anticlerical de nuestra patria que ya asesinó a tantas monjas corriendo la voz de que envenenaban a los niños, pero como está el patio y como ha estado el mangoneo clerical de toda la vida, la razón indica actuar según justicia, que puede estar mucho más allá de la sensibilidad y de nuestro impulso natural de querer arreglar el deseorden del pecado cuando no tenemos autoridad ni mandato para ello.
Un saludo, Don Terzio. A ver si el próximo es de una gloriosa y buenísima noticia.
¿Y no vamos a aprender y dejar de hacer caridad a perros que despues te muerden la mano? En una sociedad católica se puede y se debe, en la actual es una imprudencia temeraria.
ResponderEliminarDesgraciadamente no aprendemos.
Por cierto el actuar con justicia es llegar a todos los implicados religiosos y civiles, que también los habrá, sin duda. Aunque a todos todos sólo los satisface la justicia divina.
ResponderEliminarPEDRO HISPANO: Confieso que no acabo de entender lo que pasó. ¿Querían abortar un niño y esa religiosa lo llevó a unos padres adoptivos?
ResponderEliminarMiles, parece que nos hemos tragado la bola y hemos creído la especie 'contra mónaca'; o - por lo menos - das esa impresión.
ResponderEliminarA lo segundo te respondería con 2 palabras, pero tengo a un susceptible suelto que ha pensado lo que no es...también por 2 palabras, conque mejor aspettiamo e preghiamo insieme, a ver por dónde nos sale la Providencia.
AMDG, lo que dices es muy contra-cristiano: Hasta en Getsemaní, con la Pasión incoada, paró el Señor la espada de S.Pedro y curó la oreja de aquel Malco. O sea - como dice San Pablo - 'Charitas Christi urget nos', sin ambages. Si los malos se mantienen malos en todo momento, los cristianos debemos mantenernos cristianos con cualquiera y bajo cualquier circunstancia, este es el ideal: "Amad a vuestros enemigos y haced el bien a los que os odian", dixit Dominus.
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Tampoco lo sé bien. Digamos que, en unas circunstancias comprometidas, tuvo a su hijo y este fue dado en adopción.
ResponderEliminarSi hubiera sido hoy día, lo más probable es que hubiera abortado.
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Padre no me trago la especie mediatizada, pero es que tampoco me sorprende que sea cierta. Al menos en la parte menos mediatizada: un mecanismo pseudoestatal u oficioso de adopción en el que la monja era un eslabón más de la cadena. Eran tiempos en que los niños abundaban todavía y no era como hoy que hay que ir a buscarlos fuera o ponerse en cola interminable.
ResponderEliminarPero lo que analizo no es lo mediático, sino el hecho moral de retirar a un niño de su madre en base a un futurible que es lo que usted ha presentado en la pregunta ¿salvar una vida?. Ahí la monja no iría por libre, tendría su confesor, su director, etc. Y toda una red de asesores, experots y buenas personas (los mismos medicos que firmaban los partes y veían lo que pasaba allí, las comadronas, lso funcionarios del registro, etc.) movidas por los mismos intereses y confesores. Más o menos como pasa en el mundo de las finanzas católicas.
Esas mismas redes se montaban naturalmente y acababan concluyendo toda una trama aparte para tratar a los curas abusadores a la encubierta. Luego pasó lo que todos sabemos. Que los expertos y confesors y moralistas de entonces se equivocaron de pe a pa. Esto es lo mismo. Exactamente lo mismo, solo que el mal objetivo es otro. Niños apartados de sus padres. Ya verá la justicia si con dolo o con consentimiento condicionado.
Y ese mal objetivo subsiste con independencia de que los que lo sufrieeron se aprovechen de su situacion para sacar tajada.
NO pasa nada por reconocer que eso es un mal. Ahora hay que ver que pasó. Eso es cosa de la justicia y las pruebas que haya. A la prensa ya la conocemos.
Pues que Dios me perdone. En todo caso, el ejemplo que pone es improcedente. La Pasión es un misterio del que no cabe sacar conclusiones morales a aplicar en casos de simple cálculo prudencial. No me refiero al caso de esta monja, que no juzgo, sino a lo que se hace ahora.
ResponderEliminarLos recursos materiales son escasos, si no los repartes a los amigos, favoreces indirectamente a los enemigos. No creo yo que haya que amar más a los enemigos que a los amigos. Yo, a los enemigos, salves y credos y los cuartos quedos. Ya sé que ahora es al revés: los recursos materiales se reparten sin mirar la condición religiosa del beneficiario. Al mismo tiempo, pedir que se conviertan está mal visto.
¿No distinguió Cristo mismo entre hijos y perros? Pues anda que no hay cristianos perseguidos en el mundo. Yo me imagino el desánimo que sufrirían si supieran cómo se administra la beneficencia católica en España.
El caso hace aguas por todas partes. Si a mí me roban un hijo no me estoy 30 años sin abrir la boca.
ResponderEliminarLéanse los detalles del asunto y lo verán muy claro: mujer joven inculta y sin posibles, con un hijo pequeño, que se queda embarazada de un tipo que no es su marido y es abandonada tanto por el marido como por el adúltero. Su madre le dice que sabe cómo hacerse cargo del "problema" que viene, y la obliga a ponerse en contacto con personas que se dedican a encontrar colocación para bebés no deseados. Después del parto, el bebé es dado en adopción a unos señores que han pagado todos los gastos médicos.
Vamos, que en lugar de contra la monja, las señoras estas deberían querellarse contra la abuela, que fue la que organizó la operación.
AMDG, estás traumatizado...tú sabrás por qué o por quién; necesitas dirección espiritual para ir encajando ciertas cosas: La caridad y la beneficencia nunca se equivocan, aunque atiendan a un enemigo, aunque socorran a un malvado, y siempre son meritorias ante Dios. La acepción de personas, sin embargo, entraña una parcialidad de la benevolencia que puede tener como consecuencia que nuestras acciones buenas queden al final desvalorizadas moralmente. Las palabras del Señor son terminantes:
ResponderEliminarHabéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda. «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.
Mt, 5,38-48
Todo lo demás que puedas argumentar no proviene del Señor, no pertenece al Nuevo Testamento, no es cristiano.
Que lo practiquemos o no, es otra cuestión.
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Solo El, sabrá de verdad que ha habido en este y otros casos que ahora al "rebufo" afloran curiosamente. Que El bendiga a los que bien obraron, y tenga en cuenta a los que no.
ResponderEliminarA mi lo que no me cuadra es que la madre biológica diga que la religiosa le quitó a su hija y le dijo que lo hacía por ser adúltera. Teniendo presenta que estamos hablando de 1982 ¿Por qué la madre no denunció en su momento los hechos? ¿Te dicen abiertamente que te quitan a tu hija y no haces nada?. También me pregunto por qué la religiosa no declaró ante el juez lo que declaró públicamente en su carta a los medios. Sin ánimo de hacer juicios, la verdad es que suena todo muy raro.
ResponderEliminar[1/2]
ResponderEliminarPáter, con permiso de AMDG y el suyo me meto en el tema. Quiero enfatizar que tengo grandes confusiones en este tema.
Entonces pregunto: ¿Fueron malos cristianos los españoles hispano-godos de tiempos de Pelayo, por lo que hicieron e iniciaron? ¿Y todos nuestros ancestros? Y no hablo solo de monarcas sino de todos los involucrados, que fue la nación entera en la sucesivas generaciones. ¿Y que tal San Fernando Rey de Castilla, que fue el gran paladín de la reconquista? Y usted como andaluz y sevillano bien tendrá que saberlo. ¿Fue mal católico San Fernando pinchando tanta carne a la moruna? ¿Que deberían de haber hecho en definitiva aquellos cristianos? ¿Tan solo rezar por la conversión de los sarracenos e invitarlos a tomar té mientras seguían cortando cabezas cristianas? ¿Que dice la Iglesia al respecto?
A lo mejor también lo hicimos mal los españoles cuando Lutero, y debimos dar respetuosa vía libre a la propagación del error (del terror). A lo mejor lo hicimos mal en América: quizás deberíamos haber dejado a los simpáticos indios que se siguieran sacando las tripas los unos a los otros; todo sea por la multiculturalidad, que nuestros brutos ancestros no podían comprender. Y a lo mejor lo hicimos mal con las cruzadas en Tierra Santa (la reconquista también fue Cruzada aunque propiamente hispánica) ¿Que dice la Iglesia al respecto? Bueno, creo que JP2 hasta pidió perdón por todas estas cosas, dejando en qué situación a sus predecesores... ¿Entonces deberíamos efectivamente pedir perdón?
No se, me sigo preguntando. Una mujer que está siendo violada por un moro (o por quién sea, digo moro por lo que todos sabemos y pocos medios dicen): ¿Debería facilitarle la fiesta al "invasor"? ¿Debería ponerse a pedir por su conversión en plena faena? ¿Sería mala cristiana si esa mujer matase al agresor si eso le diera oportunidad de librarse de él? ¿Que dice la Iglesia al respecto?
Hace poco hablábamos lo de Mons. Reig Plá y a mi lo de Arturo Pérez-Cobarde me sacó de mis casillas y me hizo despotricar hasta quedarme agusto. Sí, caí en la trampa de Satanás. Pero, ¿y que fue de la santa ira? ¿Debemos de dejar vía libre en todo?
Y un poco mas en plan táctico: si a un nene maleducado lo dejas hacer ese nene no dejará de hacer monstruosidades cada vez peores, y peor según vaya creciendo. ¿No es muy cristiano también saber dar una bofetada a tiempo? Cuanta caridad puede tener un bofetón, por el daño futuro que se evita en el receptor y en el posible daño de este a terceros. Incluso quizás no me equivoque mucho en decir que Dios mismo nos trata así, como un buen padre, que nos da el bofetón a tiempo antes de que nos desviemos mas.
[2/2]
ResponderEliminarY ahora me estoy acordando del padre Félix Sardá i Salvany, cuando aprobaba y justificaba perfectamente subir el "tono de voz" en según qué circunstancias.
¿Hay algo de bueno en aquello de "a Dios rogando pero con el mazo dando"? ¿O en aquello de "sin odio pero con puntería"? ¿O todo es malo?
¿Lo de "la otra mejilla" hemos de interpretarlo literalmente? ¿Y que pasó con lo de la famosa "dignidad de la persona humana" tan vaticanosegundista?
Y también me estoy acordando que creo haber leído que es perfectamente cristiano practicar la caridad primero con los mas cercanos, sin querer esto decir que se tenga que odiar a los demás. De hecho yo tenía asumido esto como perfectamente cristiano, ¿me estoy equivocando?
Y así podríamos seguir pero mas o menos sirve para dar una idea de mis inquietudes. Este creo que es un asunto espinoso, complicado. ¿Donde se hallan las sutilezas?
Personalmente entiendo el mensaje de nuestro Señor, en cómo debemos actuar, en no odiar al enemigo, pero tenía entendido que la Iglesia aprobó la Reconquista, las Cruzadas, y tantas y tantas otras cosas. Ya digo, hasta que llegó JP2 y le dio la vuelta a la tortilla, o desde luego a mi me lo parece así. Insisto, ¿que es lo que el cristiano debe saber al respecto?
Estoy liado. Que alguien me ayude. ¡Prego!
PS. Cuando pregunto lo que dice la Iglesia al respecto obviamente entiendo que es el magisterio autorizado sobre la Palabra de Jesucristo, y que obviamente no hay contradicción de ningún tipo. Es de perogrullo, pero lo digo para aclarar, por si acaso.
Hecha recolección de experiencias al respecto no encuentro suceso traumático ninguno. Gracias en todo caso por interesarse por mi salud espiritual, si es que no fue una simple reacción de fastidio por la incomodidad que causó mi comentario, que pudiera ser. Se trata de una conclusión plenamente racional en la que, sí, pongo bastante pasión. Su reacción me anima a redoblar la insistencia.
ResponderEliminarLa caridad y la beneficencia se pueden equivocar, y mucho, y ser completamente imprudentes –aunque el que las haga no lo entienda- y pueden traer muy graves consecuencias, otra cosa es que nunca se pierdan si se hacen por amor a Dios, que esa es la caridad perfecta. En efecto, la benevolencia puede no ser moralmente meritoria, si se hace por simples motivos humanos. También, siendo moralmente meritoria, si se hace mayormente por amor a Dios, puede acarrear consecuencias muy negativas que no tenmos ningún derecho a hacer sufrir a otros si somos conscientes de ello. ¿No tenemos un refrán que dice por la caridad entró la peste?
La palabras del Señor son sublimes; la aplicación literal de esa regla por un mentecato puede ser peligrosísima (mentecato, del latín mente captus). Creo que el pasaje pone de manifiesto lo que en el cristianismo es fundamental (el amor a Dios) y lo que es fundamentalista, el panfilismo sin criterio en el que hemos caído (panfilo, del griego, amigo de todos).
Vamos a poner un ejemplo. Se muere la madre de un parroquiano, a los dos días va a encargar unas misas gregorianas. Cuando usted le dice que dirá esas misas por su madre, él le aclara que en realidad las pide “por los difuntos de la parroquia en general” y le explica que ha pensado que hacerlo por la madre tiene menos mérito que hacerlo por desconocidos. Y le remata que este año, en vez de poner la x en la casilla de la Iglesia va a ponerla para las ONGs, y que la contribución que hace al Ayuda a la Iglesia Necesitada la va a cambiar a la UNICEF. Todo eso inspirado en esas palabras de Cristo.
¿Lo recomendaría para el consejo parroquial?
Antonius, puedes poner ejemplos incluso más recientes. A la derecha del blog de Terzio verás un sello y una moneda de Franco... ¡Ah, que el padre es filatélico! ¡Y numismático!
De verdad, no me parece recta doctrina hacer caridad a tontas y a locas, menos aún con la que está cayendo.
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Esta sí me parece recta doctrina:
En lo que toca al prójimo, hemos de amar con preferencia a los mejores, a los que están más cerca de Dios, y también a los que están más cerca de nosotros por la sangre, la afinidad, la vocación o la amistad.
Cuanto más cerca de Dios está un alma, más merece nuestro cariño.
Cuanto más cerca está de nosotros, más íntimo es nuestro amor a ella, y más completa debe ser nuestra abnegación en lo referente a la familia, a la patria, a la vocación y a la amistad (Cf. Santo Tomás, IIa-IIæ, q, 26, a, 8).
Por donde la caridad no destruye el patriotismo, sino que lo eleva, como sucedió con Santa Juana de Arco y San Luis.
Tal es el orden de la caridad: Dios quiere reinar en nuestro corazón, mas sin excluir amor alguno que sea compatible con el suyo; antes bien lo eleva, lo vivifica y lo hace más noble y más generoso.
Aun a los enemigos de la Iglesia hemos de amar, rogando por ellos; pero sería trastornar el orden de la caridad, con pretexto de misericordia, amar más a los enemigos de la Iglesia que a algunos de sus hijos que trabajan a nuestro lado, a quienes quizá tenemos envidia.
http://radiocristiandad.wordpress.com/2011/12/02/p-garrigou-lagrange-la-providencia-y-la-caridad-fraterna-4o-parte/
AMDG, insisto en lo del tráuma; a lo peor es inconsciente, y no lo recuerdas, o no lo adviertes. He estado a punto de no publicarte el comentario; los de Antonius los dejo porque no los suelo leer, a los tuyos les presto un poco de atención. También he estado a punto de contestar tus pseudo-tesis, pero volvería esto un 'foro', que he repetido muchas veces que no es.
ResponderEliminarTe diré, empero, que el tema de la caridad tiene un punto obligado de reflexión en Mt 25, 31 ss. Léelo, reflexiónalo (pide al Señor gracia para entender) y verás que ahí se habla de una caridad-benevolencia indiscriminada e incluso ignorante, que da sin saber a Quién está dando o no da sin saber a Quién está negando. Es una extensión del Sermón de la Montaña que predica "...a quien te pida, dale"; o "...que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha". Por mucho que mal-cites al Aquinate y a Garrigou, contradices con tus componendas al Evangelio y a Cristo que lo predicó, grave custión, me parece. ¿No te parece a tí?
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Oh, páter, gracias por la sinceridad, espero no haber soltado alguna vez alguna barbaridad digna de ser censurada.
ResponderEliminarSupongo que me lo merezco. Un ignorante como servidor (y lo digo honestamente y sin ironía), debería tener la boca cerrada.
No obstante, gracias por publicar mis comentarios, aunque en adelante procuraré hacer las cosas mas prudentemente. Vamos, que mejor me callo.
AMDG: Es cierto, lo que pasa es que tiene uno tanto de donde escoger...
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo pero según lo que dice el páter parece que tenemos un problema. Posiblemente el de la moneda y el sello también lo tenía, y algunos de los que he mencionado antes también, y los que has mencionado tu.
Pues habrá que profundizar en ello porque sigo estando liado. Ahora bien, cuando venga el moro con la cimitarra me va a costar mucho entregarle mansamente el pescuezo, y si lo hago será con tremendos sentimientos de culpabilidad y cobardía, si es que tuve oportunidad de defenderme. En fin, me quedaré con la duda porque no voy a tener tiempo de leer todo el magisterio y la historia de la Iglesia. Y que Dios tenga Misericordia de nosotros. Desde luego en mi caso tengo la ventaja de que podré alegar verdadera ignorancia.
Y perdón por haber cambiado el orden de este comentario y el anterior.
No es desprecio, Antonius: Es que escribes mucho, con mucha extensión, conque le echo una ojeada, grosso modo, y publico. Como sé que no eres hereje, y tienes buena voluntad, me fio.
ResponderEliminar'
Oh, gracias páter. Bueno, buena voluntad si tengo. Y si, escribo demasiado y me enrollo mucho, tiene usted razón. Lo tendré en cuenta. Son los pequeños vicios de cada uno, pero prefiero que sean este tipo de vicios antes que otros. Gracias de nuevo y discúlpeme por todo.
ResponderEliminarSi D.Terzio me permite añadir un pequeño comentario, pondré un ejemplo extremo: dar de comer a un moro hambriento (con o sin cimitarra) es caridad; darle dinero para construir una mezquita es estupidez. Al respecto dice la Doctrina de los doce apóstoles (siglo I):
ResponderEliminar1:5 A todo el que te pida, dale y no le reclames nada, pues el Padre quiere que se dé a todos de sus propios dones. Bienaventurado el que da conforme a este mandamiento, pues éste es inocente. ¡Ay del que recibe! Si recibe porque tiene necesidad, será inocente; pero si recibe sin tener necesidad, tendrá que dar cuenta de por qué recibió y para qué: puesto en prisión, se le examinará sobre lo que hizo, y no saldrá hasta que no devuelva el último cuadrante.
1:6 También está dicho acerca de esto: que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a quién das.
Vamos, que caridad no es sinónimo de estupidez.
Las alusiones a asuntos personales, a motivaciones ocultas o los juicios de intenciones no sirven de nada en los razonamientos. La calificación moral del acto de "hacer bien sin mirar a quien" en cualquier circunstancia es independeinte de mis supuestos traumas. Afirmo que en circunstancias como las actuales –en un medio anticatólico- es una imprudencia, además de contraproducente.
ResponderEliminarDesde luego, está en su derecho de no aprobar comentarios molestos, aunque no sea precisamente un ejemplo de caminar dos millas con quien te obliga a que camines una. Si no considera oportuno contestarme, puede al menos informar de sitios donde encontrar una exposición ortodoxa, pero práctica (no necesariamente casuística). El quinto mandamiento de la Santa Madre Iglesia habla de ayudar a la Iglesia en sus necesidades. A la iglesia, no al primero que pide. Y curiosamente no soy yo especialmente duro en esos casos. Dicho sin creerme mejor que nadie, porque sé que me cuesta bastante poco.
Entiendo ese pasaje perfectamente, y encuentro sublime la doctrina. Pero insisto en que no se aplicable de forma ciega. Es imposible no saber a quien se está negando y a quien dando por ejemplo cuando se pone la equis en la casilla de la renta, cuando se hace una transferencia o una suscripción a AIN, etc. Y tampoco es moralmente recto dar a todo el que pida sin una evaluación del asunto, porque hay pedigüeños profesionales y no debemos fomentar eso.
¿Componendas? ¿Mal-cité? Perdone usted, ¿he manipulado acaso el contenido? ¿no indico la fuente de forma transparente? No me parece justo, no digo ya caritativo.
¿Caritativo? ¡Pero sin con tu procedimiento suspicaz y desconfiado te has cargado la Cáritas parroquial, la diocesana, la nacional y la internacional!
ResponderEliminarDe seguir tus criterios deberíamos cerrarlas todas, y hacer colectas para entregarlas a los Santos de la Gloria, intachables cristianos, súper-probados y coronados de virtudes.
El problema es que los Lázaros, los leprosos, las cananeas y las fenicias (y los sidosos, y las infectadas, y las derrotadas, y los adictos, y los indigentes, y los marginados, y los sintechos, etc. etc. etc.) están en este mundo, no en el Reino Celestial.
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Páter, entre el blanco y el negro hay una escala de grises.
ResponderEliminarY yo no entiendo de barcos pero me suena que no debemos interpretar todo el Evangelio literalmente. Menuda cosa sería. Para eso está el magisterio de la Iglesia.
Creo que en los comentarios se han citado suficientes casos e incluso muy ortodoxos documentos doctrinales. Los caso que hemos citado no contradicen a los que usted dice. Por eso digo que entre el blanco y el negro hay una escala de grises.
Y AMDG dice algo importante que es el gravísimo estado de amenaza bajo el que se encuentra la Iglesia hoy. Efectivamente no debemos confundir la caridad con la estupidez ni el quijotismo, provocando de forma EVIDENTE males cualitativa y cuantitativamente mayores de los que bienes que se pretende hacer.
Y una cosa es que no sepa la mano derecha lo que hace la izquierda y otra muy diferente es hacer las cosas sin ton ni son.
Dicho sea con todo el respeto, como de costumbre.
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ResponderEliminarY aunque ya lo he hecho implícitamente quiero decir explícitamente que la Iglesia aprueba la 'guerra justa', y sabemos que el magisterio de la Iglesia no puede contradecir el Evangelio.
ResponderEliminarLa acusación es, evidentemente, falsa. No se sostiene. ¿En 1982, año de la victoria de Felipe González, una monja roba un bebe a una madre que ya tiene otra hija, y se la deja robar? ¿Y en Madrid, que noes precisamente la selva ecuatoriana? ¿Y se acuerda después de 30 años? ¿No se tratará , más bien, de un abandono cuya culpa, como dice el autor, se transfiere a otro? ¿No se tratará de una búsqueda de dinero? ¿No habrá una manipulación anticatólica? Creo que si hoy no se dan esos casos en España es porque en 1982 aún no existía la ley del aborto, y hoy sí. Hoy no se dan niños en adopción porque se abortan. Esa es la verdadera tragedia, además de un suicidio colectivo.
ResponderEliminarCreo que no se ha entendido, o querido entender, lo que decía.
ResponderEliminarSe trata simplemente de dar prioridad a los católicos necesitados, especialmente a los perseguidos.
Tan sencillo.