martes, 27 de marzo de 2012
Una imagen deconstructora
El juanpablismo consumó el desmontaje de la imagen del Papado, despojando al Romano Pontifice de sus símbolos tradicionales, como la consumación, el último capítulo o el apéndice, de la reforma litúrgica del post-concilio. Al final, también el ritual que celebraba el Papa o le acompañaba, quedó reducido a un mínimum. Con la desaparición de los signos, no cabe duda de que el concepto también quedaba afectado.
Durante los años del Papa Montini, se conservó todavía una cierta dignidad de formas, quizá por la estrecha vinculación del entorno pontificio y del mismo Pablo VI a los antiguos ceremoniales vaticanos, tan vivos en la memoria de todos aquellos que los habían conocido. Con la llegada de Juan Pablo II sufrió un acelerado cambio, desapareciendo la característica solemnidad de la Casa Pontificia, que se sustituyó por una nueva formalidad protocolaria, tanto más desacralizada cuanto se pretendía dar una imagen de modernidad y sintonía con la cultura del siglo. Bajo el pretexto de la 'cercanía' y la coartada del 'aggiornamento' todo se fue reduciendo, imponiéndose una estética sacra que alternaba el mal gusto (personal) del Papa Wojtyla con las innovaciones de los maestros de ceremonias, el muy discutible Virgilio Noé (uno de los más influyentes autores de la reforma litúrgica post-conciliar) y el nefasto Pietro Marini (marcó un hito en la degradación de las ceremonias pontificias, las celebraciones multitudinarias de la época de JP2º y la gestión de la sacristía pontificia).
Por haber sido proclive a determinadas instituciones católicas de relativo perfil 'conservador', se soslayaron detalles y se taparon tendencias que, en otras circunstancias, hubieran agitado una gran polémica. Se le endosó el perfil de un papa conservador cuando fue, de hecho, el gran consumador de las tendencias vaticanosecundistas.
De cualquier persona, la imagen importa mucho, porque define visualmente al personaje. De alguien que ostenta la representación de una institución o la encarna, la imagen importa tanto como importante sea la institución. Del Papa, la imagen importa mucho porque es su impronta personal e institucional. El Vicario de Cristo, Cabeza Visible de la Iglesia, Sucesor de San Pedro, con potestad canónica-pastoral universal, Doctor supremo de la fe, con el privilegio de la infalibilidad ex cáthedra etc. etc. etc. debe mantener una imagen en correspondecia con lo que es. Por lo menos, debería ser fiel a la imagen que el Papado mantuvo cuando lo ocuparon sus predecesores, santa, digna y virtuosamente. Si en algún momento decayó el modelo, recuperar y restaurar la imagen más digna debería estar en la intención de cuántos ocuparan la Santa Sede.
De muchas formas se puede deconstruir un concepto, una institución, una dignidad; una de las más efectivas es la deconstrucción por vulgarización, por mímesis con las modas, los usos y/o las tendencias sociales del momento.
Por ejemplo, los pontificados de los Papas del XV-XVI (Della Róvere, Cibo, Borgia, Médici), tan identificados con las tendencias de su siglo, fueron el preámbulo de la gran crisis de la reforma protestante. Más adelante, las proclividades y simpatías ilustradas de un Benedicto XIV, enflaquecieron la dignidad de la Santa Sede, que parecía divertirse con el dilettantismo pre-revolucionario de muchos de sus más conspicuos prelados, cuyas frivolidades se pagarían muy caras poco después.
Los 'signos' populistas de JP2º siguen emitiendo un mensaje equívoco, muy confuso: ¿Eran gestos de empatía popular? ¿Eran signos de comunión con ciertas tendencias? ¿Eran algo más que instantáneas de expasión en medio del protocolo? ¿Significaron, alguna vez, una extensión de las palabras, un plus de intercomunicación con intención de intercomunión?
La simpatía no debe imponerse a la dignidad, ni sustituirla, ni disminuirla, invadiendo su esfera y propiciando imágenes susceptibles de ser interpretadas correspondientemente, que pueden inducir la devaluación conceptual de lo que se altera por la inserción inapropiada de aditamentos incongruentes.
Un sombrero es un sombrero y define al quien lo usa. Si es una tiara, califica de forma exclusiva porque es un ornamento exclusivo, que sólo porta uno, distinguiéndolo entre los demás.
Pero un sombrero común, si se acepta, confunde al que se lo pone con la masa vulgar que lo usa. Sin descalificar - of course - a la masa de los usuarios, pero descalificándose la propia diginidad del que no debiera usarlo.
Es triste ver al Papa sin tiara, pero es más penoso verle con un sombrero.
La exultante plebe (bienintencionada) tradujo el gesto, confraternizando: ¡Benedicto, hermano, ya eres mejicano!
Y así estamos.
+T.
La verdad es que el "aggiornamento"
ResponderEliminarvaticanosegundista ha causado estragos en la Iglesia.
Al mejor estilo del mundo se intenta dar la imagen de un Papa y una Iglesia, cercana al pueblo, horizontal, que admite y respeta todas las religiones y culturas.
El Papa, el obispo, el cura, el religoso/a, intenta "ser uno más de los fieles laicos" al mejor estilo protestante, por eso un Papa, mandó la corona pontificia a freir espárragos, éste pone el sombrero mejicano, el obispo de mi diócesis da pena verlo, anda por ahí sin báculo pastoral, con chaqueta, pantalones y cartera como un funcionario..(aunque de negro y con clerigman)(lo veo y me parece un funcionario de Hacienda)
los curas y religiosos/as se quitaron la sotana y el hábito...
Pues no, los ropajes y los símbolos sagrados de la jerarquía eclesiástica SON SIMBOLOS DE PRESTIGIO Y AUTORIDAD
Expresan el ORDEN, LA JERARQUIA Y LA DISCIPLINA necesaria, querida e instituida por Cristo.
Cumplen además una función evangelizadora, los fieles vemos en los ropajes sagrados y los símbolos, al consagrado a Cristo, a su ministro, que proclama al mundo su entrega y nos recuerda el más allá y la otra vida.
No, y mil veces no, el concilio Vaticano II, fue un ERROR Y UN FRACASO, ni el Papa ni la Iglesia, tienen que adaptarse, "aggionarse" o actualizarse al mundo, ni a sus culturas, ni a sus sistemas políticos, ni a sus filosofías, ni a sus doctrinas de hombres.
Santiago, 4,4
4 ¡Corazones adúlteros! ¿No saben acaso que haciéndose amigos del mundo se hacen enemigos de Dios? Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios.
1ª San Juan 2,15
15 No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Por eso es muy necesario que la Iglesia revise el concilio Vaticano II, a la luz de la Tradición.
Para darle la vuelta al Concilio Vaticano II, y proclamar que es el MUNDO EL QUE DEBE ACTUALIZARSE, ADAPTARSE O "AGGIONARSE" a la Iglesia y no al revés.
Cuando lo vi ayer se me cayó el corazón a los pies de golpe. No es que no lo esperara, pero no deja de doler. Estuve a punto de comentarlo en la entrada anterior pero cada vez estoy mas desanimado, es una tras otra...
ResponderEliminarQue payasada, que ridiculez, que bochornoso y vulgar rebajamiento.
Yo sigo opinando, y no solo por esto, que por desgracia se equivocan aquellos que piensan que este Papa es tradicional y conservador. Creo que en el fondo es tan o mas vaticanosegundista que JP2, solo que en las formas es mas convencional (JP2 fue y es insuperable) y no hace tantas cosas, pero las hace, ya lo vemos.
Mas me duelen otras cosas. Por ejemplo cuando dijo aquello que "el marxismo no está de acuerdo con la realidad". ¿Que querría decir? Cuando pocos días antes ya estaba Bertone vendiendo la democracia en Cuba. Entonces la realidad es la democracia, y la Iglesia, ¿trabaja por la democracia liberal? ¿Es el liberalismo el que está en la realidad? ¿Condenamos el marxismo, por supuesto, pero no condenamos el liberalismo y su democracia, sino que todo lo contrario trabajamos por y para ella y sus derechos humanos masónicos? Etc...
No vamos bien, no vamos bien.
Penitencia, conversión, oración.
Kyrie eleison.
Me solidarizo con su contrariedad. Un Papa no debe ser "simpático", ni populista, ni "del pueblo", a la usanza de los políticos que se dedican a engañar al personal con milongas. No sé si con tiara o sin ella, pero debería estar bastante por encima de estos esperpentos.
ResponderEliminarMiguel, el mundo no va a "aggiornarse" a la Iglesia, sino que en cuanto la Iglesia rompa con el mundo entonces comenzará la persecución. No parece sino que ya no es tiempo sino de la consumación de los tiempos.
ResponderEliminarLa Iglesia no puede ser del mundo ni estar con el mundo. En el mas optimista de los escenarios uno podría pensar que la actitud del alto clero es precisamente esa para intentar retrasar o evitar lo que no puede ser evitado, para evitar o retrasar el desencadenante. Yo no soy tan bien pensado aunque estas cosas solo Dios las conoce, así que servidor solo opina en función de lo que ve y entiende.
En cualquiera de los casos la historia de la Iglesia solo camina en una dirección y es el encontrarse con Cristo en Su regreso en la consumación de los tiempos, y esto es de fe. No se puede volver atrás, no se pueden repetir pasadas hazañas, caminamos en un sentido claro y no hay vuelta atrás... y tenemos que mirar adelante, y adelante tenemos Getsemaní, latigazos, espinas, calvario y Cruz. Llegado el momento la Iglesia, sus miembros, los que queden, deberán de aceptar esto y estamos en el año litúrgico en un tiempo muy propicio para reflexionar sobre esto según la entrada anterior de Terzio. Cristo en estos días ya se estaba preparando para lo que venía porque tenía que venir. Llegará el día en que cada alma tendrá que prepararse igualmente.
Por tanto: oración, penitencia, conversión, ayuno, fortaleza.
Hay que prepararse para que cuando venga el momento estemos preparados. Y como en los tiempos de Noé la gente cantaba, reía, comía y se casaba, mas llegó la lluvia y todos fueron barridos. En estos tiempos mas que nunca cada vez que comamos, riamos y gocemos las cosas del mundo pensemos en esto y pensemos en nuestros hermanos que sufren, especialmente los que sufren por causa del nombre de Dios y de la Palabra de Jesucristo, muy especialmente consideremos a los católicos fieles que por estar en la Verdad son perseguidos con mas saña. Pensemos en los que sufren la violencia de los hombres. Pensemos como sufre Cristo ante tanto crimen fratricida, que se han de producir por miles cada segundo. Pensemos en el sufrimiento de los niños abortados, sin estar bautizados si quiera. Pensemos en el sufrimiento de las benditas ánimas del purgatorio. Pensemos en todas esas criaturas amadas por Dios y como sufre Dios al contemplar tanta desobediencia y desamor. Cada vez que comamos, riamos y gocemos las cosas del mundo... pensemos un poco en todo esto. Normal es que no tengamos constancia jamás de un Jesucristo riéndose. Pues ahí está el Sagrado Corazón de Jesús, metamos ahí dentro nuestros corazones para que seamos uno en El.
Bendito sea el Señor por hacernos testigos de estos tiempos que quizás sean culminantes.
Danos fortaleza, Señor, danos fortaleza.
Santa María, ruega por nosotros.
Estimado Antonius:
ResponderEliminarPara lo que dices hay demasiadas evidencias como para ser incomprensible cómo los ministros, de mayor y menor jerarquía de la Iglesia, siguen cerrando los ojos y no quieriendo hablar de este asunto, al parecer tabú. Está el cumplimientos de determinados signos descritos en los Evangelios y las Epístolas de San Pablo (el Señor, si bien decía que no sabemos el día ni la hora, también dijo que debíamos escrutar los signos de los tiempos). Están las apariciones marianas de la Sallete, Fátima (con ocultación de la parte clave de los mensajes), Garabandal (ésta última no reconocida por la Iglesia pero tampoco condenada, aunque sí reconocida por el Padre Pío y la madre Teresa de Calcuta,, probablemente los santos más importantes del siglo XX), y muchas otras. Está la profecía de San Malaquías. Y está lo que estamos viendo por todas parte.
En fin, ya sabemos que los "profesionales" de la Iglesia a veces son cerrados de mollera, por yo, y otros cuantos, lo vemos claro.
Antonius dijo...
ResponderEliminarMiguel, el mundo no va a "aggiornarse" a la Iglesia, sino que en cuanto la Iglesia rompa con el mundo entonces comenzará la persecución. No parece sino que ya no es tiempo sino de la consumación de los tiempos.
Antonius, lo que yo quiero decir es que la Iglesia, al igual que Cristo debe ser EJEMPLO, LUZ y SAL, para el mundo sin desviarse de la Tradición oral y escrita.
Entonces el mundo tendría un modelo a seguir y sería el mundo el que tendría que cambiar para adaptarse a la Iglesia, o en otras palabras, SUBORDINAR LAS LEYES HUMANAS A LAS LEYES DIVINAS.
Lo que se hizo en el Concilio Vaticano II, fue al revés: la Iglesia, CAMBIO PARA ADAPTARSE AL MUNDO y AL HOMBRE.
Se protestantizó y se mundanizó.
Por eso antes que sea el mundo purificado lo será la Iglesia.
Deconstucción- ay qué tormento Derrida- resulta un tanto eufemístico para decir deterioro, rebaja, devaluación de la belleza, la pulcritud, que en el orden sagrado podíamos decir majestad y reverencia; hasta lo ridículo, lo nimio y populista. Del latín a la vernácula, del gregoriano al canto sentimental quinceañero, de la sotana al clergyman o paisano... Claro que las formas, las buenas pulcras y cuidadas formas importan!!!
ResponderEliminarivan
Miguel.
ResponderEliminarYo le he entendido lo que usted quería decir.
Pero, ¿y usted, me ha entendido lo que yo quería decir?
Mucha prudencia con las expectativas. .. hay que estar preparado para todo.
Saludos.
Disculpe, no publique mi anterior comentario.
ResponderEliminarLleva Vd. mucha razón, D. Terzio, pero, independientemente de los precedentes que sentó Juan Pablo II, a Ratzinger-Benedicto XVI le encantan los sombreros y se los ha puesto de los más diversos estilos.
ResponderEliminarEsa afición ha hecho que el Papa actual haya recuperado el uso del camauro, pero no así de la tiara.
Y, por cierto, Virgilio Noé fue nombrado maestro de ceremonias pontificias en 1970, por lo que ejerció este cometido con Pablo VI durante varios años.
ResponderEliminarSí, le dedicamos una entrada en Ex Orbe; léela:
ResponderEliminarVirgilo Noé
'
"anda por ahí sin báculo pastoral, con chaqueta, pantalones y cartera como un funcionario.." como dice Miguel y como digo yo que parecen gerentes de una multi..
ResponderEliminar