Así se llamó una antigua revista cofradiera sevillana, sintetizando en su título la emoción de la piedad popular: La Transfiguración de la Pasión. Es fácil hacer esta ilación, esta inclusión de ambos Misterios, que están propiamente asociados: En el Tabor, durante la Transfiguración, Moisés y Elías hablaban con Cristo de su Pasión, que se iba a consumar en Jerusalén:
"...et ecce duo viri loquebantur cum illo erant autem Moses et Helias visi in maiestate et dicebant excessum eius quem conpleturus erat in Hierusalem ..." Lc 9, 30-31
En Sevilla se habla transfiguradamente de la Pasión el año entero. Ahora, en Cuaresma, cuando se celebran los cultos solemnes de nuestras Hermandades y Cofradías, el Domingo 2º, cuando se reza en la Misa el Evangelio de la Transfiguración, el predicador se eleva sin darse cuenta a la cumbre de una contemplación que satisface, que rebosa con un destello de gloria en la palabra emocionada del orador: Estamos en un Tabor y nos extasiamos ante la gloria que nos convoca a la Pasión.
De monte a monte, del Tabor al Calvario, existe el hito intermedio del Monte de los Olivos, donde la faz respladeciente del Cristo de la Transfiguración sudó sangre de agonía ante los tres mismos apóstoles testigos que le vieron radiante en el monte de Galilea. En Getsemaní no comparecen Moisés y Elias, sino el Ángel de la Confortación; y el asunto de la pasión ya no es un tema remoto, profetizado, sino un cáliz doloroso que se debe apurar. Pedro no dice en el Monte de los Olivos -¡Qué bien se está aquí!, ni tampoco los dos Zebedeos dicen nada, ellos que respondieron -Possumus! cuando el Maestro les preguntó si serían capaces de beber el cáliz que Él iba a beber. No son capaces ni de velar una hora, sino que se rinden cansados y se duermen.
El Tabor es un destello, un flash de gloria que sorprende como un fogonazo de luz inesperada. Getsemaní es una escena ralentizada, a cámara lenta, donde el tiempo y las imágenes parecen casi estáticos.
En estos dos pasos de su Vida quiso el Señor tener testigos, para que lo contaran después, cuando comprendieran y supieran predicar la gloria sublime del Rostro radiante y el dolor abnegado de la Faz sangrante, del mismo Cristo, del mismo Señor al que verían, escucharian y tocarían, después de la Pasion, glorioso y resucitado.
Me puse a escribir esto al volver del besapiés de Jesús Nazareno, en la Hermandad del Silencio. Cuando entré en la iglesia, pasaban los últimos devotos a besar el pié de la imagen del Señor, un icono impresionante.
Al Señor, para el besapiés, lo revisten como a un rey, con túnica de terciopelo morado bordada oro, ceñida a la cintura con varias vueltas de un cordón dorado. En la cabeza luce las tres potencias (poder, sabiduría y gracia) figurando haces de luz radiante labrados en oro y pedrería. Sobre el hombro derecho lleva la Cruz de carey y cantoneras de plata, abrazada, en posición característica, con el asta hacia adelante y la cabecera con el travesaño a la espalda. Durante la estación de penitencia, la madrugada del Viernes Santo, los hermanos penitentes llevan la cruz de la misma manera, como el Señor, prolongando el estereotipo en una secuencia de caminantes crucíferos vestidos con el severo hábito negro de la Archicofradía.
Para la piedad sevillana es fácil la imitación plástica del modelo, lo mismo que es tan dificil para el alma cristiana asumir y vivir la llamada de Cristo para que carguemos la cruz diaria y le sigamos, una vocación árdua y dificil, imposible si no es sostenida y asistida por la gracia.
Los instantes de gloria de Tabor a la sevillana, esos que proporcionan las Cofradías a sus hermanos, son momentos de aliento, inyección de fuerza, aperitivos para resistir, espacios para reanimarse. Y en la espiritualidad del cristiano, del católico, también: Dosis de Tabor ante un Sagrario, el consuelo y la paz del corazón durante una meditación, las lágrimas reconfortantes de una moción espiritual, de unos segundos en los que casi se roza el Cielo o se penetra con luz nueva en el Misterio de Dios con nosotros: Son nuestras breves secuencias de Tabor para poder subir al Calvario.
Con Pedro, el apóstol arrobado, se exclama tantas veces -¡Qué bien se está aquí!; pero sabemos que el Tabor no es para quedarse.
Con los tres discípulos de Getsemaní nos dormiremos, inconstantes, pesados para la oración y la vigilia, temerosos ante la agonía, acobardados por la pasión cercana.
¡Cuánta gracia, cuánta virtud necesitamos para perseverar y subir al Calvario y abrazarnos al madero de la Cruz, donde nos espera Él!
Un trayecto, un itinerario cumplido, consumado, desde el Tabor al Calvario: ¡Si todos lo viviéramos, Señor!
+T.
"¡Si todos lo viviéramos, Señor!"
ResponderEliminarExacto. Buena meditación; gracias Pater.
Se me ha venido a la mente con esta meditación suya, padre. Igual disparato, pero como soy así de atrevido haré la pregunta en honor de la persona que vivió como nadie ese ir del Tabor al Calvario:
ResponderEliminarLa Semana Santa de nuestras tierras es el medio popular por excelencia de vivir los misterios de Cristo. Es algo tan al borde de la piedad popular, tan cerca y lejos de la línea del error que hay que estár dentro y ser católico convencido y místico profundo para vivirlo y aprovecharlo y disfrutarlo y sufrirlo con gente de todo tipo sin dejarse arrastrar por el nundanal ruido.
¿No piensa que pasa lo mismo con el culto a María Suma Sacerdotisa, susceptible de ser tan mal entendido y usado por los que mal entienden a la mujer y al sacerdocio?
Cada vez que miro al Calvario no dejo de pensar como se nos esconde a María en este misterio de su sacerdocio a razón de que sería difícilmente entendido por el pueblo. Una censura que veo ejemplarizada, aunque a lo mejor no tenga que ver, en la omisión de esa expresión del Padre Luis de la Palma sobre María a la que pone lamiendo como un águila la sangre del cuerpo muerto de su hijo al que abraza y cebándose en ella. Palabras omitidas en una edición popular y reciente a pesar de mostrar el gran misterio del sacerdocio en la relación sangre-vida-gracia.
¿Esto que se hace con Nuestra Madre me recuerda a lo que se intentó hacer con nuestra Semana Santa Cofrade? Acaso no puede ser un besapiés o un besamanos algo tan malentendido como el sacerdocio supremo de María...
En fin, que es un tema que me duele por su olvido autorizado después de haber sido culto autorizado y que me sale de muy adentro conforme se acercan estas fechas y veo como los que antaño solo hablaban de Tabor y odiaban el ascenso popular al Calvario (tan lejanos de su gnosis) y lo dejaron caer tantas veces en manos miserables, ahora se vuelven a ello como si de siempre hubieran sido sus más grandes benefactores.
El tema (muy periférico, marginal) del 'sacerdocio de María' hay que entenderlo más en sentido alegórico que real. El sacerdocio cristiano supone, como precedente y figura-tipo, el del Antiguo Testamento, del cual se excluye absolutamente el oficio sacro de las mujeres. Al instituir el Sacrificio de la Nueva Alianza, Cristo lo confía a los Apóstoles, no a su Madre ni a las Santas Mujeres o las otras discípulas. Este particular es indiscutible y evidente, sin que quepan dudas.
ResponderEliminarEn la escena del Stabat Mater (Jn 19, 25-27) la Virgen María está citada expresamente como Madre, así comparece, y se le ratifica la maternidad en el sentido espiritual (madre del discípulo amado/madre de los discípulos que vendrían --> de todos los cristianos), como una extensión implicada en el misterio del Corpus Christi quod est Ecclesia. Entender el Stabat Mater en sentido 'sacerdotal' es una implicación sin fundamento, salvo el que se pueda encontrar, remotamente, en cierta oblación espiritual implicada en el misterio de la maternidad donante/oferente de la vida gestada en la prole. Repito que el tema se puede prestar a la alegoría, pero no propiamente.
Sin embargo sí existió como tal referencia impropia-alegórica en la predicación/meditación de algunos, e incluso en la iconografía: En Sevilla todavía existe y procesiona un estandarte-simpecado, el de la antigua Hermandad de los Negritos, que reproduce un lienzo-tondo de pricipios del s.XVIII (ver aquí) con la representación de la Virgen en atuendo quasi-sacerdotal, con estola negra cruzada al pecho y un caliz en las manos (lo mismo puede ser el cáliz de la pasión, que el de la eucaristía, que el de las lágrimas de la propia Virgen). Durante cierto tiempo (s. XVII-XVIII) fue común en Sevilla ponerle a las imágenes de la Mater Dolorosa esas estolas negras que llevaban bordados los instrumentos de la Pasión. El uso decayó y desapareció a partir del 1.800; no creo que tuviera, popularmente, más significado que el del mero simbolo pasionista, sin expresa referencia a un 'sacerdocio mariano'.
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Ni es tan periférico ni tan marginal si se considera la corredención mariana. María es la única persona humana que tiene una relación real con Dios única y genuina como es la de la maternidad. Eso implica una relación única en su género con la causa instrumental de Nuesta Salvación que es la naturaleza humana de Cristo en cuanto a su cuerpo que la habilita mucho más allá de una mera metáfora espiritual como sacerdote que ofrece el cuerpo de su Hijo a Dios. Desde esa base no puede haber confusión alguna al considerar el sumo sacerdocio de María que va unido a su condición de Madre de la Iglesia y medianera de toda gracia (esto último hace que María esté presente en todo sacramento mediando la gracia del mismo).
ResponderEliminarLa tradición que contempla a María como sacerdote es antiquísima y llega en auge hasta la aprobación de la advocación de "María Virgen Sacerdote" por San Pio X, para a continuación de este Pontífice, ser prohibido lo relativo al sacerdocio de María y a la tradicional forma de representarla con ornamentos sacerdotales por el Santo Oficio bajo la especie de que se puede confundir el pueblo poco instruido.
En fin, lo mismo que hoy se cuenta de la corredención...
Comentario "off-topic" dirían en algunos foros: La imagen de la Cofradía de los Negritos me recordó mucho a las imágenes cuzqueñas. Evidentemente, lo que se hereda no se hurta.
ResponderEliminarPAra más INRI, estimado padre, la primera aprobación papal a un culto al sacerdocio de María se debe a la petición de los capuchinos de Sevilla en el siglo XVIII.
ResponderEliminarTodas las prerrogativas marianas son tales en orden al misterio de su maternidad, que no es ni equivalente ni equiparable al sacerdocio. Suponer un sacerdocio excelente en la Stmª Virgen es una consideración extravagante, como lo demuestra la rareza de tal opinión y de la iconografía, nada comunes y absolutamente marginales. Ni siquiera en referencia al dogma de la Communio Sanctorum se podría atender tal consideración, cuya argumentación extrapolada supondría la comunicación de sus mismos privilegios (los de la Stmª Virgen) a todo el Corpus Sanctorum, idea tan absurda como aberrante: Como en Cristo las naturalezas y sus actividades permanecen unidas pero no confundidas, en la Comunión de los Santos la unión de los bienaventurados no comporta la promiscuidad ni de méritos ni de esencias.
ResponderEliminarLo de los capuchinos, no me extraña: Si inventaron, postularon y promovieron el culto excéntrico de la Divina Pastora, cualquier otra cosa les pudo igualmente caber en algunos de aquellos delirios exaltados de las misiones populares del s. XVIII.
Si la argumentación básica es atribuir todo lo del Hijo a la Madre, el extremo puede rayar la heterodoxia, fácil y practicamente.
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Perdón, no lo publique, pero ese "ilación" ¿no es con hache?
ResponderEliminar"Es fácil hacer esta ilación"
No, está bien: No es de hilo/hilar, sino de illatio-onis:
ResponderEliminarilación.
(Del lat. illatĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de inferir una cosa de otra.
2. f. Trabazón razonable y ordenada de las partes de un discurso.
3. f. Fil. Enlace o nexo del consiguiente con sus premisas.
Real Academia Española
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El caso es que los Santos Padres hablan de ello. Hay toda una tradición teológica que habla de ello y varios pontífices lo aprobaron. De hecho se aprobó una fundación religiosa dedicada enteramente a promover el culto a María Sacerdote: Las hijas del Corazón de Jesús.
ResponderEliminarFíjese que oraciones a María Virgen Sacerdote ("Virgo Sacerdos") aprobadas por San Pio X.
http://img404.imageshack.us/img404/2248/virgofront.jpg
http://img406.imageshack.us/img406/3235/virgorev.jpg
La prohibición no recae por tema doctrinal, sino porque da lugar a confusión en las mentes poco cultivadas, como es el caso hoy de tantos que promueven el sacerdocio femenino. De hecho cuando se prohibió este tema por Benedicto XV el mismo aseguró que para nada iba a afectar a la beatificación de las fundadoras de las Hijas del Corazón de Jesús, que estaba en proceso.
El sacerdocio excelente de María:
Pio IX encargó a los teólogos el estudio del título de "Virgen Sacerdote". Fue un dominico el que llevó a cabo el más completo examen. El Padre Hugon y llegó a la conclusión de que lo que hoy consideramos el sacerdocio común de los fieles, se da en María de una forma excepcional y superior, legitimando el título y haciendo que los pontífices posteriores lo encontraran favorable hasta que se dijo que la iconografía podía confundir al pueblo dándole a pensar que María habría recibido el sacerdocio sacramental, lo cual sí que es absurdo si lo comparamos con las iconografías erradas que abundan por doquier. Más bien suena a los típicos recelos contra el sacerdocio común de los fieles típicos de la mentalidad clerical.
Hubo más opiniones sobre el aspecto sacrificial de María, a quien también se llama altar, pero no fueron condenadas tampoco. La condena recae sobre la posible confusión.
Un buen artículo sobre el tema lo tienen en "Marie et le Sacerdoce", P. POURRAT, P. S. SV. - Les Antécédents doctrinaux et historiques, de la Consécration du Monde au Cœur immaculé de Marie, par G. GEENEN, professeur au Collège théologique des Frères Prêcheurs Louvain
Lo encontrarán en esta revista:
http://books.google.es/books?id=F4GZKC25XXYC&printsec=frontcover&hl=es
De finales del siglo XIX en un libro aprobado al fundador de los Padres de San Sulpicio sobre la vida interior de la Santísima Virgen encontramos esta hermosa jaculatoria:
Dux est Virgo sacerdos: Fas sit quo properat sequi
Hoy que tanto hablan del sacerdocio común, el compincheo con el protestantismo ha relegado la corredención mariana a una esquina odiosa del dogma y con ello ha obviado la grandeza del sacerdocio excelso que se da en los fieles bajo la guía de María. No es un tema marginal, lo han marginado por la misma razón que se han marginado otros. No interesaba, justo cuando se levantaba la mano sobre el modernismo. Me basta ver como un santo pontífice como San Pio X lo tuvo claro en su día y lo aprobó para entender muchas cosas y porqué hoy son los mismos de la cuerda del aggiornamiento panecumenico los que no quieren oir nada de la corredención mariana tal como tampoco quieren oir de consagración alguna a María y la importancia de la misma, que no es una mera excoliosis de la teología espiritual, sino su pie de apoyo para el que está en la vía.
No veo el tema menor, padre, lo siento si le contradigo en su casa. Igual disparato como decía al principio, pero creo que no.
Lo de los capuchinos, no me extraña: Si inventaron, postularon y promovieron el culto excéntrico de la Divina Pastora, cualquier otra cosa les pudo igualmente caber en algunos de aquellos delirios exaltados de las misiones populares del s. XVIII.
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No, padre, es precisamente ese culto el que es aprobado dentro de la serie del culto a María sacerdote. Lo que ocurre es que se ha perdido su advocación original postulada por los capuchinos: María es la "Pastrix Animarum".
O sea, María es la Pastora de las Almas y no esa filigrana costumbrista que vemos de ovejitas y cayado con sombrero pastoril que se queda en una pastora celestial bonita de ver. Esa es la percepción popular de una advocación de alto contenido dogmático, que por ser popular sí suele ser excéntrica muchas veces.
El capuchino que diseñó la representación lo dejó bien claro: "y junto a la diestra aparecerá el báculo de su poderío" Se le está atribuyendo a María la labor corredentora de apacentar las almas dándole un ornamento propio de la jurisdicción pastoral sobre todas las almas. Nada nuevo en el plano jurisdiccional si contemplamos que hay abadesas mitradas y pensamos que Cristo ha dotado de jurisdicción a su Madre como medianera de toda gracia. Pero esta advocación tiene algo más profundo en el plano dogmático si contemplamos el origen del poderío que queda expuesto por el divno pastor que tiene en brazos: "En la mano izquierda sostendrá al Niño y posará la mano derecha sobre un cordero que se acoge a su regazo"
Es todo un canto advocatorio a la corredención y el sacerdocio de María.
La simbología de la mano izquierda y derecha en María creo que es importante. Aparecerá también en el secreto de Fátima, donde María con su mano derecha apacigua la ira divina que blande el ángel con la izquierda.
Miles, la acumulación de argumentos no certifica: Ese tema es (recalco) marginal y extravagante, una rareza sobre la que (con muy buen criterio) no se ha querido insistir. Hacer de ello controversia sería tan inoportuno como el mismo tema. También la ortodoxia puede derivar.
ResponderEliminarSobre la neo-devoción de la D.Pastora, la ocurrencia peregrina del visionario fray Isidoro a duras penas se abrió camino en su tiempo y - como tú mismo dices - el título del invento se corrige, aprobándose como "Santa María Madre del Buen Pastor", tal y como ha quedado en la memoria del Sábado de la IIIª Semana de Pascua.
La contención en Teología es una prueba de sabiduría que a veces se ha olvidado y luego se ha lamentado.
Rematando: No sigas, please, con el tema que nada tiene que ver con el articulete.
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No sigo, no se preocupe. Pero no es tema de contención sino de admiración. María causa activa de nuestra salvación en ese ir del Tabor al Calvario y no el mero leño pasivo que predica Lutero & co. Algo olvidado en las controversias de Auxiliis del siglo XVII.
ResponderEliminarMe planto. Lo dicho. No sigo. Gracias por su atención y paciencia conmigo.