domingo, 11 de marzo de 2012
Señor, cela tu Templo
Hace poco me recordaron una vieja sentencia: 'Dios se sirve de los buenos y los malos se sirven de Dios'. Es el negocio del mundo contra el negocio del Cielo, una tensión que aflora en el Evangelio de la expulsión de los mercaderes del Templo, con Cristo airado, inflamado en el celo sagrado: ¡El celo por tu casa me devora!
La escena tuvo que ser impactante, con los Apóstoles admirados, perplejos, viendo como el fuerte carácter del Maestro estallaba y arremetía contra los que profanaban el Templo, la Casa de su Padre.
El Templo es lugar consagrado donde sólo caben la oración y la ofrenda, la alabanza y el sacrificio; otra cosa que no sea eso, le quita a Dios lo suyo. Este es el hurto peor y más alevoso, la más clamorosa injusticia. Y es el hombre el autor del latrocinio contra Dios, quedándose con lo que sólo es de Él y de nadie más.
El segundo mandamiento está ligado fuertemente al primero, y es como una prolongación, un apéndice. No tomar el nombre de Dios en vano quiere decir también no usar lo divino impropiamente, no abusar de lo sagrado, ni aprovecharse de lo santo, ni falsearlo, ni ultrajarlo, ni mancillarlo, ni alterarlo.
Negociar con las cosas de Dios sólo es factible si la empresa es santa y no es otra que la de la misma salvación, como medio de redención de los hombres, usando para este fin los medios y las gracias que Dios nos ha entregado. Y es el cúlmen de este misterio que Dios se nos da Él mismo en el Hijo, su Hijo, el Verbo que se encarnó, el Enmanuel, el Cristo sacrificado, Jesús bendito por los siglos, el Señor.
Siendo Señor, aun estando en forma de Siervo, administra las cosas de la Salvación, esa misteriosa economía de la Trinidad, con potestad suprema. Por eso irrumpe airado en el Templo degenerado en antro de negociantes, que no administran la salvación sino el lucro profano, con el pretexto de lo más santo.
Cuando consideramos que el templo lo somos nosotros mismos, nuestras almas, y el comercio impuro nuestro trato con las cosas del mundo, nuestros negocios con lo que no son cosas ordenadas a nuestra salvación; cuando comprendemos que hay cosas que roban la gloria que a Dios debemos, que no dejan sitio para el culto en espíritu y verdad que Él quiere que le tributemos; cuando advertimos que todo lo que debe ser adoración, servicio, alabanza, contemplación, caridad, honra y loor, se queda corto porque otras cosas nos embeben el alma y reducen nuestro templo interior, entonces debemos invocar con fuerza, decididos, al Cristo del azote de cordeles, al Jesús airado que clama por restaurar la dignidad sacrosanta del lugar del culto al Dios Vivo y Verdadero: ¡Ven, Señor! y límpianos, purifica tu casa; expulsa lo que no es digno de estar en nuestras almas, que son tuyas porque Tú las consagrastes y sellaste con tu gracia, que Tú creaste para tu gloria y destinaste para tu Reino.
¡Ven Señor! y limpia tu Iglesia, expulsa lo que es indigno de tu casa cimentada en la roca viva de tu gracia, marcada con tu sangre, consagrada con el aliento de tu divina boca. Pónle saliva de tus labios, úngela con un beso de espíritu celeste, reintégrale su original vocación, la que Tú le diste, para que desde el oriente al ocaso te ofrezca con rito de gloria el Sacrificio Puro, Inmaculado y Santo que Tú instituíste para tus fieles, el culto auténtico más alto y digno que el hombre puede tributarte, ser mismo de la misma Iglesia.
No tememos, Señor tu ira: Tememos, Señor, tu ausencia.
Creemos, confesamos, sabemos, que si el pecado hunde y destruye el templo, tu Templo, estos templos, Tú puedes, Rey de Eterna Gloria, restaurarlo, levantarlos, resucitarnos.
Tu autem, Dómine, miserere nobis!
+T.
Muy interesantes los últimos posts pero estos dias mis diversas actividades no me permiten comentarlos con la atención que merecen.
ResponderEliminarMe limitaré a colgar en este comentario una frase textual copiada de otro post anterior:
"aquel Jesús de Nazaret de los Evangelios fue un revolucionario que vino a hacer una revolución"
El problema sin duda es: qué entendemos por "revolución"?
Sin duda algo mucho más rico de matices que una revolución política y/o socioeconómica, pero sin ninguna duda una auténtica "revolución" en lo más profundo del corazón humano.
Y por hoy no tengo más tiempo.
Hasta pronto.
El concepto "revolución" tal y como se entiende en la historia (ciencias humanas) tiene cierta connotación caótica. El caos es incompatible con la creación del Universo: La ordenación de los seres no es caótica (no es revolucionaria) sino justamente lo contrario, cada ser tiene un principio y un fin. El Hijo, cuando viene, no tiene como misión desordenar revolucionariamente, ni revolucionar para ordenar (conceptos antagónicos entre sí). Si el desorden-caos es el pecado, la acción del Redentor es justamente la contraria, opuesta a la revolución.
ResponderEliminarEl Camino, la Verdad y la Vida radican en Cristo, manso y humilde corazón, que proclama bienaventuranzas para los pobres, los mansos, los misericordiosos, los limpios de corazón, los pacíficos. Llamar a esto 'revolución' es una aberrante perversión de los conceptos y una blasfema tentativa anti-teológica y contra-cristiana.
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Muy buena la plegaria de sus doce últimos renglones. Me la apunto.
ResponderEliminarPara Terzio.
ResponderEliminarDiscúlpeme la insistencia.
La palabra "revolución" sólo la he propuesto en un contexto espiritual y/o religioso.
Si nos ponemos por un momento dentro de la tradición judía con su sentido tan marcado de la trascendencia divina, ¿qué pensarían los coetáneos judíos de Jesucristo al surgir un profeta que decía cosas como: "Yo soy el camino, la verdad y la vida", o esta otra: "Quién me ha visto a mí ha visto al Padre"?
Cuando se pronunciaron estas palabras muchas cosas debieron "revolucionarse" y/o "agitarse", y quizás aún el estremecimiento se alargue por los siglos de los siglos.
Y muy agradecido por sus meditaciones cuaresmales.
A los políticos les encanta ostentar su ignorancia y su falta de lógica: en México tenemos un Partido Revolucionario Institucional, cuando una revolución es todo lo contrario a la creación de instituciones, porque más bien, las destruye, o un Partido de la Revolución Democrática, cuando la revolución no se logra por consensos ni por votos mayoritarios, sino por la violencia pura y simple de minorías con fuerza contra la mayoria pasiva.
ResponderEliminarCristo no es revolucionario porque vino a restablecer el orden, roto por la revolución del pecado.
Muchas gracias, Don Terzio, por estas glosas a los textos del Evangelio en Cuaresma.
ResponderEliminar"El Templo es lugar consagrado donde sólo caben la oración y la ofrenda, la alabanza y el sacrificio; otra cosa que no sea eso, le quita a Dios lo suyo".
ResponderEliminarMuchas gracias por el recordatorio.
Pero también me pregunto por qué los párrocos o diáconos no hacen más hincapié en este asunto y piden a sus feligreses que se vayan a hablar a la calle cuando temrmina la misa, y tenemos que ser los que nos quedamos dando gracias, acompañando al Señor aún presente en nuestras almas, los que tenemos que hacer esa "invitación": "señor/a, que Dios habla bajito y no lo oigo...!"
En fin, es un poné...
Blanca
¡¡¡Loado sea mi Señor que Morros no tenga mas tiempo para opinar!!!
ResponderEliminarUn testimonio que dejaron en la sección de preguntas y respuestas en EWTN:
ResponderEliminarHola Frank,que Dios lo bendiga.He visitado El Santisimo en una iglesia distinta al que usualmente voy.Segun entiendo nunca debe estar solo.Ayer entre a la capilla y no habia nadie.Me quede 2 horas esperando un adorador y no llegaba nadie.Llego una senora y le pregunte si era adoradora,me dijo que no y me fui.Hoy llegue y me paso exactamente lo mismo.Me quede 2 horas porque no quiero dejar al Senor solo.Que debo hacer?Pienso que si voy donde el sacerdote quizas meto a alguien en problemas lo cual no quiero hacer.Pense tambien que el sacerdote debe saberlo porque la capilla queda adjunta a la oficina parroquial.Se oye todos en la oficina riendose,entrando y saliendo y nuestro Senor solo.Si no tienen adoradores deben cortar las horas que son 12 al dia.Pense que aunque no pertenezco a la parroquia ofrecerme una hora aunque sea.Seria muy triste que el sacerdote lo sepa y esta permitiendo esto,no?Perdona la pregunta tan larga.Espero su respuesta,William
Creo que este es el único episodio en que Cristo usa la violencia.
ResponderEliminarCreo que la doctrina católica de hoy en día (no la oficial, sino que que se predica) es que la violencia nunca es la solución.
No, no es el único: Cada vez que exorcizó a un poseso, ejerció violencia contra el demonio y los malos espíritus; cuando mandó a la higuera secarse, también hizo violencia; cuando habló duramente contra los fariseos, lo mismo; cuando increpó a la tempestad, igualmente.
ResponderEliminarPero no exhortó a sus discípulos a la violencia, sino que les recomendó que aprendieran de Él, manso y humilde corazón.
Hay un Cristo para admirar, un Cristo al que temer y un Cristo a quien imitar: Son uno y el mismo.
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Gracias por sus sermones, Don Terzio, dice usted lo que ya no predica casi ningún sacerdote y somos muchos quienes echamos en falta sacerdotes como usted, por eso le leo con la atención que muchas veces no tengo en misa. No es la primera vez que rezo el Rosario en lugar de escuchar al cura.
ResponderEliminarYo lo hago mucho: Cojo la banqueta, la vuelvo cara al altar (de espaldas al cura), saco el rosario, y aprovecho el infra-sermón para rezar, como Dios manda. Y si no el Rosario, el breviario. Y otras muchas y santas devociones.
ResponderEliminarLo recomiendo (a los selectos de mi confianza) para cuando el sermón flaquea sin remedio.
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¿Cristo no exhortó a sus discípulos a expulsar demonios? Vd. acaba de decir que eso es violencia.
ResponderEliminarSegún en Catecismo católico, la pena de muerte es admisible en casos extremos. Igualmente la guerra justa. Y Santo Tomás de Aquino justificaba el tiranicidio en determinadas circunstancias.
Violencia....... aunque compatible con ser manso y humilde de corazón.
Yo, desde luego, lo que no soy es pacifista. Y lo que me gustaría ser siempre es católico.
Lee bien lo que escrito, no cojas el rábano por las hojas, y templa tu no-pacifismo con la 7ª bienaventuranza.
ResponderEliminarY "...mete la espada en la envaina, que quien a hierro mata a hierro morirá". Mt 26, 52
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