domingo, 4 de diciembre de 2011
Artículo de monseñor
Me preguntan por el artículo de Mons. Fernando Ocariz, como si mi opinión valiera. Respondo que lo escrito por Don Fernando Ocáriz es lo que se espera de un personaje de su nivel y responsabilidad: Circunspección, corrección político-vaticana, adhesión, sin sombras, sin cuestiones. ¿Alguien esperó algo distinto? Ese el corte, ese es el metro, así es el cánon. Et peractum est.
No dejaré de comentar, sin embargo, que dada la edad de Don Fernando, con toda probabilidad, seguramente, él haya oído (o callado) en su ambiente, en su mundo, otras opiniones, otros juicios, otra crítica, todo muy diferente de lo que trasluce su ponderado y juicioso articulete. Que no se diga que no. Que nadie diga que no.
¿Que se cambia? Sí. ¿Que se varía? También. ¿Que se modera, que se matiza, que se repristina, que se reconsidera, que se retoma...??? Que sí, que sí, que sí, que ouí, ouí, ouí, y que yes of course. Que la vida es así y esas cosas pasan (y hasta tienen que pasar, añadiría yo).
Y por eso.
Pero por eso mismo entiendo el relativo asombro de algunos, los que sean.
Aunque comprendo también que, de vez en cuando, para dejar las cosas claras, hay que decir un -'¡Viva mi dueño!' seguido por un aclaratorio -'¡Que lo digo yo!'. Para que no quepan dudas; si me explico.
Para mí que se trata sólo de eso. Et plus rien.
Lo que no sé decir es si la ofrenda es espontánea, o suplicada, o debida. O qué más.
+T.