martes, 11 de octubre de 2011
La cuenta atrás para el cincuentenario
Hoy ha comenzado la cuenta atrás para la efemérides del L aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II. No sé cómo un padre conciliar de aquellos que arribaron a Roma llenos de entusiasmos y expectativas habría imaginado la situación de la Iglesia Católica medio siglo después del acontecimiento. Pero estoy convencido de que nunca jamás se hubieran figurado el presente que vive y sufre la Iglesia, tan lejos del entusiasmo aquel, hoy con todas aquellas expectativas malogradas, descarriladas, desviadas, degeneradas, frustradas; todo eso que ha hecho que, finalmente, aquellos que fueron descalificados cuando fueron llamados 'profetas de desgracias' sean hoy re-considerados como los perspicaces que vieron venir el futuro que hoy es nuestro presente. Nuestro desalentado, roto y languideciente presente.
Pero tenemos Asís 3, a la vuelta de la esquina, este mismo Octubre. Y nos damos abrazos fraternales con protestantes y evangelistas, nuestros invitados habituales. Y confraternizamos con nuestros 'hermanos mayores' judíos (a pesar de sus muchas, constantes y declaradas reticencias). Y vamos del brazo con los mahometanos. Y nos sentimos a gusto con el Dalai Lama, los gurús hindúes, los shintoístas del Japón y los animistas aborígenes de Australia. Nos hemos visto y nos llegamos a considerar uno entre iguales, con ese entusiasmo iluso que quedó flotando en la atmósfera católica como un 'smog' (y no de incienso, precisamente) que nos contamina el aire que respiramos, un enrarecido aire católico que ya no sabemos cuánto porcentaje de catolicismo puro contiene y cuánto des-catolicismo no-católico aspiramos al inspirar.
Si el Concilio cincuentón fue - decían algunos - abrir ventanas, es ahora más que nunca cuando hay que abrir ventanas, puertas y vanos para recuperar oxígeno católico y depurar el no-catolicismo del des-catolicismo ambiental-atmosférico que nos contamina.
El Concilio abrió - yo diría - el agujero en la capa de ozono-católico; permítome esta otra comparación, muy ecologista, al alcance comprensivo de nuestros filo-ecologistas, que son muchos.
A estas alturas, huyo de los entusiasmados conciliaristas vaticanosecundistas como de los apestados. ¿Ustedes no? Pues mírense, no sea que estén ustedes incubando algún virus descatólico. Esta misma tarde comentaba con una amiga, doctora en medicina, aquello que decía el Papa Benedicto, que nuestra sociedad, este mundo post-moderno del Tercer Milenio adveniente (¿recuerdan Uds?) ineunte (¿se acuerdan Uds?) parece, dice el Papa, como si hubiera criado 'anticuerpos' contra el Cristianismo. La cuestión inquietante es dilucidar cuántos de estos 'anticuerpos han sido efecto de una auto-inoculación; o aclarar cuántos de estos agentes anti-católicos que pululan por ahí se han gestado (se han diseñado?) dentro de la misma Iglesia Católica. Postconcilar, claro.
No se reconoce, no lo van a reconocer, pero por todo esto, por el balance negativo de estos 50 años, se postula la Nueva Evangelización. El otro día se lo escuché a un prelado, en una plática: "...porque no somos los curas del nacional-catolicismo, no somos los curas post-conciliares del 'espíritu del vaticanosegundo': Somos, hoy, los sacerdotes para la 'Nueva Evangelización'..."
Y a mí me sonaba la plática a fórmula ad casum, a repetitorio para el momento, a instrumentum laboris de papel, discurso magisterial con vacio de indefinición material y también formal, entusiastamente ambiguo, optimistamente juanpablista.
Cincuenta años sobre cimientos conciliares de aquellos han demostrado no valer para sostener el edificio de la Iglesia, con problemas tectónicos muy graves.
Pero habrá celebraciones, se celebrará lo que pasó, con más documentos, con remembranzas y reposición de semblanzas. Del 2012 al 2015 (11 de Octubre-8 de Diciembre) se disparará una estupenda y festiva piroctenia. No sé cómo llamarla, dadas las circunstancias, si castillo de fuegos artificiales o de fuegos fatuos.
Lo mejor del Vaticano 2º es que ya se abrió, se celebró y se clausuró, gracias a Dios. Seria terrible ser católico consciente en el siglo XXI (Tertio Millenio (adveniente-ineunte)) con la aprensión de un concilio ecuménico posible, que se le pudiera ocurrir a alguien, o que alguien estuviera dispuesto a convocar. Sería terrible.
Pero cuando uno es conscientemente católico de la deriva de estos cincuenta años, algunas veces me pregunto cómo hubiera podido ser una Iglesia sin Vaticano 2º. Incógnita de neta historia-ficción, lo reconozco. Pero también confieso que estoy convencido de que sin Vaticano 2º las cosas que hoy sufre la Iglesia no hubieran sido tales (o no serían de la misma manera).
Total, cincuenta años de bajón con muchos entusiasmos y vanos optimismos en medio de la decrepitud.
Lo mejor de los fastos del cincuentenario va a ser que estas cosas que estoy diciendo se dicen cada vez más, que cada vez somos más los conscientes que nos identificamos con el niño del cuento que señaló y gritó la verdad entre la multitud fascinada: ¡¡El rey va desnudo!!
Si me explico.
+T.