miércoles, 3 de agosto de 2011
Viejos corruptores
Me revuelven el estómago nada más verlos. En especial ese de la barba cadavérica, el viejo verde asqueroso que escribía historias indecentes, un aprovechado bien nutrido en los años de Franco que después (el repugnante sujeto estaba bien informado) protagonizó un currículum-tipo desde el azul al rojo. Estas piezas son así.
Ahora, con una pata en la tierra (o en el crematorio), resurge con la cochambre de los pseudo-indignados porque tuvo el ojo (la buena información, otra vez) de prologar el panfletucho del francés ese, el inventor de la indignación. Escoria podrida de la infecta izquierda que se resiste. Vivir para ver: Unos se suicidaban y se quitaban de enmedio con prisa, y esta galería de momias rijoso-impotentes se aferran al reloj (viven muy bien, muy cómodos) a la vez que postulan y promueven eutanasia para todos.
Son de la mala ralea del infame aquel, el alcalde de Madrid, el de los bandos repulidos, el que se apuntó a la movida de los degenerados de los '80, el bocapodrida socialista que alentaba a la canalla drogadicta. Socialista, y ya está dicho todo.
Ahora, cuando el sistema parece que estertora y supura pus por todos sus hediondos poros, ahora emergen otra vez, los corruptibles corrompidos corruptores. No les da vergüenza haber estado y volver a estar porque el pudor es incompatible con las siniestras, las izquierdas nunca tuvieron vergüenza, cuando esconden sus culpas es porque les amenaza la justicia, no la conciencia.
Ya no piden tierra y libertad, como antes. Pero están pidiendo tierra, patéticamente, no sé si son conscientes.
Qué ridículo ver a la decrepitud pidiendo la vez en la orgía de la juventud (¡y esa juventud!).
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