sábado, 21 de mayo de 2011
La vomitona
Suele aparecer sin avisar, de repente, una mañana de Domingo, temprano, cuando los impíos salen de casa a comprar el periódico y los buenos madrugan para ir a Misa. Ensucian lo mismo a devotos decentes que a indecentes impios. Causa un asco repugnante, si lo ves. Y si no lo ves, lo pisas, que es peor y más nauseabundo.
Se parecen todos: Un vertido orgánico estrellado en el suelo con salpicaduras irregulares en torno. En suelo firme, sobre acerado enlosado, el efecto es impactante. Si es sobre tierra, albero, alcorque de arbolito o arriate descuidado, el resultado es menos llamativo. Cuando aparece en el rellano de la escalera, remueve las bilis del más impertérrito. Puede presentarse en otras variedades tópicas: Al pie de farola, junto a papelera, sobre portalón de cochera. Un modismo particularmente traumatizante es el de lavabo de bar o retrete de cafetería, de auténtico shock.
Pues eso, mutatis mutandis, es la acampada de Sol: Una vomitona de niñatos, una pota de fin de botellona, un macro regurgitado colectivo.
¿Los culpables? Ellos, los vomitantes, por supuesto. Y quienes les dieron pelas para la botellona.
¿Qué hay que hacer? Limpiar bien el resíduo; aunque cueste, venciendo la natural repugnancia. El serrín es muy recomendable, empapa y arrastra estupendamente; y luego, lejía. Después del limpiado, no se olvide completar la faena: Dar dos buenas bofetadas al borracho (si es borracha, con una basta, si se da bien). Y a la cama. Un caldito de puchero para entonar cuando se levante, preferible por la tarde, sin merienda, siendo mejor esperar a la hora de la cena, una cena tempranita: Caldito, tortillita, fruta, y a la cama. Y un mes sin un céntimo, sin mitigaciones.
Eso si pasa en casa, si el vomitón es doméstico. Cuando se presenta callejero, de esquina de barrio o ángulo de plaza, o en urbanización, o cabe valla de villa o chalet, el único recurso es el manguerazo con epílogo de lejía o chorro de Zotal.
Meter el hocico del vomitante sobre el charco vomitado es un tratamiento de shock que tiene resultados a posteriori radicales, terminantes y para los restos. Inolvidable. Ad perpetuum.
Como decía, eso de la Ptª del Sol es facilmente reconocible, desagradablemente patente: Es un vomitón de resaca de excesos democráticos, de empacho permisionista, de borrachera libertina, de emporramiento ciudadano, de snifamiento triburbanista, de atracón okupagraffitero, de hiper-saturación cacaomentalista post-moderno, de re-infectación del virus movida. Todas esas, en fin, suciedades que estropean el estómago y remueven los humores viscerales de la sociedad.
Conste que todo puede ser peor y romper por detrás en cagalera mixta.
Pero la cagandurria tiene no sé qué de cómico, sea el que sea el afectado; y se suele ocultar con pudor atávico-ancestral: No se ve tanto una escena de tripa suelta comparada con la frecuencia de una pota incontenida.
Bien. Resumiendo: Higiene, cuanta más y más rápida mejor. Y proporcionada a la extensión y consistencia del vomitón.
Quiero decir - y lo digo según mito clásico - que si Hércules desvió los cauces de los ríos Alfeo y Peneo para limpiar el estiércol de los establos de Augias, para arrollar, limpiar y desinfectar la basura de Ptª del Sol, lo que haga falta y cuanto haga falta. Sin escatimar recursos higiénicos.
Estas cosas hay que tenerlas claras: Nada más desagradable que un vomitón expuesto todo el día; o que una esquina, farola, plaza, calle o callejuela convertida por incuria en vomitadero, meadero y/o cagadero habitual de vagos y maleantes.
n.b. Sic, sic, sic: He pensado y he escrito 'vagos y maleantes'.
Corolarium.- Y cosiderando que fueron vomitonas otras paradas urbanas ya históricas, póngase por moderno tipo París 1968, ¿por qué se reincide, por qué se vuelve? Ah!, mes amís, attenti tutti: Por ese aberrante atractivo que sentencia Proverbios 26, 11 y más tarde ejemplifica y profetiza definitivamente el Apóstol San Pedro en su nunca bien ponderada IIª Epístola: "...el perro vuelve a su propio vómito..." 2Pe, 2,22.
(En el caso de la Ptª del Sol, dígase en plural).
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