domingo, 10 de abril de 2011

No hemos tocado fondo


La crisis y la decadencia de la Iglesia Católica post-conciliar no han llegado a su punto más bajo. Por todos sitios se evidencian graves problemas, violentas contestaciones y la insuficiente acción de un episcopado mediocre anclado en un vaticanosegundismo confuso e iluso. Mientras, los enemigos de la fe no cesan su trabajo de demolición; enemigos internos, porque operan desde dentro y cuentan con los medios de difusión de la misma iglesia a la que socavan y descomponen. Un ejemplo actualísimo, de ayer mismo:

Una desafiante 'propuesta' des-católica radical

El sujeto de la izquierda (¡cómo no!), el sonriente de la cobarta celeste mal anudada, es un jesuíta (?) de los más perniciosos que ha gestado y mantenido la Compañía: El tristemente célebre Juan Antonio Estrada; con el funesto J.Mª Castillo, fueron el monstruo bicéfalo, mascarón de proa de la ultra-modernista Facultad de Teología de Granada. Le despacharon de esa forma en que la moderna Compañía despide a sus queridos contra-teólogos cuando son amonestados por Roma; es decir, que los dejan estar 'no-oficialmente' haciendo lo mismo que hacían, como si nada.

En el caso de Estrada y Castillo (& cía.), siempre he echado de menos la actuación firme y formal de un obispo creyente que les hubiera impuesto la pena canónica que merecen. Ni uno ha habido que sea capaz de ponerle el bozal al perro (los perros, en este caso). Ni uno. Tampoco la CEE. Ni Roma siquiera, porque, a pesar de las censuras, estos dos (& cía.) deberían estar reducidos al estado laical hace muchos años. Peron ahí siguen, dañosa y perversamente activos contra fe y la doctrina.

El acto que cuenta la noticia es el de la presentación de un libro de la antes ortodoxa editorial Herder. Echen un vistazo a la Editorial Herder y vean hasta qué punto ha degenerado la otrora buena editorial (digo buena en sentido inclusivo: moral y propiamente editorial).

El libro que presentan es la obra de otro peligroso des-católico, el sudafricano de origen alemán Fritz Lobinger, un obispo emérito (para vergüenza del que le nombro obispo, del que le mantuvo y del que no le censuró en su momento ni le censura ahora, en este momento). Para que se hagan una idea de lo que enseña este personaje, si quieren sufrir un rato de inquietante desasosiego, lean esta entrevista publicada hace poco en la página anti-católica no-cristiana de Redes Cristianas:

El obispo Fritz Lobinger contra el sacerdocio católico

Para que se hagan una idea, se refiere (o describe) a los sacerdotes como "líderes locales voluntarios", concepto con el que designa más particularmente a los pretendidos nuevos 'ministros'. Dice que su "propuesta" de otras formas alternativas al sacerdocio católico no pretende erradicar a este, sino que las nuevas formas podrian coexistir con el ministerio sagrado tradicional. Aclara que esta radical novedad sólo sería posible, realizable, supuesto un consenso eclesial, un acuerdo pastoral (supongo que de amplia base).

Lo estupefaciente es que sin consenso, ni acuerdo, ni amplia base, esos 'ensayos pastorales' de comunidades sin sacerdotes dirigidas y 'ministeriadas' por un 'líder local' ya existen. Son aberraciones que los misioneros promueven en las misiones y que luego, al regresar a Europa, intentan introducir en nuestras diócesis con la excusa de la escasez de sacerdotes y vocaciones. Por ejemplo, en Holanda y en Austria ya son frecuentes estos 'experimentos', con la aquiescencia de los obispos (progresistas) y la buena acogida de los feligreses (inconscientes).

En España funcionan 'equipos de pastoral parroquial' dirigidos por religiosas que desempeñan funciones y ministerios quasi-sacerdotales; en algunos casos, cuentan hasta con nombramientos efectivos expedidos por los respectivos obispos diocesanos. Otras veces, la 'alternativa pastoral' la dirigen diáconos permanentes (casados); en otros casos, se improvisan otras fórmulas a-sacerdotales ad casum.

Se trata, en suma, de una efectiva, pero disimulada, sustitución/suplantación del sacerdocio católico, devaluado en su aprecio y criticado en su formalidad en cuanto tal, insistiendo en particulares como el celibato (el no-celibato, es decir) y la urgencia/necesidad de incorporar a las mujeres a los ministerios (sacerdocio y jerarquía). De esta forma, se consigue una paulatina aceptación popular-social que refuerza las reivindicaciones de los grupos más radicales del des-catolicismo anti-cristiano.

El telón de fondo de estas inquietantes escenas es el triunfalismo juanpablista, iluso, fatuo, vano, inconsciente.

Por eso resulta tan extemporánea la crítica hiriente de quienes acusan a los grupos de católicos conscientes de cismáticos o de próximos al cisma.

Frente a la motemática polémica de iraburitas y demás especies, el cisma de verdad, el cisma lesivo, degenerativo y mortal, existe dentro de la misma iglesia; un cisma polimórfico y policéfalo, reducible globalmente a un neo-modernismo reformulado y sólidamente insertado en casi todas las instituciones de nuestro catolicismo contemporáneo.

No es de extrañar puesto que hasta en el Oficio Divino, entre los escritos que la Iglesia medita y reza, se introdujeron textos tan indefinidos y ambiguos como este:

"...Así, pues, a los que creen en el amor divino les da la certeza de que el camino del amor está abierto para el hombre, y que el esfuerzo por instaurar la fraternidad universal no es una utopía. Al mismo tiempo advierte que esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria...

Él, sufriendo la muerte por todos nosotros, pecadores, nos enseña con su ejemplo que hemos de llevar también la cruz, que la carne y el mundo echan sobre los hombros de quienes buscan la paz y la justicia.

Constituido Señor por su resurrección, Cristo, al que le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, obra ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del hombre, no sólo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también, con ese deseo, aquellos generosos propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin.

Mas los dones del Espíritu Santo son diversos: pues mientras llama a unos para que den un manifiesto testimonio, por medio de su ardiente anhelo de la morada celestial, y conserven así vivo este anhelo en medio de la humanidad, a otros los llama para que se dediquen al servicio temporal de esa humanidad, y preparen así el material del reino de los cielos.

A todos, sin embargo, los libera, para que, con la abnegación propia y por el empleo de todas las energías terrenas en pro de la vida humana, proyecten su preocupación hacia los tiempos futuros, cuando la humanidad entera llegará a ser una ofrenda acepta a Dios.

G.S. nº 37-38; 2ª lect. del Oficio de Lectura del Sábado IVª semana de Cuaresma"




Soy de los que piensan (temen!) que este vago 'magisterio' resulta demasiado frágil para campear el temporal que amenaza a la barca de Pedro. Si se aplica la regla de la lex orandi-lex credendi, un católico que rece con ese texto formará y alimentará una fe tan débil e insuficiente como el texto mismo.

Quizá de concepciones tan delicuescentes hayan surgido grupos tan desfiguradamente infra-católicos y contra-eclesiales. Cuando la Jerarquía no actua/reacciona, termina afectada y contaminada ella misma; el caso de ese obispo y su 'alternativa no-sacerdotal' es sólo un ejemplo entre un variado y feraz muestrario de cizaña intra-católica.

Personalmente, no temo al enemigo de fuera (secularismo político, ideologías anticristianas, paganismo social, laicismo radical, etc.). Mis temores son ad intra, por el enemigo de puertas adentro, la debilidad patológica de nuestra jerarquía y la insuficiencia de doctrina-magisterio.



+T.