sábado, 22 de octubre de 2011
¿Un magisterio 'des-moralizante'?
El enlace que el socius fatigarum meus ha incluído en su comentario al articulete anterior me afectó, igualmente, esta misma mañana, en cuanto le eché un vistazo en otra web que también lo publicaba: Declaraciones del Presidente de la Pontificia Academia pro Vida, Mons. Ignacio Carrasco de Paula
El que tenga paciencia para leer y conserve discernimiento moral suficiente para apreciar, se quedará soprendido de las holgadas tragaderas que parece demostrar tener el susodicho Moseñor Carrasco, español, sacerdote de la Prelatura del Opus Dei.
Desde hace algún tiempo - y el artículo- entrevista de Mons. Carrasco confirmaría esa impresión - parece como si fluyera passim un discurso moral, llamemósle 'alternativo', en una especie de plano oficioso-divergente, que se expresa en una especie de 'off the record'. Lo más grave de esta circunstancia es que los exponentes de este discurso moral son personas de eminente status eclesiástico, sorprendentemente.
Sobre el tema del presevativo/profiláctico el primer resbalón (intencionado? casual?) que recuerdo fue el de nuestro prelado nacional Martínez Camino, hace de esto unos años ya, una anécdota (?) que hizo correr bastante tinta y comentarios. Tiempo después, hace dos años, a propósito del caso aquel de la menor brasileña embarazada y el aborto a que fue sometida, fue Mons. Rino Fisichella el que sacó asombró al mundo con su artículo publicado el L'Osservatore (Marzo del 2009); lo llamativo fue que Don Rino era entonces, precisamente, el presidente de la Pontificia Academia pro Vita. La polémica - recordarán Uds. - fue grande porque Fisichella desautorizaba la ejemplar actuación del Obispo de Recife, dejando entrever una condescendecia comprensiva que nos sumió en mil perplejidades.
Del episodio mayor del Papa con sus declaraciones a los periodistas en el avión, volando a África, y su posterior aclaración en el libro-entrevista aquel (Luz del Mundo, de P. Seewald, Noviembre 2010) ¡qué voy a decir! (aunque en su momento dije algo aquí y aquí)
Y en estas estamos, recibiendo impactos, como proyectiles de francotiradores de esos que se emboscan y disparan. Si es el prólogo de un tiroteo mayor, de una ofensiva en toda regla, con armamento pesado y batalla planteada con estrategia abierta, no sé decirlo. No me atrevo a aventurar pronóstico. Pero es evidente que algo flota en el ambiente, son ya demasiadas las crestas que han ido asomando.
De todo lo que dice Monseñor Carrasco en esa entrevista, me dejan en pasmo riguroso estas dos afirmaciones:
1º) Cuando la periodista le pregunta:
-¿En esa concepción es válido entonces para la Iglesia que un matrimonio posponga la decisión de ser padres?
y Mons. Carrasco contesta:
-Por supuesto, y además que es responsabilidad suya. No se lo puede imponer nadie. La cuestión de los hijos no es una obligación mecánica.
2º) Casi al final de la entrevista, esta afirmación de Mons. Carrasco:
- La Iglesia tiene conciencia de que su misión no es decir esto está mal y no se puede hacer.
Pensé, cuando lo leí, que sería una errata del texto impreso, o un error de transcripción. Ahora no sé qué pensar.
¿Qué está pasando? No me refiero ya a las sucesivas equívocas declaraciones de los Monseñores Presidentes de la Pontificia Academia pro Vita, primero Fisichella y ahora Carrasco. Me pregunto si la descomposición afecta tanto que se está pasando a un estadio en que la Iglesia claudica y empieza a emitir un magisterio moral des-moralizante.
Espero - ¡quiero! - que todo haya sido un error, un mistake de la periodista o de los tipógrafos. Etc.
Pero me temo, dados los recientes y repetidos incidentes, que estas entrevistas con exposiciones/deslices des-moralizantes se vuelvan a repetir.
¿Serán la norma? ¿O sólo el aviso, el toque de clarines que anuncia que el toro va a salir?
Oremus!
+T.
Veo que de las palabras del prelado le chirrían a Vd. un par de cosas, pero no ese curioso second best, que a mi me atufa ―no sé si tengo la nariz muy católica―, de que la moral sexual de la Iglesia sólo rige para los casados como Dios manda, y para los demás todo da igual.
ResponderEliminarEllos dicen que sería como discutir si es peor matar a alguien a cuchilladas o a martillazos. Porque todo es pecado mortal. A mí me suena más bien como: «Ya que es domingo y no vamos a Misa, vamos a matar a alguien».
No intento traerle a los charcos del contra natura y el extra vasum. Pero cuando hace tanta falta una buena pastoral de divorciados, porque la grey es mucha y todos tenemos alguna pécora cerca, ¿le parece bien animarles al «de perdidos al río»?
Lo pregunto en serio: tengo esa duda porque, en efecto, el amancebado católico se esfuerza en revestir lo suyo de matrimonio y de «deberes de estado», y con eso se ata más a lo que le pierde. Hace poco me ponían a unos por ejemplo de familia cristiana. Quizá sea bueno decirles: «en casa de trato, no te pongas mojigato». No sé.
Vuelvo a preguntarme: ¿ha engañado el Opus Dei a sus miembros durante años? Miembros que han tenido hijos subnormales.
ResponderEliminar¿Ha engañado la Iglesia a sus hijos?
¿De dónde extrae este Obispo la docrina? De los Apóstoles desde luego no.
¿Y el silencio? ¡El silencio es estruendoso!
De esa entrevista me chirría quasi todo, y en cada párrafo iba encontrando afirmaciones objetables. He destacado esas dos por parecerme las 'fundamentales' en cuanto parecen una negación del magisterio, la autoridad y la misión moral de la Iglesia (ad intra y ad extra). Pensé que se entendía.
ResponderEliminarDe lo que preguntas, Isaac, no sé qué responderte, porque me afectan las mismas perplejidades que a tí.
'
Señores, si se pudo cambiar la doctrina sobre la usura tan sutilmente desde la praxis pastoral hasta el punto de aceptar como noble todo el sistema monetario vigente que es el principal destructor del reinado social de Cristo, pues lo mismo para la doctrina sexual. En el fondo es la coherencia que en su día pedía Noonan, que ahora es asumida pero con las misma base equivocada de Noonan, sólo que corregida y consensuada en una mayoría influyente y en principio "fiel" a la Santa Sede.
ResponderEliminarUna mayoría pelagiana, que lo mismo qe hace tiempo separó el reinado de Cristo de la sociedad por su misconcepción de la gracia, ahora ha terminado por separar del acto sexual en que se unen un hombre y una mujer el significado natural y sobrenatural del mismo en la creación de una nueva vida donde Dios es una tercera voluntad en juego que se muesta en la naturaleza humana.
Los fines del matrimonio han perdido su perspectiva al perderse este misterio de la voluntad de Dios impresa en la naturaleza del hombre. Y, peor aún, se ha perdido el sentido de pecado grave que tiene la contracepción artificial o artificiosa en sí misma considerada, como acto antinatural dentro o fuera del matrimonio. En el matrimonio adquiriría un sentido gravísimo, digno de censura canónica. Fuera del matrimonio es un pecado grave añadido que viene a verterse sobre aquel que de por sí ya ha pecado contra la prole.
Aunque se cuida de afirmar la posiblidad absoluta de excluir los hijos del matrimonio, deja unas puertas abiertas...
ResponderEliminarLuego dice algo muy simpático como "La Iglesia tiene conciencia de que su misión no es decir esto está mal y no se puede hacer". Claro que si alguien se pregunta si esa la Iglesia debe reducirse a enunciar males, puede entenderse. Pero la Iglesia debe decir lo que está mal y no debe hacerse.
También deberá explicar los fundamentos de por qué está mal y no debe hacerse tal cosa. Lo explicará con las S Escrituras y con la filosofía, o sea teología.
Pues si la Iglesia no tiene la obligación de decir lo que está mal y lo que no debe hacerse, que manden al Cavadas ése a arreglar el desaguisado del Bautista. ¡No te digo!
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