Hace unos días escribí un sulfurado articulete contra los entusiasmados que han disparado el tiro del último berrinche contra el Rey. La panda de los furibundos me han clavado banderillas hasta en el corvejón por decir que el Rey no es el culpable, y que el Rey no sólo no es "responsable" de esa ley sino que debe ser protegido para que quede indemne de cuanto significa esa ley.
En el colmo del desatino, me pirro cuando veo a los "pro-vida" haciendo el trabajito pro-republicano a Zp y sus ministresas abortadoras, todos contra el Rey, con las escopetas apuntando a La Zarzuela y dando la espalda a La Moncloa. Como si la aberración hubiera salido de la Corona y no de las alcantarillas de la izquierda post-marxista que nos desgobierna.
Al final hasta dudo de que los pro-vida no sean una ong sociata y estén cobrando subvención por distraer a la gente y excitarla contra el Rey. Así no se cabrean por lo que está cayendo y lo que va a venir, que es mejor armar una tremolina contra-borbónica que salir a la calle pidiendo responsabilidades por la crisis y su mala gestión al nefasto Zp, que hasta parece que saldrá ileso del embate porque los tomatazos se los están tirando al Rey, por firmar.
Firmar una ley en una monarquía constitucional tiene el valor y el significado que se le quiera dar, según el prejucio de cada cual. De hecho es un procedimiento obligado, sin más, que sanciona lo que el Parlamento legisla a propuesta del Gobierno con el refrendo del sufragio popular. Enfilar las picas contra el último elemento del proceso, resulta paradójicamente "gracioso".
De hecho es una especie de recurso al pataleo propio de la incompetencia o la inmadurez: Como no pueden vencer a la multitud de la base, se arremolinan contra la cúspide, que es uno sólo. Como no son/no han sido capaces de ganar la batalla, descargan iras y tensiones contra el Rey, en una anómala y llamativa forma de identificar culpables e imputar culpas.
He dicho "llamativa" porque, sin duda, lo de centrar en el Rey el foco ha sido idea-intención de alguien, de alguno de los ideístas y cabecillas de los activistas en campaña, que llevarán encima por ellos sabrán qué motivos el prejuicio contra-monárquico, o "juancarlista" que dicen. Son casi todos - poco a poco se van destapando - gente ppera que pretende influir en la opinión y trabajar en la calle lo que no está dispuesto a hacer el pperío dentro de sus filas, en el partido.
Si el Pp fuera un partido político netamente decantado a favor del derecho a la vida, sin "excepciones", sin "corrientes", sin "opiniones internas", sin "esas" y "esos" que cada vez son más y más determinantes, con un pperío pro-vida de verdad, la legislación abortista de los sociatas no hubiera prosperado ni hubiera llegado al punto criminal y aberrante de nuestra triste actualidad.
El pasado que abrió la puerta de par en par para el futuro abortadero que ya es nuestro presente, ese ayer consentidor y permisivo, el polvo de donde proceden estos lodos, fue obra y gracia del partido que en dos legislaturas, cuando pudieron, no quitaron de enmedio la legislación abortista de los socialistas. La vida (la no-vida) siguió igual, como la copla
"...unos que vienen, otros que se van/
unos que nacen otros morirán.../
Al final,/
las cosas quedan las gentes se van/
otros que llegan las continuarán/
la vida sigue igual"
Lo novedoso es que ahora, junto a los hazteoires y demás comparsas, salgan 2 obispos arremetiendo contra el Rey, o, por lo menos, poniéndole en entredicho y dejándole en la picota. Dos obispos que son casi nada (un emérito con todos los "vacios" que dejó atrás en la Diócesis de la que nunca "prosperó"; y otro en activo, venido a menos, recien trasladado de Diócesis mayor a menor por hiper-conflicto con tamborrada y gran orquesta). Dos voces extemporáneas, pero con mitra y solideo, contradiciendo la "pauta" sobre el particular marcada por el portavoz de nuestra Conferencia de Episcopal.
Si algo debería estar en la mente de los conscientes es que los sociatas (antes con el Felipe, ahora con el Zp) tienen fijo el empeño de aniquilar la España que recibieron y sustituirla por la que llevan en mente. Y no es que tengan un "sólido recambio", que no tienen nada salvo su confusa mêlé ideologizada post-marxista neo-liberal (fifty-fifty); pero sí tienen claro en su confusión que España tiene que ser como ellos quieren, sin nada que sea "anterior" a ellos, aunque haya que cambiar la Historia (si no en los hechos sí en su crónica historiografiada, por decreto ley, des-memorizando a todo quisque).
Han desestructurado al Ejército, se han hecho con el mundo de las finanzas, los negocios y la banca; dominan los medios ampliamente, prensa radio y televisión, como una especie de monopolio sociata; contra la Iglesia mantienen una incesante contienda, sin prisas pero sin pausas. Y contra la Monarquía un odio larvado, con expectativas, aguardando el momento oportuno de re-plantear el tema crucial de su republicanismo "genético", cada vez menos disimulado.
Soy monárquico-monárquico, más allá de dinastías concretas y de indivíduos y sujetos. Entiendo que la Monarquía, el Trono, la Corona, son bienes institucionales recibidos y que hay que preservar como un importantísimo patrimonio inmaterial, válido para el presente y con todas las virtualidades dignas de contemplar para el futuro. Por eso considero muy grave cualquier desgaste que sufra la institución, sea por la deficiente "vida interna" de la Corona, sea por las arremetidas externas contra ella.
Cuando veo que son "fuerzas" cristianas-católicas (grupos pro-vida y formaciones más o menos identificadas) quienes contribuyen a ese desgaste, siento un sordo malestar comprobando el desatino, el desenfoque, la perturbación ofuscada de unos y otros, los grupitos movilizados, ahora con los 2 mitrados que se les han unido en la "censura".
Sublimando el absurdo, todavía hay quienes sacan a relucir la pantomima de Balduino, rey de los belgas, que escenificó la ficción de levantarse del trono para no firmar y volver a sentarse cuando estuvo la ley firmada, muy escrupuloso con su "conciencia", que quedaría tranquilizada con esa estrambótica "restricción mental".
Cuando Martínez Camino dijo el otro día que el caso de la firma del Rey era algo "especial", al margen de cualquier consideración común, decía algo muy serio, tan serio como cuando habla alto y claro sobre temas pro-vida (y le aplauden los pro-vida).
Resumiendo-recapitulando: En España los pro-vida se desautorizan ellos mismos en cuanto son pperos antes que pro-vida. No han sido capaces de cohesionar en el Pp una auténtica militancia pro-vida y un programa firme y bien definido a favor de la vida-familia-educación, y se desahogan armando manifestaciones con pancartas y tramando campañas contra el Rey.
Ahora con el remate-colofón de dos mitras, que adornan mucho.
+T.