En el articulillo anterior han dejado un comentario con una invitación (reto?) a responder, a decir algo a propósito del terremoto de Haití y su tragedia anexa. De entrada no sé qué decir para no "escandalizar" más a quienes sienten lo sucedido como un escándalo para la fe, para sus creencias. Unas creencias (o no-creencias) que conjeturo relativamente insuficientes, sostenidas por una fe que supongo no bastante formada, poco desarrollada o mal fraguada.
Quien tiene fe, gracias a Dios, y la mantiene, a Dios gracias, entiende estos sucesos creyendo y no cuestiona a Dios sino que se fortalece en la fe para soportar el impacto. El débil de fe recibe el choque, y su fe se desbarata como castillo de naipes.
Suele pasar que el poco creyente no se acuerda de Dios en la paz cotidiana, pero sí confronta a Dios en la desgracia; no da gracias a Dios por el bien que disfruta pero acusa a Dios cuando el mal aparece. Todos conocemos personas que padecen este síndrome, tanto más paradójico cuanto surge en ambientes que han dejado de reconocerse "religiosos", pero que llevan encima este atavismo reactivo que les hace "culpar" a Dios en Quien no creen y a Quien desprecian o ignoran. También yo tengo en mi familia casos así, visceralmente reactivos, que "pasan" de Dios todos los días felices, pero se revuelven contra Dios en cuanto se les nubla su parcelita de mundo y no llueve a su gusto o hay sequía a su disgusto.
Luego están los que "buscan" y se encuentran en trance de conversión, de aceptar y/o crecer en la fe. También a estos les pueden afectar negativamente las desgracias, los accidentes y demás acontecimientos. Es la plasmación en real del hipotético "problema del mal", que es determinante para el negacionismo trascendente de algunas filosofías, y que pesa casi nada para el creyente abierto a la transcendencia y consciente del sobrenatural. Si hay fe, la fe "se hace cargo"; si no existe fe, no hay razonamiento que valga para satisfacer el descontento racional (o el sensible). Y no es que el creyente se resuelva en un mundo infantil, ilusorio, fantasmal o contentadizo, sino que se abre a la perspectiva del acontecer como misterio más allá de la simple e inmediata comprensión-satisfacción del dolor propio o ajeno.
El incrédulo, por su parte, persiste en su negación robustecida con cierta "compensación" en cuanto que el mal que sucede corrobora su duda y la confirma. Aunque tampoco la disipa, sólo le da "pruebas" en negativo, añadiendo más sombra a su oscuridad. Y al débil de fe el soplo de viento, la corriente de aire, la ventolera repentina o el huracán, sea cual sea el viento que sople con la fuerza que tenga, le apaga su pabilo vacilante.
El creyente también se ve envuelto en la oscuridad cuando llega; cuando llega la noche, anochece y es de noche para todos, también para el que tiene. Pero el que cree camina con la fe, como con una lámpara preciosa que le enseña el camino; no todo el camino, pero sí el inmediato, el paso siguiente o el tramo que sigue. Y la fe es como la linterna encendida para no tropezar con el obstáculo que surge; o como el faro potente en la costa que guía a la nave hasta el puerto. El gran converso de Oxford, John Henry Newman, utilizó estas imágenes, o parecidas, en su famoso poema Lead my kindle light.
Volviendo a la catástrofe de Haití, estoy seguro de que quienes hoy se escandalizan y blasfeman contra Dios por el terremoto, anteayer ni sabían ni tenían en su mente la miseria atávica de Haití y la culpable omisión de los estados a la hora de solucionar o atender los endémicos problemas estructurales de naciones y sociedades como esa. Quiero decir que no se escandalizan del Haití que se muere miserablemente dia a dia, pero sí del que sufre un terremoto.
Si la catástrofe hubiera sido de la misma trágica magnitud en una urbe acomodada y opulenta, el escándalo de los incrédulos hubiera sido mayor, con más profunda rabia. Serían los "tecnócratas" que no son capaces de agradecer a Dios los bienes que disfrutan pero se rebelan contra Dios (en Quien no creen, a Quien han expulsado de su mundo, de su mente, de su personal universo) en cuanto el mundo no les sonrie, o les falla algo, o les surje el dolor o la muerte en su camino. Son los agnósticos post-modernos que profesan un "credo natural" pero no aceptan/no encajan una "catástrofe natural". Viven encima de un torrente seco y se desesperan cuando llueve torrencialmente y el torrente se desborda y les arrastra. Viven sin creer y se revuelven cuando se les viene encima el mundo al que ellos mismos le han negado el Cielo, ¡y culpan al Cielo!
Esta tarde el cura de mi parroquia ha ofrecido la Misa por Haití y las víctimas del terremoto; ayer tarde también la ofreció. Celebró ayer y hoy con las oraciones de las Misas que se celebran "En Cualquier Necesidad". Las oraciones son estas (espero no se escandalicen más de lo que están los que estén ya escandalizados):
Colecta: Señor Dios, refugio nuestro en la tribulación, apoyo en a debilidad, consuelo en el llanto, perdona a u pueblo y, una vez corregido con los castigos que merece, concédele vivir en la paz de tu misericordia. Por ntrº Sñr. Xtº...Amen
Ofrendas: Escucha nuestras súplicas, Señor, acepta nuestra ofrenda, y por la gracia de tu misericordia, libra de todo mal a los que ahora sufrimos castigo por causa de nuestros pecados. Por J.Xtº ntrº Sr. Amen
Postcomunión: Apiádate, Señor, de nuestras penas y, por la gracia de tu Hijo aparta de nosotros los castigos que merecemos justamente por nuestros pecados. Por Xtº ntrº Sr. Amen.
En el Misal antiguo aparecen otras parecidas a estas del nuevo Misal; todas expresan la fe católica que muchos han olvidado y que otros tuvieron y han perdido, o nunca tuvieron ni tienen. Pero esta es nuestra Fe, y articula conceptos tan reales y profundos (y dolorosos)como "pecado", "culpa", "castigo", "misericordia"...etc. Los que creemos los entendemos y pedimos gracia para entenderlos y apreciarlos más y mejor; los que no creen se escandalizan cuando los creemos y rezamos conforme a esta Fe que profesamos y mantenemos por la gracia de Dios (y no sin "dificultades", a pesar de la gracia de Dios).
Cuando en casos como este u otros de mayor tragedia y desconcierto me lanzan la pregunta tópica de - "¿Dónde está Dios, dónde estaba?!!!", yo respondo (si me dejan, si me escuchan)que:
Dios (mi Dios) está en un pesebre
Dios (el único Dios) está crucificado
Y estuvo también "muerto y sepultado". Y vive y reina glorioso por los siglos de los siglos, eternamente feliz, omnisciente y omnipotente. Y lo ve todo y lo sabe todo y nada pasa sin que su voluntad lo quiera o lo consienta. Y proclamo todo esto con esa capacidad de responder y comprender y expresar lo inexpresable que me da la Fe para decir-verbalizar el Misterio de Dios que se hizo carne, que se hizo hombre, y que subió al Cielo y vive y reina con un cuerpo sacrificado que lleva como prueba del dolor cinco llagas en pies, manos y costado. Cinco llagas que no se han cerrado y que siguen abiertas y ofreciendose en acto por cada herida que sangra hoy en Haití y todos los días en todo el mundo sufriente y doliente, que Él sabe como nadie sabe y conoce como ninguno conoce.
Así es Dios, ese es mi Dios, en el que creo, por Quien no me escandalizan los dolores y las penas del mundo porque Él los lleva a cuestas, a todos, sin escandalizarse de ninguno ni por ninguna causa o cosa de este mundo que sí se escandaliza de Él.
¡Bienaventurado quien no se escandalice de Él! Porque siguen siendo un escándalo para el mundo el Dios Crucificado y el misterio del dolor que nosotros creemos y sabemos que es Misterio de la Cruz.
p.s. Soy especialmente sensible al sufrimiento de los niños y de los viejos; he puesto este youtube con un fragmento del Requiem de Eustache de Caurroy por la imagen segunda de ese chiquillo llorando y temiendo, la segunda que sale en la secuencia, que me conmueve especialmente. También en él se esconde Dios; infeliz el que no lo entienda y no alabe y espere en Dios, que también llora con los que lloran.
+T.