Con el autor del artículo al que me refiero he tenido un par, o tres, de encontronazos que han terminado a trompazos. Virtuales, porque, gracias a Dios, nuestro trato ha sido virtual-internetero y no en carne mortal. El Señor me libre (y le libre a él).
Nunca le he supuesto más (ni menos) que lo que él mismo trasluce y deja deducir de él mismo. Sin embargo, ahora que anda hospitalizado por un arrechucho, atribuyo el desdichado articulete a la merma de facultades y/o de consciencia. El artículo, tal cual, sale en su blog así, este es el enlace:
A propósito de esa madre de diez años
Pero, por si caso lo borra o lo enmienda, lo pongo aquí también, para que conste:
La noticia era verdaderamente llamativa. Una niña de diez años acaba de tener un hijo en España. Después nos fuimos enterando de más circunstancias. Y todas preocupantes.
Como casi todo el mundo se imaginó no se trataba de una niña española. En este caso, del Este de Europa. No vivía ella aquí aunque sí sus padres. Y cuando llegó el momento del parto, pues a España. Que es gratis y con muy buena atención médica. Pues ya hayu algo que no encaja. Un país como el nuestro, en una gravísima crisis económica, no se puede convertir en el lugar privilegiado del turismo sanitario del mundo. Bien está que ayudemos a todos los casos excepcionales que podamos. Perro siempre que podamos y que sean excepcionales. No podemos convertirnos en el paritorio gratuito del mundo.
Pronto supimos que no se trataba de un acto de desconocimiento de unos niños que juagaban a lo que no debían y se encontraron con las consecuencias sino a algo conocido y tolerado por las familias de esos niños. Pues, con gente así, yo absolutamente solidario con las medidas de Sarkozy. Esas gentes cuanto más lejos, mejor. No aportan nada, parasitan cuanto tocan y el inmenso error es dejarles entrar.
Hacen además un daño grandísimo a los millones de emigrantes que se ven asimilados a ellos. Y no tienen nada que ver salvo en el estado de necesidad. Buenas personas, honrados, trabajadores, con deseos de integrarse entre nosotros y conseguir una vida digna para ellos y los suyos, se ven objeto de discriminación y rechazo por culpa de unos seres insolidarios e inasimilables que producen anticuerpos por cada sitio que pasan y dejan una imagen imposible de la inmigración. Imposible e inmerecida.
Cuanto menos se repitan noticias como ésta mejor para todos. Autóctonos e inmigrantes. Y aquellos que por los motivos que sean fueren incapaces de convivir pacíficamente con nosotros, puerta cuanto antes.
Sic. Esto ha escrito.
Los exabruptos del autor, tan característicos ya, se han ido atemperando con el tiempo, las circunstancias y, supongo, los compromisos adquiridos. Nunca ha sido imparcial dentro de su presumible definición, porque, según criterios que a veces huelen a capricho, o manía, o lo que sea, a unos ha tratado con escoba cuando no merecían tanto barrido, y a otros los montó en el podio cuando no había quasi nada que lucir. Pero el personaje, el autor, es así, con profundos desatinos y señalados aciertos. Mediante un arte perspicaz, mitad estadística, mitad sentido común, con un cuartillo de información y un jeme de pesquis curialesca, ha ganado fama de bien informado cuando se trata sólo de una buena capacidad de atención y conclusión (que no digo que no sea de admirar). Pero no hay más (o poco más).
Cuando desbarra, se lleva la palma. Cuando mete el pinrel, sublima la metedura. Cuando desatina, no tiene rival.
Presume de auditorio, tiene claque de primerísima calidad, mantiene una computadísima afición, y es, al día, el blog de género "eclesiástico" más popular, muy por delante de todos los demás. Un amiguete me comentó una vez que se le podría considerar el inventor de la prensa-rosa eclesiasticona. Yo le dije que sí, que podría ser. El tejemaneje de este sí, este no, este será, aquel no me gusta, mira quién habla, mira quién no habló, este dijo mucho, el otro no dijo mú, a este le descalifico, al otro lo cualifico...etc. etc. etc. es el ritmo de su blog, tan visitado, tan sorprendente muchas veces, tan animado casi siempre.
Una vez me vino a la parroquia una madre de cinco hijos, cuyo primogénito tenía 4 años, seguían dos mellizas de tres, un chiquito de año y medio y el quinto, de tres o cuatro meses. Me contó que venía decepcionada de su parroquia (al lado de la mía) porque el cura la habia echado de Misa, a mitad del sermón, porque los niños no dejaban de incordiar. La pobre, azorada, conteniendo las lágrimas y el enfado, cogió a sus hijos y empujando el carrito con el pequeño, pian pianito, por mitad de la iglesia, salió por la puerta principal para no volver más a su parroquia.
Se vino a la mía, donde la admití a ella, a su marido y a su prole. Con mucho gusto, porque yo también he sido niño en Misa con papá, mamá y cinco nenes. No se me olvida lo que aquella madre (lo pudo haber dicho la mía) me dijo aquel día:
- Mire usted, padre, no pueden estar ustedes predicando que tengamos hijos y despacharnos de la iglesia porque molestamos cuando venimos con los hijos que ustedes predican que hay que tener.
Más razón que un Santo tenia aquella madre. Ahora son ya siete los niños (nueve de familia, contando al papá y la mamá) y los mayorcitos me acompañan de monaguillos en las Misas del Domingo (cuando llegan a punto). El cura que los despachó aquel día no tuvo (no tenía?) sensibilidad familiar, ni pastoral, ni sacerdotal.
Pues, mutatis mutandis, lo mismo digo del fatidico articulete cigoñero: ¿Dónde quedan, bajo qué concepto, temas y asuntos como familia, vida, educación, caridad, dignidad humana, derechos de los desfavorecidos etc. etc. etc. cuando se tratan tan obtusamente, tan parcialmente, tan desconsideradamente? ¿Qué criterios subyacen, qué hay detrás de un articulete semejante?
¿Clamamos por la vida, por el no nacido, por las madres gestantes, por la familia...y juzgamos un caso excepcional como ese con esos criterios y conclusiones tan impropias, repugnantes a cualquiera que pretenda mantener un mínimo de moralidad católica?
Un madre de 10 años da escalofríos, pero es una madre, y su hijo es un hijo, con padre, aunque el padre tenga 13 años. Y la familia, con los defectos que tenga, aunque sean tremendos, una familia.
Tampoco a mí me gustan las circunstancias que posibilitan que una chiquilla de 10 años y un chaval de 13 se enreden en cosas que no convienen a su edad, pero menos me gustan otras cosas que también pasan y se dejan que pasen. Al final, cuando un niño, un hijo, se gesta y se da a luz, a ver quién dice que eso no es un bien, aunque esté rodeado de imperfecciones, riesgos y peligros. ¿Es malo ese final? Es mejorable, diría yo. Malo no. Ni despreciable.
Resulta, suele pasar, que ese tipo de familias que desprecian Sarkozy y el autor del articulillo, tienen sus peculiaridades, algunas para echarse a temblar, otras más positivas. Si se traen a su hija a España para que el parto sea aquí porque les parece mejor, ¿eso no es valorable? ¿no están buscando algo bueno para la chiquilla y su hijo? De muchas cosas debería avergonzarse España, pero no de darle cama en una maternidad de hospital a una madre de 10 años. Eso no da vergüenza, eso es una honrosa obligación. Y ya quisiera yo podérselo pagar si se tuviera que pagar. En mi conciencia iría.
También me niego a seguir otras suposiciones que se están haciendo, fundadas, me temo, en prejuicios por el estilo de los que laten en el articulillo que comento. Pero le recordaría al autor del artículito la que armó en su blog cuando Mons. Rino Fisichella dijo lo que dijo (en mala hora) cuando el caso aquel de la excomunión de la familia de una menor brasileña que abortó etc.
Por otra parte, sobre el tema de los emigrantes, yo diría - si tuviera que decir- que los rumanos que se han instalado en nuestros pueblos, con toda la problemática aneja de estos casos, al cabo de una generación, o dos, tres a lo sumo, se habrán hecho nuestros, integrados y sin más problemas que los corrientes, los que pudieran tener en cualquier otro sitio. No me preocupan ni - pienso - deberían preocupar más de lo razonable. En el pueblo de mi familia ya hay chicas rumanas que se han casado con muchachos del lugar. Será que en los pueblos estas cosas se ven con otros ojos.
¿Y qué más decir?
Mejor callar, me parece.
Al autor le deseo mejoría integral: Del cuerpo, del alma y de la vis bloggera. Que le pase el arrechucho y se recupere y quede con buena salud. Y que se enmiende. Y que no piense así ni escriba esas cosas. Nunca mais. Please.
Una muchachita con 10 años y un hijo es para conmoverse, para sentir más que para pensar, y dejar al corazón campar con benevolencia, que se desborde, más bien.
Porque, señores y hermanos míos, no somos discípulos de Sarkozy, sino de Otro que tiene un Corazón manso y humilde, paciente y misericordioso, cálido como un horno ardiente de caridad, hondo como el abismo de todas las virtudes, con entrañas de Padre de infinita e inagotable piedad.
Espero que me esté explicando y se me esté entendiendo.
+T.
Me gusta mucho lo que dice, padre.
ResponderEliminarSaludos.
Que hermosamente, como siempre, ha definido al Buen Dios Padre de Misericordia, estoy orgullosa de ser su discipula.Dios le siga bendiciendo
ResponderEliminarSe ha explicado y se le ha entendido -al menos yo- maravillosamente.
ResponderEliminarPara enmarcar.
Excelente comentario, Sr. Terzio, como siempre, es extraordinario al hablar aquí de congruencia y misericordia.
ResponderEliminar¿me gustafría saber su opinión que debe hacer una católica gestante si sabe que va a tener un niño con síndrome de Down? Muchas gracias por sus seguros certeros consejos
ResponderEliminar¿Es que hay alguna alternativa, para una cristiana gestante, excepto la natural?
ResponderEliminar'
A la señora anónima gestante le contesto yo misma.
ResponderEliminarMire, quise tener muchos hijos. El Señor nos regaló una sola hija. Ella, le quiere dar clases de música, precisamente a este tipo de niños que creo son los caprichos de Dios más maravillosos que existen.
Lo que debe hacer, es darle gracias a Dios, a partir de ¡YA!
Él sabe, perfectamente, que su generosidad puede con eso y mucho más. Estoy segura que el Señor no quiere nada malo para nosotros, aunque, a veces, cueste creerlo.
Sea valiente y ofrézcaLe a este hijo que seguro será una bendición.
Un abrazo de madre a madre
La frase con la que me quedo y que sintetiza el post: "...no somos discípulos de Sarkozy, sino de Otro que tiene un Corazón manso y humilde, paciente y misericordioso..."
ResponderEliminarEs antinatural obligar a nadie a pagar los gastos sanitarios de otra persona. Y dudo que el niño ese desarrolle sentimientos de pertenencia al pueblo español. Aplicando esa regla de tres tendríamos millones de africanas haciendo cola en las maternidades españolas. Desde luego, me parece admirable que los católicos se rasquen el bolsillo para ayudar a otros católicos.
ResponderEliminarEn todo caso, esta señora tiene pasaporte europeo, así que tampoco entiendo que se les utilice de ejemplo para denunciar la locura de la inmigración masiva. Hay mucha hipocresía al respecto. Se aplica esto especialmente a Sarkozy, que deja a la morisma campar por sus anchas, ha seguido con la política de concesión masiva de pasaportes, pero se ha puesto “duro” contra los gitanos.
No me parece bien que se hayan instalado en España tantos, pero no son, ni mucho menos, la prioridad. Y este caso es bastante trivial, como el hay miles desde hace muchos años.
Dichoso tú por mostrar y dar misericordia ante quienes se han sentido despreciados en la Iglesia
ResponderEliminarParece ser que esta historia de la UE no se la acaban de creer algunos. Oigan de una vez: Los ciudadanos de la Unión gozan de libre circulación por su territorio. Siempre he pensado que el racismo es una forma de la lucha de clases. Al príncipe “Adelaziz Ben Para Cá” (que es más feo que Carpanta), en Marbella lo ven guapo y hasta los principales de España lo agasajan y rinden pleitesía; a una pobre criatura rumana le ponemos “peros”. Nosotros no tenemos nada que ver con Sarko, ni ganas. Porque tuve hambre y me diste de comer, estuve desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste. Lo demás es política espesa y lamentable.
ResponderEliminarLa caridad es la gracia mas grande de todas las gracias. Esta vez, Espagna ha dado un ejemplo de como ayudar a quien lo necesita y sin pedir nada a cambio.
ResponderEliminarClaro, que no es nada nuevo o inesperado en esta vieja piel de toro.Lo hemos estado haciendo desde los romanos.
Como dijo la madre de la niña de 10 años, tener un hijo no es un problema es una alegría.
ResponderEliminarUn comentario con el que coincido, también me pareció criticable cuando leí el de Paco Pepe.
Tantas veces crítico contigo Terzio, hoy a tu lado.
En defensa de Paco P., se puede leer entre los reglones, que lo unico que el esta en contra, es de la promiscuidad aparente que abunda entre el plueblo gitano, y el beneplacito de los padres. No en contra del nacimiento per se.
ResponderEliminarNo se Vd. Tan poco caritativo con el Señor de la Cigoña, el critica que una niña de 10 años tenga un hijo y además nos parezca bien; tambien el turismo sanitario que invade España.
ResponderEliminarEstoi seguro que el señor de la Cigoña o cualquiera de nosotros acogería a la niña para darle cuidados una vez aquí.
Lo que algunos censuramos es que vengan aqui a proposito para atender sus necesidades sanitarias o asistenciales.
Pero a lo hecho pecho y bienvenida sea esa criatura a este valle de lagrimas; donde se hará por ella todo lo que se pueda
Hata hoy en día, en los hospitales de la Argentina se atiende por año a miles de bolivianos, paraguayos y peruanos, que llegan ex profeso con ese fin. A partir de la última década del siglo XIX, llegaron al país decenas de miles de españoles, italianos y otros europeos a "hacerse la América". Indianos, se les decía por allí.
ResponderEliminarLuego, con las guerras europeas, se acrecentó el número de inmigrantes que venían a matar el hambre. La gran arca argentina los recibió benévolamente. Fué el único país del mundo que recibió decenas de miles de judíos provenientes de Europa central en los años '30.
También llegaron vietnamitas, coreanos, chinos, rumanos...
Y esta generosidad natural, aunada a cierto innato sentido de indiferenciación racial, la heredamos de Castilla, que armó un Imperio colosal con derecho, buenas maneras, Caridad católica y armas prontas, aún hoy recordado, temido y envidiado, apoyándose justamente en esta ausencia total de "asco racial", como decía orgullos de España Ortega y Gasset.
Así que no entiendo, y hasta me conduelo, de las quejas de don Pacopepe y comparto la justa y adolorida reconvención de Terzio.
Mis saludos y mis ánimos, allende el "charco".
L. b-C.