Entresaco algunas palabras del Papa Benedicto, del simpático blog Un Sacerdote en Tierra Santa, un blog que tiene la ventaja del "directo in situ".
Con estas me identifico, porque es lo que sienten - yo mismo lo he he sentido - los peregrinos:
"...ahora es mi turno de satisfacer el profundo deseo de tocar, de sentir el consuelo de los lugares donde Jesús vivió y que fueron santificados por su presencia..."
Es una especie de síndrome del peregrino, un ansia creyente que se desborda queriendo meter en el alma con besos, con miradas, tocando con las manos, apoyando la frente, con los ojos cerrados, todos los Santos Lugares, desde Nazareth a Jerusalén, desde Belén a Getsemaní. Yo me recuerdo contínuamente, sin necesidad de fotografías, sólo con la memoria tan viva y despierta de aquellos dias de peregrinación. Hasta el olor peculiar de la losa del Santo Sepulcro, o el incienso de rosas que usan los ortodoxos, todo se te resucita en la memoria.
Supongo que Joseph Ratzinger habrá estado alguna vez en Tierra Santa. De todas maneras ahora el que está peregrinando es el Papa Benedicto. Es el tercer Papa que está en los Santos Lugares, después de Pablo VI y Juan Pablo II. Y no es más dificil su viaje que lo fueron los otros dos, pero sí son dificiles las circunstancias que rodean y han precedido a este viaje papal. Pero a pesar de eso, Benedicto va a ser el primero que celebre en medio de Jerusalén, al pie del Monte de los Olivos y el Torrente Cedrón-Valle de Josafat, algo que ninguno de sus dos predecesores pudo hacer. Y será digno de ver (¡ de estar !) en esa Misa del Papa, con Getsemaní detrás y el Monte del Templo enfrente: Un verdadero acto pontifical, como un puente entre Templo-Mezquitas-Altar. Va a ser digno de estar (¡ de ver !).
Todo me hace pensar que pese a los malentendidos y las arremetidas de unos y otros, este viaje ha estado muy preparado. Y que su preparación no se ha "interrumpido" ni por las algaradas de unos ni de otros por lo de Ratisbona, o lo de la oratio pro iudaeis, o el exabrupto de Williamson. Este viaje, con estos actos, no es algo que se prepare en unos meses, ni siquiera en un año. Quizá se lleve preparando desde que Benedicto llegó a la Sede de Pedro.
Pedro, el Papa, Benedicto. Son - es - un valor universal. Vale mucho el Papa presente, la voz del Papa, un mensaje del Papa. Valen mucho los actos del Papa. Y el mundo lo sabe. Y el mundo "mejor" valora su presencia, y la reclama. Y cuando el Papa llega todos se le acercan con sentimientos más profundos que los que salen luego en las fotos. Y las fotos salen bien, pero la experiencia de los que están con él es mejor: Saben, tienen la conciencia de que no están ante un personaje más, saben que es "distinto".
A Benedicto, en las imágenes que están llegando televisadas, en las fotografías, se le ve feliz, serenamente gozoso. Es un efecto de Tierra Santa en los peregrinos, como un eco profundo que nos "acomoda" en una Tierra que es nuestro fundamento. Como Cristo, también Pedro es de allí.
Y no es dificil hacerse la imaginación de acompañar a Benedicto, orando con él, por lo que él está pidiendo; basta también nuestra simple y sencilla intención de peregrinar con él.
Recién llegado a Ammán, en el aeropuerto, con emoción de peregrino, expuso brevemente sus "intenciones":
"por la conversión de los corazones al modo de perdonar y solidarizar que es propio de Dios, para que mi esperanza - nuestra esperanza - para la unidad y la paz en el mundo dé frutos abundantes"
Esta es "su" esperanza. Y es con Benedicto "nuestra" esperanza. En todas las Misas, en todos los altares, hoy hemos pedido por esa esperanza del Peregrino.
Pax super Ierusalem!
+T.
Con estas me identifico, porque es lo que sienten - yo mismo lo he he sentido - los peregrinos:
"...ahora es mi turno de satisfacer el profundo deseo de tocar, de sentir el consuelo de los lugares donde Jesús vivió y que fueron santificados por su presencia..."
Es una especie de síndrome del peregrino, un ansia creyente que se desborda queriendo meter en el alma con besos, con miradas, tocando con las manos, apoyando la frente, con los ojos cerrados, todos los Santos Lugares, desde Nazareth a Jerusalén, desde Belén a Getsemaní. Yo me recuerdo contínuamente, sin necesidad de fotografías, sólo con la memoria tan viva y despierta de aquellos dias de peregrinación. Hasta el olor peculiar de la losa del Santo Sepulcro, o el incienso de rosas que usan los ortodoxos, todo se te resucita en la memoria.
Supongo que Joseph Ratzinger habrá estado alguna vez en Tierra Santa. De todas maneras ahora el que está peregrinando es el Papa Benedicto. Es el tercer Papa que está en los Santos Lugares, después de Pablo VI y Juan Pablo II. Y no es más dificil su viaje que lo fueron los otros dos, pero sí son dificiles las circunstancias que rodean y han precedido a este viaje papal. Pero a pesar de eso, Benedicto va a ser el primero que celebre en medio de Jerusalén, al pie del Monte de los Olivos y el Torrente Cedrón-Valle de Josafat, algo que ninguno de sus dos predecesores pudo hacer. Y será digno de ver (¡ de estar !) en esa Misa del Papa, con Getsemaní detrás y el Monte del Templo enfrente: Un verdadero acto pontifical, como un puente entre Templo-Mezquitas-Altar. Va a ser digno de estar (¡ de ver !).
Todo me hace pensar que pese a los malentendidos y las arremetidas de unos y otros, este viaje ha estado muy preparado. Y que su preparación no se ha "interrumpido" ni por las algaradas de unos ni de otros por lo de Ratisbona, o lo de la oratio pro iudaeis, o el exabrupto de Williamson. Este viaje, con estos actos, no es algo que se prepare en unos meses, ni siquiera en un año. Quizá se lleve preparando desde que Benedicto llegó a la Sede de Pedro.
Pedro, el Papa, Benedicto. Son - es - un valor universal. Vale mucho el Papa presente, la voz del Papa, un mensaje del Papa. Valen mucho los actos del Papa. Y el mundo lo sabe. Y el mundo "mejor" valora su presencia, y la reclama. Y cuando el Papa llega todos se le acercan con sentimientos más profundos que los que salen luego en las fotos. Y las fotos salen bien, pero la experiencia de los que están con él es mejor: Saben, tienen la conciencia de que no están ante un personaje más, saben que es "distinto".
A Benedicto, en las imágenes que están llegando televisadas, en las fotografías, se le ve feliz, serenamente gozoso. Es un efecto de Tierra Santa en los peregrinos, como un eco profundo que nos "acomoda" en una Tierra que es nuestro fundamento. Como Cristo, también Pedro es de allí.
Y no es dificil hacerse la imaginación de acompañar a Benedicto, orando con él, por lo que él está pidiendo; basta también nuestra simple y sencilla intención de peregrinar con él.
Recién llegado a Ammán, en el aeropuerto, con emoción de peregrino, expuso brevemente sus "intenciones":
"por la conversión de los corazones al modo de perdonar y solidarizar que es propio de Dios, para que mi esperanza - nuestra esperanza - para la unidad y la paz en el mundo dé frutos abundantes"
Esta es "su" esperanza. Y es con Benedicto "nuestra" esperanza. En todas las Misas, en todos los altares, hoy hemos pedido por esa esperanza del Peregrino.
Pax super Ierusalem!
+T.