En aquellas legislaturas y gobiernos que fueron oscureciendo el futuro español (el presente que hoy padecemos), Peces (Gregorio) fue uno de aquellos caretos amables con disfraz de ponderación y mesura que templaban los rigores mordaces y tics revolucionarios del Guerra y otros jacobino-marxistas del gabinete. Peces, además, iba de "cristiano". Yo no sé dónde, en qué parroquia, practicaría, pero se le publicitó como "el católico" de aquella tropa. Se entendia con obispones filo-sociatas y parecía una especie de nuncio felipista a partir un piñón con la clerecía ilusa que se hacía ilusiones con la ilusión de un "socialismo cristiano" - ¡¡¡jaja-jaja-jaja!!! -. Un timo de la estampita que los crédulos Obispos (uno se cree lo que quiere) pagaron muy caro.
Desechado cuando la primera avalancha sociata pasó, se retiró (muy cómodamente, con casi una universidad creada y dotada para él solito y sus clientes) al predio universitario. Y parecía que ahí quedaría, holgando sus buenas rentas, infuencias, jubilaciones y pingües pensiones. Pero no. Más que Pez de superficie, Don Goyo vivía como monstruo abisal, en las más profundas simas y cavernas del océano marxista (reconvertido mar de fondo neo-capitalista) las más atávicas inquinas anti-católicas, las peores regresiones anti-clericales, el peor recelo vengativo del resabio decimonónico más enquistado. Él, Don Peces, se estaba gestando pater patriae secularistae omnium laicorum hispanicorum.
Que eso es lo que es: El ideólogo del laicismo zetapero (o zetaperista). Por lo menos eso dicen que es. Y parece que lo es.
Lo que pasa es que la jauría política medra sin cesar y una generación substituye a la otra, sin solución de continuidad (pero con colapso de la continuidad de la anterior, preferentemente). Los cachorros voraces tienen hambre feroz, pero están sin ideas, no estudiaron en la formativas universidades del Ancién Règime, y cada vez saben menos, y tienen que meterse en el antro de Trofonio aquel, y buscar el oráculo del brujo sabio, del trujamán versado, del gurú del tururú. Y consultan a Peces.
Peces, en la quietud de su Fernay aúlico, responde como un poseso redivivo de Voltaire (bueno, Peces con unas cuantas arrobas más de peso, la verdad): "Ecrasez, ecrasez l'Infame !!!
Que es lo que en el fondo el archi-anti-católico y padre de la neo-constitución laicista Peces B. ha dicho con su bocaza de tiburón cuando decía el otro día que: "La Iglesia Católica se mete donde no le llaman"
Yo le preguntaría al agresivo volteriano Peces que quién es el que le llama a él para que se meta cada vez que puede contra la Iglesia (Católica, sólo la Católica; con las sectas, los islamistas y los rabinos se llevará - digo yo - a partir un piñón según el compadreo "cultural" de la "alianza de civilizaciones" patrocinada por su patrón y sponsor Zp).
¿Quién o qué nutre, el anticatolicismo que destila palabrera la boca feroz del tiburón Peces B.?
A un sujeto de su prosapia político-social, con su edad, a sus años, se le figuran otras templanzas, una serena y estóica distancia. O un epicúreo hartazgo, displicente hastío de la cosa pública y la prensa, las declaraciones, las polémicas.
Pero Peces husmea el rastro del incienso - hocico experto en oler turíbulos a distancia - y se arranca como furia en viento de huracán: Ecrasez, ecrasez, ecrasez l'Infame!!!
Bien. Esperemos. Demosle cancha a la fiera. A ver quién termina más aplastado (y antes). Por lo pronto, al Peces, cada vez que sale en foto se le ve más jorobadete, con más chepa, más giboso. Es cuestión de tiempo: Le temps qu'il écrase tout. Porque Peces, tan leído y estudiado, habrá observado que la Iglesia, a pesar de los aplastadores que la han pretendido aplastar, se mantiene muy bien, muy bien, muy bien.
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¿Que no? ¿Que no está tan bien? ¿Que la Iglesia no es lo que fue?
¿Y entonces por qué rabia Peces? ¿Por qué los ataques (de nervios) de Peces? ¿Por qué se sulfura Peces?
Ah! Ah! Ah!
Y es que al fin, la liturgia tiene razón cuando dice que la Iglesia está: "...llena de juventud y de limpia hermosura...sin mancha ni arruga..."
Y es que, queridos y amables amigos mios, la Iglesia no es una vice-presi, ni una minis. Y hasta los peces volterianos, cuando se atacan (de los nervios) y nos atacan, en el fondo nos piropean: ¡Veintiún siglos y batallando!
Pues sí, Don Peces, ya lo ve: Adsumus! (ad multos annos!!!).
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