Era cosa de más o menos tiempo que saliera uno así con una cosa así. No le dejarán ni pasará, 1º por contradicción metafísica (uno es lo que es y no es lo que no es) y 2º por impedimentos canónicos (que son tan razonables siempre). Y habrá que acalarárselo y hasta puede que denuncie discriminación por razones aberrantes. Y como hay leyes (y hasta ministresas), puede que tengamos hasta tribunal-es (no sé si Garzón se prestaría, lanzado como está). A ver.
¿Y si insiste? Hombre (perdón!), siempre le quedaría como recurso constituirse en secta y fundar orden de trans-loquesean. Y a perseverar en las virtudes y carismas propios de la institución (que ignoro cuales puedan ser (y no me atrevo a imaginar por cuales pudieran ser)). Y el tiempo dirá. Y ya se verá en el Juicio Final.
A lo peor tiene suerte y se encuentra con más de una vocación contenida y no cumplida, que de todo hay en la vida. Y vean, vean cómo el frívolo caso me contagia incontinente frivolidad hasta a mí: Me atrevo a pronosticar una marcada proclividad a los hábitos de diseño, pasarela, prêt-a-porter y todos los complementos fashion de temporada. ¿Y por qué no?
Porque ese es el argumento mayor de quasi todo quisque infra-opinante: "¿Y por qué no?". Y eso opina la èlite y eso opina el vulgo, tutti et tutte.
Yo no opino cosí, of course: Opino plus ultra, plus ultra.
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