Uno no gana para sustos, hoy más que ayer pero menos que mañana. Y la culpa, en este caso, es del internete - gracias a Dios - que no se sabe nunca con lo que se pueda topar en los procelosos mares de la navegación virtual.
Pero esto que traigo y que pongo es pornografía pseudo sacra pura y dura, hard-hard-heavy king size. El que tenga bemoles, que se atreva, yo ya he advertido, no me acusen luego ni me pidan daños y perjuicios:
Galería web-page de horrendas impías ellas
¿Qué? ¿Es o no es para echar a correr sine freno?
Por lo que a mí respecta, no se cómo salir del shock, y me temo pesadillas recurrentes en noches de íncubos y súcubos, con las caras (y demás) de estas ellas, colmo de aberración.
Lo peor es que no las querrán ni en los infiernos (que el demonio es malo, pero tiene juicio), y a ver qué van a hacer sueltas por ahí, causando estragos y remedando acciones sacras para acomplejados incáutos (por cierto que sale un calvo en la galería que no se bien por qué sale...a no ser que sea calva en origen o pretenda ser ella en futuro).
En fin, esto es el fin (a ver si acaba de una vez, y acabamos).
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viernes, 13 de febrero de 2009
Ministros, justicieros y monterías
Otra vez en el proscenio. Uno de los personajillos más ridículos de nuestra insufrible escena política, fantoche histriónico de considerandos, autos, imputaciones y resuelvos. Su psiquiatra sabrá qué desarreglos psíquicos le afectan y perturban. Yo intuyo un profundo complejo de inferioridad de no se decir qué etiología, que desemboca en un "aquí estoy yo" voluntarioso, superiorista y disimulante. Más o menos, porque no soy psiquiatra y entiendo de otras cosas etc. Pero tengo impresiones y me hago conceptos, composiciones de persona y lugar. Y este judicato es un peligro.
Un peligro muy bien manejado ad usum de la piara, tan afirmada en clientelismos de los tres poderes subsumidos en uno, sin distinción de funciones y una sóla y omnímoda esencia político-partidista. Es el de la cachiporra, el tente-tieso del estacazo y la trifulca, el que sale al tabladillo sin aviso, cuando el titiritero quiere darle fuerza a la farsa de los muñecos. ¡¡¡Pim, pam, pum!!!
En otros sitios de más prestigio no lo hubieran aceptado. Aquí sí cabe porque las tragaderas son tan anchas como angostas las mentes, en proporción a la inversa. Somos así y así nos estan conformando, todos conformes.
¿Y los afectados? Los afectados no sirven ni para pienso de cabaña porcina de granja. Ni para limpiar la casa (ni para convivir cínicamente con su basurilla, si no). No son competentes ni para echar testosterona al asunto, ahora menos que nunca que se imponen hembras y mandan. Una vergonzosa calamidad.
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Lo más cómicamente tipical spanish es que todo se trame y destape en y a propósito de una montería. Ellos que todavían sacan nodos con el Generalísimo queriendo tacharle de no se sabe qué porque gustaba cazar y le organizaban cacerías. Y ellos están lampando por hacer lo mismo, vestirse de verde inglés, tweed escocés y loden austríaco. Y con foto, of course. Caza mayor, of course. Con cuernos, faltaría más, que no hay montería sin cuernos y ladies ad casum.
Le tengo - no se si lo he confesado - especial adicción al magistral documento intitulado "La escopeta nacional", un peliculón del enorme Berlanga, esperpento en tono mayor real como la España misma, inmortal y perdurable. Véase y coméntese. Transportense situaciones, múdense las dramatis personae y tradúzcanse diálogos, acomodados a la España de la piara. Es muy divertido el ejercicio, ameno e instructivo.
Entonces aquellos que hubo, hoy estos que hay. Pero los mismos, hijos de mater Hispania al son del Gato Montés (o España cañí).
Y un carajillo para el frio.
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Explicando-Nos
Todavía, en los documentos oficiales, el Papa usa el maiestático "Nos". Una venerable costumbre además de un exquisito buen gusto, que no se pierda. Que no se pierda porque cada vez tiene más sentido: Que utilice el "Nos" que nos incluye y nos expresa, porque es nuestra cabeza visible en la Iglesia, y lo que declara Pedro/Benedicto lo decimos todos con él.
La polémica suscitada por el "negacionismo" de uno (porque ha sido uno, uno entre todos) encuentra una superabundante explicación cuando el que habla habla con la autoridad del "Nos", que le es propia en exclusiva. Una respuesta con muchas voces en una sola voz (y muchos corazones en uno).
No se si estas últimas semanas Benedicto XVI se habrá sentido sólo, con su "Nos" de protocolo vaticano como un aditamento históricamente significativo pero actualmente insignificante (para algunos). Intuyo que, por lo menos, la actitud reluctante de sus paisanos le habrá dolido, le habrá afectado. Tanto más cuanto se supone que un personaje de su trayectoria con tanto escrito y enseñado y publicado poco tiene que explicar. Pero el mundo tiene siempre un tribunal en guardia, una causa abierta contra la Iglesia, ex orígine. Sin solución de continuidad, desde el Sanedrín primero, pasando por los jueces de Roma y los tribunales populares de las revoluciones que han sido y son. No nos asusta. Incluso sabemos que, al fin, son oportunidades para dar testimonio de nuestra fe y nuestra esperanza.
Si alguno incubó la más remota duda, o fue por malicia deliberada, o por torpeza invencible. No cabe ingenuidad inocente. Sobre Benedicto XVI, no. Sobre la Iglesia que él encabeza en el nombre de Cristo, tampoco.
Si se proyectan sombras medievales sobre la pantalla del siglo XXI, la ilusión distorsionante de lo que fue en lo que está siendo es engañosamente aberrante. Si se pretende exigir una perenne disculpa revisada y reactualizada temporalmente, casi lo mismo. Ni la historia es reversible ni el pasado es transportable. Y el peligro de una "recreación" depende mucho de cómo se recuerde y desde qué actitudes se enseñe.
El tráuma de la shoáh perdura, y están vivos todavía sus testigos, mártires de la memoria de un siglo perverso, el que más combatió a Dios y el que más dañó al hombre. Negar los crímenes es un daño, una ceguera torpe si es invencible desconocimiento y un malvado pensamiento si es simpatía consciente. Dudar al respecto es definirse contra la terrible evidencia de la historia. Dejarse engañar es posible, aferrarse al engaño una necia culpa.
De todo esto, de cualquier sospecha, está inmune Benedicto, que es el que ha hablado, con el Nos de muchos en su sóla voz. Decimos con él lo que él ha dicho, y damos nuestra fuerza de muchos a su voz, a la vez que nos reconforta su voz única, hablando con todos, por todos, y para todos.
Es su oficio, una de las acciones vinculadas a su ministerio universal urbi et orbi...Pero debe ser pesado, muy pesado: Una cruz "petrina", verdaderamente.
Pero: Adsumus, omnes cum Petro! (y todos en su "Nos").
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