La Universidad de la Sapienza de Roma, la funda el Papa Bonifacio VIII recien comenzado el siglo XIV, en 1303, a los pocos años del famoso 1er Giubileo del Trecento, en medio de una fascinante época que se despegaba lentamente del Medievo y se abría irrefrenable al Rinascimento.
Con historia y vicisitudes propias, es desde entonces la universidad de Roma, conviviendo con los muchos y prestigiosos centros de estudios eclesiásticos que han compartido con ella parte de la historia cultural de la Urbe. Hasta 1870, cuando la anexión de Roma y los Estados Pontificios al nuevo Reino de Italia, la Sapienza fue sostenida, administrada, regida y patrocinada por los Papas y sus representantes. En el perfil de Roma, el extraño y barroco helicoide que remata la cúpula de Sant`Ivo alla Sapienza, sobresale ligero y dinámico entre las iglesias del centro romano. Esta original cúpula del Borromini, se adorna con los montes y estrellas del stemma del Papa Alejandro VII Chigi, bajo cuyo pontificado (1655-67) se renovaron los edificios de la antigua universidad.
El Papado es un hecho cultural de magnitud universal. Prescindiendo (quien neciamente quiera) de consideraciónes religiosas anejas inseparablemente, es imposible obviar la enorme significación cultural del Pontificado Romano en la historia de Occidente, hasta el punto de que no existe al dia ninguna institución "histórica" que pueda igualársele remotamente en "hechos culturales".
Roma, la Urbe, sigue siendo la ciudad del Papa, mal que les pese a los italianos "oficiales", que apenas han superado este tráuma-complejo desde el tiempo de la efímera dinastía saboyana, una de las más penosas y ridiculas de la historia; por no decir lo mismo de la actual república, marcada con todos los defectos posibles del sistema desde su instauración sin solución de continuidad (o, simplemente, sin solución). Misteriosamente, el estado italiano funciona e la nave va!....má non si sá cóme va (yo pienso que la cosa marcha porque la magnífica Italia es inmensamente más que su penoso stato y su tragicómica reppública).
El caso es que hoy el Papa debería haber visitado "su" universidad de la Sapienza, pero se ha visto obligado a suspender la visita porque 67 profesores (de un total de casi 4.500 en claustro) y 150 alumnos (un no sé cuántos por ciento del total de 150.000 matriculados) se han movilizado rabiosamente protestando por la visita.
Muy originales y ocurrentes, han sacado el fantasma de Galileo. El caso de Galileo es una excusa que la inculta clase culta ha venido blandiendo desde el siglo XIX para arremeter contra la Iglesia y el Papado (que salvaron al cabezota Galileo de un problemón mayor que hubiera podido acabar con Galileo de haberle pillado a Galileo, por ejemplo, en la Ginebra que quemó a Miguel Servet...pero que apenas recuerda nadie ni nadie protesta porque al médico español Miguel Servet lo quemaron los calvinistas suizos, suerte que no le cupo al cabezota de Galileo con su rezongón "eppur si muove", que contó con todas las simpatías del Papa que hizo lo imposible para que pudiera escaparse - como se escapó - del rigor de un tiempo y una época).
Lo estridentemente chirriante de esta visita "traumática" a la Sapienza, es que la tropa porcina de 67 profesores y 150 alumnos serán todos ellos simpatizantes de la siniestra barbarie marxista que tiene fresca la sangre de toda la intelectualidad aplastada a golpes de hoz y martillo en la Europa que sufrió su ominosa dictadura proletaria. Item más: En Cuba, China y Korea, que tendrán todas las simpatías de la panda necia de la Sapienza, hoy mismo, en este momento, están las cárceles llenas de intelectuales, científicos y estudiantes.
No sé por qué no existe, por ejemplo, un "caso Lavoisier" que se pueda espetar cada vez que se tercie a los herederos ideológicos de la Revolución Francesa, pero sí se mantiene en ristre este caso Galileo para asomarlo como tio de la porra cada vez que se quiere arremeter contra el Papa o el Papado o la Iglesia Católica.
Infames laicistas, desechos degenerados del marxismo criminal, que no saben qué pensar y piensan contra lo que deberían admirar y reverenciar, si no como creyentes, al menos como inteligentes.
Al final, es la Sapienza la que queda manchada con la tacha de no haber honrado a uno de los hombres más y mejor significados del recien abierto siglo XXI. A parte de que han preterido al sucesor del que la fundó y de los que la mantuvieron y engrandecieron, también le han cerrado las puertas al que, por donde va y a donde vaya, viene en nombre de la Sabiduría, la Sapienza, la Sofía, el Señor.
Ellos sabrán (o más probablemente no sabrán), pero nunca se mostró tan necia la Sapienza.
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