Recuerdo siempre que salen a relucir las Santas Patronas ese comienzo del poema latino que narra su martirio. De chico, lo leía sin entenderlo porque sonaba bien (y traía la traducción al lado, en otra columna), en un libro de las Tradiciones y Leyendas de Sevilla, de José María de Mena (me imagino que debía ser la primera edición). En el texto de Mena se dice que el poema martirial es de San Isidoro, pero ahora no me consta.
.El martirio de las dos hermanas tuvo repercusión en toda la Hispania cristiana, a fines del siglo III, sobre el 287, precisan algunos. Quedaron entre ese selecto grupo-memorial de Mártires nombrados en el commemorantes de la Misa Mozárabe. El Proprium Hispalense, trae como lectura hagiográfica del Oficio el texto del Martyrologium Hispanum (t. IV pg. 164, Lyón 1656), que más o menos repite la misma historia que transmite el poema atribuído a San Isidoro.
La secuencia que narra es muy concisa: Eran hermanas y vivian sencilla y castamente "...domus suae curam gerentes vitam inculpatam transigebant..."; con su pobre negocio de alfarería se mantenían ellas mismas y asistían a los pobres "...fictilium mercimonio sese alebant et tenuitate egenos sustentabant...". Lo más llamativo es la escena que provoca la reacción de las hermanas:- "...Accidit autem statuto
quodam die Hispali
Adonis celebrari,
in quo festa
mulierculae quedam
cum solitis, ejabulatibus et
clamoribus.
Salambonae simulacrum...
...in pompa circunferebant"
Celebraban unas fiestas en honor de Adonis y llevaban en una andas un ídolo de Salambó, la Venus-Astarté de los fenicios. Tuvo que ser una figura muy parecida a esta Astarté de terracota que se conserva en el Museo de Cádiz:
Los cultos de ese tipo se acompañaban con danzas voluptuosas; también era frecuente que se llevasen príapos y otros signos/objetos relativos a la fertilidad masculina. Algunos de los participantes pedían ofrendas al paso de la procesión, pero Justa y Rufina se negaron a dar ni una maceta de su puesto a la impúdica Salambona
- "...Quae cum obiter
a sanctis sororibus
stipen postularent
nec quidquam extorquerent..."
En venganza por el desaire, los salambonitas les rompieron toda la cacharerría de su pobre tenderete. Pero las dos trianeras no eran tímoratas, sino hembras de armas tomar, y al ver el estropicio de su negocio, se agarraron a las andas de la Salambona y las volcaron con la Salambona encima...y quedóse la Salambona tan rota como los búcaros que les acababan de romper a las Sorores.:
- "...Sed sanctas virgines non frivolas
rei detrimento conmotas
sed religionis zelo succensae
nefari simulacrum
a se dejecerunt,
quod terra et conminutum
fictilie etiam se probabit."
Y se armó. La gente que esperaba la procesión de la Salambona y regodearse con las desvergüenzas de sus danzantes, lo que vió pasar fue a las dos hermanas atadas entre el griterio de los salambonitas, que la conducían furiosos al tribunal.
Después se narra el jucio y condena de las Santas, al modo de una breve acta martirial. Las atormentaron en el potro y les obligaron a caminar heridas por el campo; después son conducidas a las cárceles, arrojándolas a un lóbrego calabozo
- "...Quarum inmanitatis
et diaturno arceris situ
et fame
Justa enecta
Deo spiritum reddem..."
Allí mismo murió extenuada Justa, asistida por su hermana. Rufina sobrevivió, y fue llevada al circo y le echaron un león, que se rindió manso a sus pies, sin tocarla
- "...Rufina, vero ad alia certamina
sanctisimae sororis superstes
praessidis jussus
in arena producta
ferossisimo leoni.
Qui quasi virtutem
coelesten agnosceret
illaesam eam et intacta reliquit..."
La devolvieron a la carcel, y allí la degollaron y arrojaron a un pozo. Sus restos pudieron ser recuperados por Sabino, el obispo de la ciudad, y se depositaron reverentemente junto a los de su hermana
- "...Ossa autem
a Sabino Hispalensi Episcopo
collecta
et in suburbano coementerio
honorifice sepulta sunt."
La memoria sevillana conservó los detalles del martiro, aun durante los años de la dominación de los moros. Los sitios vinculados al recuerdo de las Vírgenes Mártires se extendían por el área que comprende el Campo de los Mártires (donde estuvo el primer enterramiento) , el Convento de la Trinidad (lugar de las cárceles, donde todavía se puede visitar la mazmorra donde estuvieron las Santas) y el Convento de Capuchinos (en cuya área las prospecciones arqueológicas ubicaron el circo romano, entre el hospital de la Cruz Roja y la calle Fray Isidoro de Sevilla). Durante los siglos XVI-XVII, aquel sector de la Sevilla vecino a la Puerta de Córdoba fue uno de los centros de la espiritualidad hispalense.
La iconografía de las Santas es muy rica, con una secuencia representativa que va desde la primeras pinturas de la proto-escuela sevillana (siglo XIV-XV) a la actualidad. Se representa a la pareja de Santas estantes, con la palma del martirio y a veces la corona florida de las Vírgenes; a sus piés, unos cacharros de barrería recuerdan su oficio de alfareras; en otras representaciones ellas mismas llevan algún objeto de loza en sus manos. Desde el siglo XVI, se pone entre las figuras de las Santas la Giralda, por ser tradición que aparecieron sosteniendo la torre cuando el terremoto de 1506. Esta representación ha sido casi definitiva, por el bello motivo que completa la iconografia, tan sevillanamente resuelto.
Quizá el mejor, el monumental lienzo de Murillo, pintado para el altar mayor del convento de Capuchinos (1665), con las dos Santas representadas en tipo inconfundiblemente popular, pero con una imponente apostura y la especialísima unción-espiritualidad característica del gran maestro sevillano. Goya las pintó (1817) para el altar central de la Capilla de los Cálices, típicamente "goyescas" en color (azules-negros-rojo), carnaduras, dibujo de rostros y manos...pero con el "defecto" de las pinturas religiosas de Goya; tuvo el detalle de poner a sus pies la Salambó hecha trizas y el león amansado.
La Stª Rufina de moda es la atribuída con tanta probabilidad a Velázquez, una joya de la pintura sevillana rescatada para Sevilla, y que lo más seguro es que no sea Stª Rufina sino Stª Justa.
En imaginería, las más airosamente barrocas al gusto sevillano, las de Duque Cornejo:
.
Y las más populares con toda la gracia trianera, las de los azulejos de cerámica, tan ricamente variados según el mismo tipo repetido:
Como su fiesta oscila en el calendario (en Sevilla, actualmente, se celebran el 17; antes se celebraron el 18, y el 19 aparecen todavía en algunos santorales), las traigo en semblanza hoy. Con la caló que hace, el antojo de un búcaro fresquito me habrá traído el recuedo de las Santas.
&.
Estupenda entrada. Y muy trabajada.
ResponderEliminar