Hasta aquí, nada de extraño, nada que objetar a la iniciativa y el encargo de la CEI. Pero las obras que van estampadas en el Leccionario son cosas como esta :
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La tradición iconográfica de la Iglesia es muy antigua, muy rica, muy significativa, y muy valiosa. No ha habido época que no se haya "auto-retratado" espiritualmente en la iconografía de su tiempo, del arte y los artistas de su siglo. Así desde las Catacumbas a los grabados del XIX y el XX, pasando por la ingente y maravillosa producción de los miniaturistas e ilustradores medievales y renacentistas, que dejaron su obra sobre las hojas de pergamino de los códices, cantorales y libros que son la honra las más reputadas bibliotecas y colecciones del mundo. Elaboraron una iconografía sacra para acompañar a los Textos Sagrados, muchas veces la versión visible-inteligible para los analfabetos que se asomaban admirados a aquellas páginas, que no leían pero sí entendían.
Aparte el gusto del mecenas de turno y la maestría del artista elegido, el arte propiciado por la Iglesia nunca fue "elitista", sino deliberada e intencionadamente "popular"; no porque se transigiera con la vulgaridad de las formas, sino porque se pretendía la comprensibilidad de la obra por parte del pueblo. Desde las miniaturas a los frescos, pasando por las vidrieras, los retablos y la iconografía cúltica, la imaginería del arte cristiano se concibió desde muy antiguo no sólo como "decoración", sino muy principalmente como "exposición" estético-formal de la Fe. Con tal grado de consciencia, que hubo tribunales, peritos y censores encargados de velar para que la calidad estética fuera concorde con la sacralidad del mensaje y la dignidad del culto. Si una obra no estaba a la altura exigida, se la destruía, con el consiguiente descrédito de su autor.
Una pieza de iconografía sacra, no sólo tiene un valor artístico, sino que su primera intención es religiosa, y debe expresar el Misterio. Aneja a la capacidad técnica y estética del artista, tiene un esencial valor su expresividad "espiritual", imprescindible para el objeto en cuanto tal. Será insuficiente y malograda tanto si es bella pero no es religiosa, como si es religiosa pero no estética. Y lo mismo respecto a otras posibles calificaciones. El grado de proporcionalidad/correspondencia también será relevante a la hora de enjuiciar su valor.
No me cabe duda que se ha intentado una comunicación/interacción artístico-litúrgica, pero igualmente me es evidente su fracaso: Por insuficiente inspiración, comprensión, expresión e ilustración. Es decir: Falta de fe, de motivo, de medio, de argumento, de sintonía (eludo la crítica estrictamente artístico-estética, que entiendo supuesta).
Un Arte Cristiano minimalista quedó inteligentemente expresado por un Rouault o por un Manzú, con obras en las que la reducción de formas a cierta básica elementalidad no les priva ni de expresividad sacra ni de belleza/atractivo formal. Con parecido estilo al de estos artistas, otros han conseguido lo mismo, incorporando sus obras al patrimonio artístico-iconográfico cristiano, definiendo muy bien una época y su espiritualidad.
Si la nuestra tuviera que definirse por esas ilustraciones del Lezionario della CEI (como esta de más abajo, para el Evangelio del milagro del ciego de nacimiento) el concepto teológico-espiritual resultante sería tan pésimo como equívoco.
Comparados con sus venerables antecesores del Trecento, Quattrocento, Cinquecento...y hasta del Novecento, estos Vescovi italiani del Duemilla han quedado, estéticamente, a la altura ínfima del pseudo-arte y los pseudo-artistas de su desafortunada elección. Además con una injustificable tendencia "elitista", porque esas "vanguardias" ni son populares, ni podrán nunca captar la atención piadosa de la gente corriente y/o creyente.
Lo peor es que el disegno italiano se copia en el mundo entero, y pronto perpetrarán por doquier desatinos parecidos: Escalofríos me da pensar lo que puedan editarnos aquí.
+T.
El libro de los gustos está en blanco; ese leccionario parece que no.
ResponderEliminarSi te reconoceré que el diseño de la portada recuerda a aquellos dibujos absurdos que hacía Alberti.
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Enviado he un par de correos.
ResponderEliminarQue razón tiene Don Terzio, esa "modernor" por llamarla de alguna manera se merece como minimo la hoguera. Ni enseña, ni dignifica, mas bien espanta.
ResponderEliminarA usted y a su blog les he descubierto a través de un amigo que hoy ha tenido a bien leerme el escrito que lleva por título “Minimalismo artístico y sagrado”, que ambos consideramos muy certero.
ResponderEliminarQue se declare católico convencido y español alégrame.
Doña Gaudiosa