Cada vez que Israel se ensaña con Gaza y deja un reguero de sangre de niños, recuerdo el terrible canto de Lamech, Gn 4, 23-24:
"Dixitque Lamech uxoribus suis Adæ et Sellæ audite vocem meam uxores Lamech auscultate sermonem meum, quoniam occidi virum in vulnus meum et adulescentulum in livorem meum
septuplum ultio dabitur de Cain de Lamech vero septuagies septies"
septuplum ultio dabitur de Cain de Lamech vero septuagies septies"
"Y dijo Lámek a sus mujeres: «Adá y Sillá, oíd mi voz; mujeres de Lámek, escuchad mi palabra: Yo maté a un hombre por una herida que me hizo y a un muchacho por un cardenal que recibí.
Caín será vengado siete veces, mas Lámek lo será setenta y siete»
Caín será vengado siete veces, mas Lámek lo será setenta y siete»
Este terrible estado de Israel, por un proyectil lanzado desde Gaza, arremete con un escuadrón aéreo que arrasa calles, casas, y vidas. De niños de pecho, incluso, con esa proporcionalidad terrible de Lamek, descendiente de Caín, que multiplicaba por setenta y siete la respuesta al daño recibido. El Israel hodierno ha aprendido bien la lección y ajustan la terrible cuenta del 1/77, implacable: Por una pedrada de intifada, una ataque aéreo.
El boletín de arqueología de la Custodia Franciscana, publicaba hace poco un interesante artículo dando noticia de las actividades de una asociación arqueológica llamada De Siloé a Silwan. Contaban la peculiar manera de actuar de los organismos oficiales que gestionan la arqueología y el turismo arqueológico en Israel. Optando por un parcial y monotemático interés exclusivamente israelí, reducen toda la arquelogía mostrable a los lugares-yacimientos de la historia judía, obviando, por ejemplo, la riquísima prehistoria cananea, las culturas autóctonas pre-judáicas, y todo lo posterior al declive-ruína de Jerusalén-Israel. En el mismo sentido, no se refieren a las antigüedades paleo-cristianas y bizantinas; ni tampoco al riquísimo legado del tiempo de las Cruzadas, y lo mismo respecto al gran aporte islámico, tan evidente en Jerusalén, que es una ciudad musulmana hasta en las murallas y las puertas que le dan su característica e inconfundible impronta visual, con la cúpula de la roca como elemento identificativo insustituible.
A los turistas, la arqueología oficial y las asociaciones especialmente vinculadas al ministerio responsable, le enseñan e ilustran solamente lo que se refiere al periodo davídico-herodiano, y poco más. Me refiero al turismo judío, porque el cristiano y el restringidísimo musulmán, no necesitan de guias oficiales para reconocer sus lugares histórico-religiosos, tan patentes por todo Jerusalén y todo Israel.
A tal grado llega el prejuicio-parcialización de la arqueología oficial israelí, que ha alarmado a los propios arqueólogos profesionales, preocupados por el descrédito que en los foros arqueológicos internacionales puedan causar semejantes prejuicios y exclusiones, tan incompatibles con el quehacer de la arqueología. Por eso, la asociación From Shiloah to Silwan ha estrenado una interesante iniciativa en el viejo barrio cercano a la antigua piscina de Siloé, conocido hoy como Silwan, de población jerosolimitana-palestina. En su espacio se encuentran estratos arqueológicos que se remontan al 5.000 antes de Cristo, y siguen hasta el siglo XVI de nuestra era y la actualidad, con registros de todas las culturas y momentos de la historia que han pasado y transcurrido en Jerusalén. La interesante iniciativa turístico-arqueológica va destinada, muy especialmente, al turismo judío.
El Israel oficial que pretende meter en un paréntesis excluyente lo que existía siglos antes de este Israel, es un Israel demente. Si lo reprime con bombardeos sobre las miserables casuchas de los palestinos (muchos de ellos jerosolimitanos) de Gaza, es un Israel criminal.
Hoy se ha leído en Misa el Evangelio del ciego de nacimiento, Jn 9, 1-41, en el que aparece citada expresamente la piscina de Siloé, que estaba cercana al actual barrio palestino-jerosolimitano de Silwan. El final del Evangelio es tremendo. Los fariseos le preguntan al Señor:
"...¿Es que también nosotros somos ciegos?»
Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: 'Vemos' vuestro pecado permanece..." Jn 9, 40-41.
Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: 'Vemos' vuestro pecado permanece..." Jn 9, 40-41.
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