La Derecha españoña (perdón "centro derecha", quería decir) tan desencantada con su tropa de tontos de baba y donmarianos, se pone a aplaudir a cualquiera que diga "yo soy católico-yo soy español-Vivaspaña!", y levanta un altarcillo para cualquiera que destaque un pelo.
Prada es uno de los idolatrados, aunque el Federico es el idolón del panteón, y ya quisiera Prada tener la clientela del Federico. Pero el Federico es un peligro, un exceso que la Iglesia y la CEE están pagado caro porque el Federico rabioso ha mordido a diestro y siniestro, arriba y abajo y al centro; y más caro lo van a pagar cuando el Federico rabioso se les revuelva del todo.
En un articulillo de opinión en el ABC de hoy, Prada se toma la licencia de aconsejar a la Jerarquía. Con esa autoridad que se auto-arroga, Prada es un insensato y la voz de su amo (porque amo tiene que tener). Cuando se le acaben y caduquen los encantos y afloren y aburran los desencantos, a ver por dónde tronará Prada, que no se define, precisamente, amante de la oculta senda retirada del mundanal ruído, porque, como se ve, a Prada le va el ruído.
Lo que nos hacía falta en el cuadro es un periodista derechón y catoliquista por libre, tirándose al ring y armando y pidiendo guerra.
Si quiere combate, que se entrene para el sumo: Sólo le falta dejarse coleta y hacerse el moñicle, porque peso, volúmen y barriga, tiene (y el no ser nipón, se le dispensa).
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