Por eso la Summa del Angélico era la referencia axial casi siempre: Scriptura, Magisterium, Traditio, Tommas; un quattuor indiscutible.
De los franciscanos y su escuela, nos quedábamos con la anécdota de las Fioretti y el providencial encuentro de los Santos Doménico e Francesco en Letrán; un poco de San Buenaventura...y leña a Duns y a Ockham, que con ellos empezó el declive.
Tengo que reconocer, yo que tengo jurado voto de sangre inmaculista, que la argumentación de Santo Tomás es tan sólida y coherente, como ligero y sumario el célebre "Potuit, decuit, ergo fecit" de Duns Scoto. Cinco siglos y pico tardó la Teología en hallar una fórmula que explicitara satisfactoriamente la ocurrencia de Duns y resistiera el formidable sed contra tomista, con un contenido que atiende más a las objeciones del Angélicus , que al voluntarismo entusiasta del Subtilis.
Sin embargo, por esta militancia inmaculista, Duns Scoto me es simpático, precisamente; y también por inglés; y también porque me cupo en suerte estar en San Pedro el dia que fue canónica y definitivamente reconocido Beatus, por Juan Pablo II, el 20 de Marzo de 1993. Yo estuve allí, sul Sagrato della Basílica Vaticana.
Y hoy, 8 de Noviembre, es el dia en que se le celebra, especialmente en su Orden, que le profesó particular veneración, en contra de toda la opinión de la de Predicadores, que se oponía a que Duns tuviera culto (mérito!) reconocido.
Y me he permitido esa ingénua ilustración, porque por ser como las demás, inventada, esta es la más simpática, la más ingénua para ilustrar la sutilidad a la que puede llegar un candor franciscano cuando la razón funciona en una mente brillantemente lúcida. El lema del librito que ostenta es altamente arriesgado "Ora et Cogita ~ Cogita et Ora" ; pocos son capaces de vivirlo.
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