Me tengo por monárquico tradicional; quiero decir -y no otra cosa - que recibo la forma monárquica como algo vinculado a la tradición que considero mi referente. Junto con esto, también me considero crítico-dinástico y escéptico-regio; es decir, que a todas las dinastías les pongo graves peros, y no hay un rey al que no le encuentre considerables defectos, porque no los hay ni los ha habido perfectos, particular sobre el que huelga demostración.
Y sin embargo defiendo las excelencias de la monarquía sobre cualquiera vulgar república y/o derivados. Admito excepciones matizadas siempre desde una posible aristocracia moreana, pero eso es utopía de Utopía.
Escribo esto desde el malestar por las manifestaciones anti-monárquicas de los últimos días, que ya se adivinaban con tantos malos augurios desde que psoe-2 re-ocupó la Moncloa, en mala hora. Detrás de todo anda el capo di tutti capi, tan insensato como siniestro protervo; de eso no me cabe duda. Son él y su piara.
Al Rey le tengo comedida simpatía, pero a la Corona, indiscutible aprecio; no por quien la lleva - sufrimos tiempos minimalistas de reyes sin corona y papas sin tiara, qué dolor! - sino por la institución misma.
La institución misma es de origen....mmmhhh...de origen...eeemmmhh...de fundamento...divino ¿¡¡!!? Bien, digamos que sacro, por lo menos desde aquellos "pathesi", reyes-sacerdotes de las remotas culturas de la Mesopotamia madre de las culturas. Reyes que en la Escritura serán figura del Rey-Mesias, esto es, de Cristo-Rey. Y en este punto la protestación de fe monárquica se me fundamenta tanto, tanto, tanto, que a ver quién me saca de mis trece monarquizantes absolutos.
Que esa es, también, otra: Un rey-rey es rey sin reservas, parlamentos, constituciones y demás recortes de trono, corona y cetro; con un peligro también evidente que la Historia ilustra terriblemente: Que han habido pocos Numas y muchos Tarquinios; que David fué el mejor y davideó todo lo que pudo (caso Betsabé-Urias inclusive, que ya lo quisieran actualizado los degenerados de la prensa rosa), y de David a Sedecías, vaya declive de la dinastía mesiánica! Y desde estas bíblicas alturas, a las pedestres bajuras de todas las coronas de todos los reinos de todos los reyes.
Pero me confirmo monárquico.
A Stº. Tomás de Aquino, quasi que le obligaron a escribir una tratado para educar al principito de Chipre; la madre no recuerdo si era aragonesa o una de aquellas reinas de la Casa de Lusignam, realojados en Chipre cuando Saladino y sus sarracenos finiquitaron el efímero Reino de Jerusalén, el de los cruzados. Lo cierto es que lusiñana o aragonesa - no recuerdo - la reina se empeñó en un propedéutico del Aquinate para su niño príncipe, príncipe heredero; conque el buenazo de San Tommasso, resignado, le tuvo que escribir algo: "De regímine príncipum", un opúsculo, pero rebosante del sentido común y la sapiencia del Doctor Angélico.
Lo leí y lo estudié y hasta redacté el borrador de un ensayito que debe andar traspapelado entre mi papelerío. Recuerdo una de sus tesis:
- Que la monarquía, aunque corra el peligro de corromperse en tiranía, siempre será preferible porque, en caso de corrupción, se corrompe sólo uno, el rey; pero en el caso de la república, en la que no es uno sino muchos los que gobiernan, es mayor el riesgo de ser muchos los que se corrompan.
El capítulo 6 de la obrita, dice terminante: “El gobierno de muchos degenera más frecuentemente en tiranía que el de uno solo, y por tanto es preferible el régimen monárquico”
Elemental! (Cuando uno lee a Stº Tomás, a veces se le ocurre imaginar a Fray Reginaldo de Priverno como una especie de Dr. Watson ante un brillante Sherlock Holmes de la Escolástica, escuchando de boca de San Tommasso algo así como "...Elemental, fray Reginaldo..."; - pero esto es desvarío mío -).
Elemental, decía, que cuando muchos mandan, muchos y desde muchas instancias y niveles puedan corromperse; verbigracia, la administración de la trupe circense de los del partidito de los cien años de honradez fundado por el viejo de la gorrilla, que han corrompido los cuatro puntos cardinales y todos los vectores de la rosa de los vientos (de la rosa en el puño, of course).
Bien. Era sólo un botón de muestra de la ciencia política escolástica, que es más extensa, aunque por el estilo.
Más serio: Que opino y mantengo que hay instituciones de necesaria estabilidad por mor de una higiene y seguridad en las cosas del Estado y para su bien general. En España (ay! porque España, ya se sabe, duele), cosas como la Monarquía, no se deberían ni rozar hasta dentro de cinco o seis siglos, cuando sean los tiempos de los tatatara-retata-ra-nietos de Dª Leonor, (si no nos han re-invandido los neo-sarracenos de la morería de al-Qaeda).
Por cierto, una de las cosas para las que sirven los Reyes de España en España y para España: Para pelear con los moros, reconquistar lo usurpado, y echar a la morisma plus ultra de las Columnas de Hércules, que nos separan de África.
Y, para acabar, un summum: Que rezamos "venga tu Reino", y no "adveniat republicam"; y que creemos en el Reino de Dios, que nunca se ha revelado republicano (eso es cosa de paganos).
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