La noche-madrugada entre el 5 y el 6 de Enero, me afecta. No sé si se me nota; yo sí me lo noto. Y quisiera tener tres o cuatro o cinco años de esos que tengo-que tuve, pero sin los cuarenta que vinieron después.
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Y que sigan viniendo - Vive Dios! - otros cuarenta o cincuenta más; pero que entre el 5 y el 6 de Enero se me vuelvan, por una noche y su sueño, por una mañana y su despertar, los pocos años aquellos que me laten dentro.
Si no, seguiré consolándome nostálgico, sólo con mi afección de Reyes.
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