Mi abuela Antonia tenía su peculiar calendario, que era de fiestas y dulces: Cada una tenía su repostería y era pecado tomar el dulce que no era en la fiesta que no tocaba. Los pestiños y las perrunas de manteca y almendra son de Navidad, como los alfajorillos, los mantecados, las tarteras de cidra y el mazapán; pestiños y perrunas se hacen en casa, y los otros se encargan fuera. Para Semana Santa, torrijas, pellizcos, piñonates, gañotes y empanadillas de cidra. Para los dias de los Santos de la familia, brazos de gitano, bizcochos, huevos reales, empanadillas de crema, y, si caen en verano, helados de mantecado al corte. Por los Santos y Difuntos, las batatas al horno, las batatas en almíbar y...los huesos de santo.
Los huesos de santo eran una especial chuchería que se traía de Sevilla, de alguna de las confiterías de toda la vida. Mi abuela Enriqueta era la especialista y distinguía si eran de La Española, de Ochoa, de La Campana, o de Convento. Mi padre, que era quien se encargaba de comprarlos y traerlos a casa, prefería los de La Española. A mí me gustaban todos, y me gustan y los compro con esa especie de ritual casi de culto. Y es que soy muy de rito hasta para eso, como Dios manda.
¿Y qué se lee en estos dias de Los Santos y los Difuntos? Se lee la "lectura recreativa" del Padre Coloma "Era un Santo!" ¿Que no la conocen, que no la han leído, que no saben quien es el Padre Coloma? O,mio Dio! Mon Dieu! My God! Mein Gott!!!!! Uds. los que no leen al padre Coloma (ni comen huesos de santo por los Santos, seguro), ustedes acabarán mal.
Háganse el favor de comprarse una bandejita de huesos de santo, y cómanselos leyendo "Era un santo!" . Será el comienzo de una deleitosa afición que les abrirá el apetito de otros y más altos deleites.
N.B. Postrimerías y postre vienen de lo mismo: Considerénlo, medítenlo.
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Paso de la lectura pero me anoto lo de la bandejita...
ResponderEliminarI mean no offense...
:]
Son complementarios, como los langostinos y la manzanilla.
ResponderEliminarPero seguro que es porque no has leído al p.Coloma.
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Pues no, para qué negarlo, aunque tampoco he degustado esos pastelillos... cuál de las dos cosas me deja peor...?
ResponderEliminar:]
Mis recomendaciones son todas de garantizada calidad: Literatura costumbrista del XIX, y repostería de añeja tradición. Sin sucedáneos, con ingredientes y letras naturales, sin colorantes.
ResponderEliminar+T.
Yo conozco a Coloma por referencia y por alguna antología pero hasta ahora no me ha llamado especialmente la atención. Si fueses su agente literario, ¿cómo me convencerías para leerlo?
ResponderEliminarLo de los pasteles, sí, por supuesto. Y muy sabia, tu abuela. La buena mujer sabía que poder tomar todos los pasteles todo el año nos abriría la gula de forma mortal, nunca mejor dicho.
No era por eso; la razón era más fundamentalista:Era así porque siempre había sido así y no cabía variación posible.
ResponderEliminarLas cosas serias no admiten explicaciones de otra clase.
Y sobre Coloma...No me parece oportuno aderezar aperitivos para su lectura, que no es para todos los gustos, como la buena literatura. Le tengo entre Fernán, Valera, Muñoz y Pabón y Pemán: Una cuadrilla deliciosa, andaluza pura de oliva. Y esas cosas no son para publicidad y supermercado, sino para sibaritas y delicatessen.
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Este post me ha recordado que unos Reyes, siendo yo niño, mis abuelos me regalaron carbón... pero dulce, creo que de La Campana, o de San Buenaventura.
ResponderEliminarTerzio, ¿dejas atrás a otro andaluz, Pedro Antonio de Alarcón? Muy recomendable, recomendabilísimo.
Oh pecado!
ResponderEliminarY con la gravedad de que soy re-lector adicto de El Niño de la Bola y que comento cuando viene a pelo que El sombrero de tres picos es la mejor narración corta de toda la literatura del XIX. Sin discusión.
Te debo una, Joaquín.
+T.
¡Los pestiños! Yo he probado los mejores.
ResponderEliminarLos mejores son los de cada abuela; y son como las golondrinas de Bécquer: Una vez idos/comidos...no volverán!
ResponderEliminar'
Nos pusimos a hacerlos ella y yo. Fue la última vez que hice lo que más me gustaba en este mundo: disfrutar de la cotidianidad junto a ella.
ResponderEliminarLa mujer se puso a llorar. La enfermedad ya no le dejaba recordar la receta; pobrecita.
De Pemán y Alarcón sí he podido disfrutar mucho, y estoy muy muy tentado por Valera, que está en mi lista de lecturas, así que, si Coloma lo incluyes entre ellos, me das sin querer una muy buena razón.
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