Hace un par de dias que leo en la prensa noticias que me han vuelto a la clase de Prehistoria, cuando el Dr. Enrique Vallespí se apasionaba en el áula contándonos la aventura de los Leakey en los barrancos de Omo y Olduvai.
Por un lado, el esqueleto de Lucy, la australopiteca, ha dejado la sala del Museo de Addis Abeba y está de gira por los EEUU recaudando dinero para su Museo de Addis Abeba. Unos dicen que aguantará; otros dicen que volverá echa polvo del viaje; yo digo que como se descuiden los que la cuidan, se vuelven a Addis Abeba con una réplica made in USA (y con el dinero, claro). Y quizá sea lo mejor para el Museo y para Lucy.
También publican la aparición de restos que demuestran la coexistencia, no la sucesión, durante un mismo periodo de los H.hábilis y los H.erectus, lo que descalificaría la teoria de la evolución de pre-homínidos y homínidos en esa secuencia de especies.
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Y, tercera noticia sobre lo mismo, parece que se prueba que los primeros pobladores humanos de Europa proceden de Asia y no de África.
A ver en qué queda la cosa. Cuando más firmes parecen las hipótesis, nuevas y probadas teorías vuelven a replantear el rompecabezas de la evolución y el origen del hombre. A mí, que me apasiona todo eso y le tengo devoción a Teilhard de Chardín (sapiens haeresis) y leo con gusto artículos como los de estos dias, me dejan relativamente indiferente porque, en el fondo y al respecto, yo no salgo de los primeros 11 capítulos del Génesis, tan sugestivos: Antropologia Perennis.
Pero he vuelto, cada vez que leía uno de esos artículos de divulgación científica, a recordar medidas y capacidades craneanas, anchuras de pelvis, robustez de mandíbulas, arcos superciliares, esqueletos y tipos antropomórficos. Y la voz del Dr. Vallespí, gangoseando, pronunciando un interesante monólogo sobre Lucy y las formas más gráciles de otros restos encontrados y estudiados por los Leakey.
Yo tenía 17 años, estrenando Universidad.
Paradójicamente, las estratigrafías más remotas de la paleoantropología, me rejuvenecen cada vez que me las encuentro.
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ResponderEliminarHay autores que aceptan el evolucionismo como un hecho establecido o una teoría demostrada, o al menos como una hipótesis digna de consideración. Les recomiendo un librito en el que se aportan elementos de juicio-desde el punto de vista especulativo- para ver si es posible armonizar la hipótesis evolucionista con la revelación cristiana de la creación del hombre. El autor del mismo es Raúl O. Leguizamón, se titula "Y el mono se convirtió en hombre...", la publicación corrió a cargo de Ediciones Nueva Hispanidad, de Buenos Aires.
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