miércoles, 17 de enero de 2007

Clero colaboracionista



He seguido y estoy siguiendo estos últimos días las noticias del caso Wielgus, el electo y dimitido arzobispo primado de Varsovia. Alarmante y triste por ser el caso polaco y afectar a la Iglesia de Polonia, tan fresca aún la memoria inmensa de Juan Pablo II.


La desdichada historia de Polonia se resarció durante los años del Papa Wojtyla, una de las figuras más brillantes del pasado siglo y hasta del milenio. Con Karol Wojtyla-Ioannes Paulus II, Polonia ha capitalizado el fin de una época y la apertura del A.D. MM. Indiscutible.



Alguna vez comenté que a Juan Pablo II, o se le beatificaba pronto, o corría el peligro de que la postulación de su causa sufriera una de esas "dilata sine die" que estancan un proceso romano remitiéndolo ad kalendas graecas. Mantengo el comentario.


A la muerte de Pio XII, todo el orbe se conmovió por la desaparición del gran, del enorme e imponente Papa Pacelli. Al cabo de unos años, un escritorucho alemán injuriaba la memoria del Pontífice proyectando una ominosa sombra contra el impóluto perfil de uno de los mayores protagonistas de la historia del siglo XX. La falsa acusación del silencio de la Santa Sede por la shoah, cubrió con un espeso telón hasta la clamorosa conversión al catolicismo del gran Rabino de Roma, el Dr. Eugenio Zolli, que tomó el nombre de pila del Papa para bautizarse. Hoy nadie recuerda esa conversión del Rabino Zolli, pero siguen escupiendo la sospecha o la acusación contra el Papa Pio Dodicésimo.


No sé precisar quiénes son los enemigos, ni bajo qué dirección actúan, ni con qué trama, ni qué consecuencias se buscan o se seguirán, pero el caso Wielgus afecta a JPII. Como en el caso del alemán que proyectaba silencio contra el Papa, ahora la paradoja corre a costa de archivos de la vieja policía comunista polaca, con listas de sus antiguos colaboradores; curioso que sean sacerdotes los que salen, y no políticos o militares o financieros; paradójica también la credibilidad que se presta a fuentes y testimonios contaminados por el más execrable marxismo comunista.


Pero el daño ya está hecho, sean los que fueren los hechos y sus protagonistas. Los "parciales" y "pequeños" confidentes como el patético y despreciable Wielgus, han sido expuestos en la picota con mitra y báculo; los absolutos creadores, mantenedores y manipuladores del sistema que captó a los "wielgus", esos no saldrán, no aparecerán.


Está muy alto Juan Pablo II para hacerle caer de su altura, pero es contra él y su Polonia y su Iglesia contra quien apuntan. El caso del primado electo y dimitido por colaboracionista comunista es sólo una anécdota.


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